~Aproximadamente 15 meses antes~
La sirena del recreo había sonado. Paula salió de su clase, merienda en mano, para encontrarse donde siempre con sus amigos. Hacía solo una semana que el nuevo curso había comenzado, pero ella ya se había vuelto a acostumbrar a sentarse e el mismo sitio de todos los años con sus amigos de todos los años. Las escaleras den frente de los baños eran sagrados para ellos.
Pero ese año había algo diferente en ese sitio. Un chico nuevo había llegado con el nuevo curso, y todos los recreos se reunía con sus amigos en esas mismas escaleras, algo más abajo.
Se llamaba Óscar, e iba a la misma clase que ella. Desde el primer momento le había parecido una persona increíble. A primera vista parecía un chico aburridamente normal, pero cuanto más te fijabas en él, más virtudes le encontrabas. Su pelo era moreno, casi negro, y lo llevaba un poco largo, pero de modo que no desentonaba entre el resto de chicos. La heterocromía de sus ojos había sido de los principales temas de conversación esa semana en la clase. Los dos eran de color verde mar claro, pero si te fijabas mejor podías notar que su ojo izquierdo era más verde y el derecho más azul. Siempre era alegre y amistoso con todos, y su voz era muy suave y agradable. Al igual que Paula, Óscar era una persona con la que era muy difícil llevarse mal. Además, durante esa corta semana ellla se había fijado que amenazaba con quitarle su puesto de mejores notas del curso. Era solo cuestión de tiempo que la mitad del instituto estuviera colado por él. Y, de hecho, su mejor amiga Lidia ya lo estaba.
En el grupo de Paula había mucha gente, pero siempre terminaban hablando solo entre ellas durante el recreo.
-Mira qué mono -dijo Lidia mirando a Óscar con ojos brillantes de admiración-, parece un mini hámster al morder su bocadillo.
-Su piel es tan perfecta... -la siguió Paula.
A ella le dolía reconocerlo, pero también estaba perdida por él.
-O sea, es que su piel es más brillante que mi futuro -bromeó Lidia como siempre.
-Triste, pero cierto -respondió Paula entre risas.
-Esta mañana, a primera hora, me ha saludado -contó su amiga exagerando cada una de sus palabras-. Yo estaba gritando por dentro, en plan que casi grito de verdad y todo.
-Qué suerte... -dijo Paula mientras se giraba para tirar a la basura el cacho de bocadillo que le sobraba.
Lidia la cogió del brazo antes de que lo soltara dentro.
-Espera, no irás a tirar todo eso. Puedes guardártelo y comértelo cuando te de hambre.
-Es que... no me apetece más.
-Tía, no puedes tirar comida. Nosotras vivimos bien, pero no toda la gente del mundo tiene esa suerte.
-Ya, pero...
-Prométeme que no lo tirarás -pidió seriamente.
-Está bien... Si tú lo dices...
-¡Gracias! Eres la mejor -dijo abriendo los brazos para un pequeño abrazo que Paula correspondió.
Y, básicamente, en eso se resumía la primera semana de recreos para Paula desde la llegada de Óscar.
Ese día, mientras ella subía andando a su casa después del instituto, Óscar seguía ocupando su mente. Quería acercarse a él, seguir encontrándole más virtudes ocultas, pero le daba demasiada vergüenza. Se preguntó qué podría ser de ellos en el caso de que se atreviera a hablarle y se llevaban bien. Los dos eran personas muy parecidas, algunos de sus amigos habían hablado sobre que harían muy buena pareja juntos, y Lidia había intentado cambiar de tema de conversación descaradamente. Sus pensamientos sobre Óscar fueron interrumpidos cuando, de la nada, llegó un perrito negro y muy peludo corriendo felizmente hacia ella, disfrutando de la libertad de estar en la calle. Cuando la alcanzó, empezó a saltarle en las piernas para alcanzar sus manos. Parecía ser el perro de alguien porque tenía collar y parecía muy bien cuidado. Además, acercarse así a la primera persona que veía no era algo propio de un perro callejero acostumbrado a vivir en las calles. Paula le acarició detrás de las orejas. Tenía el pelo tan largo que apenas se podían ver sus brillantes ojos de color azabache. Estuvo acariciándolo un rato y poco después el alegre perrito negro siguió su camino.
