II

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Por medio de un pequeño radio que pudo conseguir en una de sus escasas misiones sin la vigilancia de Tatara, Hinami pudo oír que faltaba exactamente una hora para que la gente pudiese presenciar el espectáculo de "Hanabi Taikai" en Tokio; los preparativos estaban listos y el ambiente (a pesar de la situación) se le notaba muy animado y todos estaban emocionados porque comenzase el espectáculo de luces.

El presentador informó por ese mismo medio también que los padres no quitasen la mirada de los más pequeños y se mantuvieran alertas, y que si notaban a una persona sospechosa de ser ghoul, informasen de inmediato a los Investigadores Ghoul presentes. Y ya para entrar en detalles, que los presentes tampoco olvidasen que había gente humana (como ladrones y violadores) que también estarían al acecho así que era mejor tener cuidado.

—No olviden por favor que la seguridad es primero —dijo— diviértanse y gocen de esta hermosa noche. ¡Y no lo olviden! ¡Sólo una hora para empezar el espectáculo, una hora!

La chica suspiró con el radio en sus manos y a bajo volumen por si acaso alguien se acercaba a tocar la puerta, no es que tener un radio fuese algo que se castigase con la muerte, pero Hinami prefería mantener ese pequeño aparato como un secreto más. Lo apagó para almacenar la energía de las baterías (compradas no hace mucho) y lo dejó bajo su cama.

Tomó un libro y decidió pasar la hora que faltaba leyendo un poco con ayuda de la luz de la lámpara vieja sobre un raído buró. No vería los fuegos artificiales pero al menos el presentador gritón la ayudaría a imaginarse el parámetro que Hinami había estado esperando todo el año.

Sin embargo la puerta fue tocada 13 minutos después de empezar a leer, cuando abrió la puerta se encontró con Ayato.

—Vístete, hay que salir. —Asintiendo y cerrando la puerta (aguantando el suspiro de decepción ya que seguramente no podría escuchar la radio pasada una hora), Hinami se puso su falda larga oscura, la blusa blanca, sus zapatos y su capa café; tomó su máscara y la ocultó en uno de los bolsillos de la capa para usarla en el momento preciso, para cuando salió Ayato la esperaba cruzado de brazos con un atuendo negro, pero no el que comúnmente usaba para pelear o en una misión encubierto.

Una sudadera azul marino con capucha, unos pantalones negros y un par de botas estilo militar que cubrían poco más allá del tobillo.

—Vámonos.

—Sí.

Caminaron sin hacer comentarios, el trayecto pudo haber sido incómodo debido al silencio, pero Hinami a estas alturas ya se había terminado por acostumbrar a la poca charla que tenía cuando salía, no solo con Ayato, sino con cualquier miembro del Aogiri. En un principio, cuando apenas ingresó, intentó llevarse bien con los otros Administradores; una parte de ella le decía que éstos no eran tan serios como parecían y que si los conocía bien, quizás hasta podría hacerse de amigos. Más pronto que tarde entendió por medio de desplantes y miradas despectivas que realmente los miembros del Árbol Aogiri eran exactamente lo que parecían: locos, sádicos, serios y brutales, y antipáticos también.

Desde la Señorita Takatsuki (o Eto) hasta Miza quien era un poco menos seria que los otros. Naki era harina de otro costal pero cuando empezaba a hablar de su Big Brother no había fuerza humana o ghoul que pudiese callarlo sin desear matarlo, y Hinami terminaba por aburrirse e irse a otro sitio.

El ambiente tan pesado que juntaban todos ellos cuando estaban en un solo lugar hacía que Hinami sintiese escalofríos e inmensas ganas de salir corriendo; pero a medida de que pasaba el tiempo llegó a sentirse menos intranquila cuando permanecía al lado, ya fuese de Miza, el propio Naki o sus subordinados, o Ayato. Con quien por cierto, finalmente pudo dejar de sentir repudio de su parte.

No eres débil.

Nunca le ha preguntado si realmente pensaba eso de ella.

¿Lo hacía o fue sólo un intento de hacerla sentir mejor? Verla la espalda y pensar en que tal vez ella ya estaba siendo de más confianza para él le era extraño ya que usualmente Kirishima Ayato era sarcástico con todo el mundo o simplemente irónico a su modo.

No eres débil.

Pero eso se oyó tan real... como si de verdad lo pensase.

Mejor no hacerse de ideas equivocadas.

—¿Puedo saber cuál es la misión? —Preguntó al salir del edificio y comenzar a encaminarse por un sendero lleno de árboles y pocas casas viejas con habitantes demasiado viejos o inútiles siquiera para pensar en perder el tiempo con ellos.

Ayato no le respondió.

«De acuerdo» pensó interpretando ese silencio como un sonoro cállate.

No se detuvieron hasta llegar a una colina alta tocando con una carretera; el mar y la ciudad se reflejaban perfectamente a lo lejos mientras que ellos se detenían justamente enfrente del paisaje entre algunos árboles y arbustos. Unas cuantas personas estaban cerca, familias, amigos gastándose bromas y bebiendo cerveza, jóvenes enamorados que iban de la mano, nada particularmente fenomenal que le dijese a Hinami el por qué estaban ahí. Lo más raro de todo es que Ayato la hubiese llevado hasta allá sin decirle nada. En otras ocasiones al menos le decía que estuviese preparada.

—¿Ayato?

—Cállate y espera.

La chica asintió guardando su posición al lado de Ayato quien se pegó al tronco de un árbol con los brazos cruzados. 

𝓛𝓾𝓬𝓮𝓼 𝓭𝓮𝓵 𝓒𝓲𝓮𝓵𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora