#Parte 4: Lya.

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-Owww... No llores -dijo la chica pelirrosa con un hilo de voz. De pronto parecía verdaderamente apenada.

Se levantó del suelo, dejando a su peluche perfectamente sentado frente al televisor, el cual apagó antes de acercarse a ella con los ágiles pasos de una bailarina hasta quedarse en cuclillas a su lado. Paula levantó la cabeza con las pocas ganas que le quedaban, esperando que la chica le quitase la cinta de la boca y pudiera preguntarle qué estaba pasando. Quedó sorprendida cuando en vez de eso la encontró secándole las lágrimas con la manga de su pijama.

-No llores -repitió en un susurro-. A Eddy no le gusta ver expresiones tristes.

Después de decir eso, le dedicó una sonrisa que pretendía ser cálida, pero que a contraluz y con la mirada cristalina y enmarcada en ojeras de esa chica, a Paula le pareció más bien inquietante. "¿Estará ciega?", se preguntó al fijarse en el azul tan claro de sus ojos. Pero la chica no parecía tener la mirada perdida. Sus penetrantes ojos claros se dirigían a ella, analizando el aspecto patético que seguro que tenía después de haber llorado.

-¿Estás mejor? -preguntó la chica torciendo la cabeza en gesto interrogante, con un fallido intento de tono de voz tranquilizador.

Ella asintió como respuesta.

No, no estaba mejor. La idea de sentirse bien era algo que quedaba muy lejano para ella después de lo que había visto ese día. Lo único que le apetecía en ese momento, lo único que podría ayudarla, era dormir. Dormir hora tras hora y despertarse solo cuando fuera capaz de soportar su vida. Pero esa chica no tenía la culpa de nada, solo estaba intentando consolarla. Y, de hecho, al menos había conseguido que dejara de llorar.

Ante su respuesta afirmativa, la chica volvió a sonreír, cerró los ojos y, así como si nada, la abrazó fuertemente. Todo el cuerpo de Paula se puso en tensión en ese momento.

-Mentirosa -le dijo al oído-. Somos amigas, puedes confiar en mí. Sé exactamente como te sientes.

Tras escuchar esas palabras, de alguna forma el abrazo se fue volviendo gradualmente más reconfortante. A lo mejor fue porque era lo que más necesitaba en ese momento. Poco a poco consiguió relajarse, cerró los ojos, y se dejó consolar por esa desconocida. Durante un rato, un profundo silencio inundó la habitación. Era increíble la forma en la que esa desconocida había conseguido que dejase de pensar en su vida.

Paula abrió los ojos, y lo primero que vio fueron las piernas de esa chica. Se preguntó por qué iba descalza, y al fijarse en sus pies le dio un deja vu seguido de un mal presentimiento. Recordó la última vez que había visto esos mismos calcetines rosas. Esa escena se había quedado grabada a fuego en su memoria.

-¿Sabes? Tu grito de anoche fue hermoso -le dijo en voz baja-. Es el más bonito que he escuchado hasta ahora.

Seguía siendo la misma persona la que le hablaba, pero de alguna forma el timbre de su voz se había hecho mucho más aterrador. La pelirrosa se separó de ella y vio en su cara lo destrozada que la había dejado ese último comentario.

-No sabía que pudieras hacer ese gesto. Les he contado a Fredri y a Eddy lo valiente que fuiste al intentar salvar a tu pobre hermano. Están de acuerdo conmigo en que eres muy interesante. Un día deberíamos de tomar e té todos juntos y así os presento.

No dejaba de chocarle la alegría con la que le hablaba, como si estuvieran teniendo una charla trivial.

-Por cierto, yo soy Lya -dijo levantándose del suelo y ofreciéndole una mano-. Ups -dijo cuano se dió cuenta de que para ella era imposible estrechársela.

Se acercó a las escaleras de mano que había en la pared de su derecha.

-Ahora mismo vuelvo -avisó antes de bajarlas.

*   *   *

Pasó un largo rato sentada en el mismo sitio, esperando a esa chica que no parecía dar señales de vida. Fue entonces, en ese periodo de tiempo en el que no tenía nada que hacer salvo mirar la habitación, cuando se dio cuenta de que lo que había encima del armario gris del fondo donde podría haber guardado lo que fuera no eran bolsas de tela negra, sino una persona. Estaba hecha un ovillo, dándole la espalda. Su larga melena negra envolvía sus hombros, como una manta de oscuridad. Paula se preguntó si estaría viva y se tranquilizó al percatarse de las lentas subidas y bajadas que hacía su pecho al son de su respiración.

No hizo nada más hasta que emitió un gruñido somnoliento. Se incorporó perezosamente y cuando se encontró sentada con las piernas cruzadas, arqueó su espalda como un gato a la vez que estiraba sus brazos como si quisiera alcanzar ese alto techo, que no le quedaba muy lejano. Despues de eso, se sentó al borde, dejando caer sus pies y dejó escapar un enorme bostezo tapándose la boca con una mano. Saltó al suelo acompañada del sonido de un cascabel y cuando terminó de frotarse los ojos bajo su flequillo pelinegro y se fijó en Paula, se podía leer claramente el desprecio en su mirada café.

-¿Qué haces mirándome? -dijo en un tono que sonaba tan amenazador como pretendía.

Nota de autora:

¡¡¡Feliz navidad y cumpleaños de Viktor a todos!!! ^^ 

Se suponía que no subía capítulo hasta año nuevo (obviamente el capítulo no iba a llegar a 15 votos xD) pero qué más da, es fiesta. Además, este es como la continuación de el anterior, por eso son los dos tan cortos. Para compensar, este miércoles o jueves voy a subir otro~ Prometo que dentro de poco empezará la acción, pero primero debéis conocer a los personajes. Ya iré viendo como acelerar la cosa para no aburriros. Con lo lenta que va la trama y lo que tardo en actualizar tiene que ser imposible seguir el hilo xD

Muchas gracias por todas vuestras criticas constructivas. Me encantan ese tipo de comentarios. Son mucho mejores que los típicos halagos que dices aunque en realidad no te haya gustado. Si es que sois los mejores lectores ❤ Espero que estéis pasando unas vacaciones geniales :3 

Por cierto, Lya se lee "Láia".


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