Ella siempre había vivido en un piso, en su antigua ciudad y en la actual, por eso nunca había podido tener mascotas. Era una pena, porque a ella le encantaban los animales.
Mientras caminaba no dejaba de pensar en que ese perro le sonaba de algo. No tardó mucho en encontrarse con el cartel que llevaba viendo todos los días cuando subía a su casa del instituto, y le refrescó la memoria. El cartel decía: "SE BUSCA PERRO, si lo encuentra contáctenos", seguido de un número de teléfono con una dirección, y debajo estaba la foto de un perrito negro y peludo. "Responde al nombre de Yoru, y si le dices "Yoru, toma", vendrá corriendo. Es completamente negro, salvo por la barbilla blanca".
Paula no se lo pensó mucho y volvió corriendo sobre sus pasos. Retrocedió unas cuantas calles hasta que volvió en la que lo había encontrado. No debía de estar muy lejos.
-¡Yoru! -gritó Paula mientras seguía andado y mirando hacia todos lados-. ¡Yoru!
Quería encontrar al perrito, pero no quería ponerse a gritar y que la gente de la zona la mirase raro. Tenía que hacer ese camino todos los días y prefería forjarse una buena reputación. Entonces recordó el trozo de bocadillo que Lidia le había obligado a guardar. Lo sacó de su mochila, se puso en cuclillas sujetándolo y lo volvió a intentar.
-¡Yoru, toma!
Iba a darse por vencida cuando vio una figura negra y peluda aparecer a toda velocidad por la esquina, corriendo hacia su bocadillo. Instantes después la alcanzó y de un salto se lo quitó de las manos, yéndose bajo el coche más cercano para disfrutar tranquilamente de su nueva adquisición. Después de eso ella solo tuvo que agacharse y cogerlo. Por suerte no le costó mucho alcanzarlo y no se ensució la ropa. Se fijó en la barbilla blanca que confirmaba que esa bola de pelo era el perro perdido y agradeció mentalmente a Lidia que le obligara a guardar el bocadillo esa mañana.
Volvió al cartel con el perrito en brazos, que de pronto parecía muy tranquilo. No llevaba su teléfono consigo ya que estaban prohibidos en su instituto, así que se fijó en la dirección de los dueños. Estaba bastante lejos. Ese día iba a llegar muy tarde a su casa. Su madre, su padre y su hermanito pequeño se iban a preocupar, pero era por una buena causa.
Tardó mucho menos de lo que esperaba, solo un cuarto de hora, en llegar a la casa de los dueños de ese perro. Por el camino se fijó en que había más de un cartel de se busca por las calles y se preguntó cuanto tiempo llevaría perdido el pobre animalito y como se habría mantenido en tan buen estado. Llamó al timbre de la casa, deseando darles la buena noticia a sus dueños.
-¿Quién es? -preguntaron por el telefonillo.
-He encontrado a Yoru.
Instantáneamente colgaron al otro lado. Ella se enfadó al pensar que a lo mejor se lo habían tomado por una broma, aunque no los culparía si se comportaban de ese modo porque antes les habían gastado esa broma de mal gusto de verdad.
Se hartó de esperar. Estaba a punto de volver a llamar al timbre cuando la puerta de abrió. Óscar estaba al otro lado, jadeando de haber bajado las escaleras corriendo. Ella no le vio bien la cara, pero le pareció verle los ojos empañados. Yoru al reconocer al chico, se puso nervioso de pronto en los brazos de Paula, intentando saltar hacia él.
-¡Yoru! -dijo él emocionado, cogiendo a su perrito antes de que saltara por su propia cuenta y ahogándolo en un cariñoso abrazo-. Me has tenido muy preocupado.
El perrito movía la cola eufóricamente mientras trataba de lamerle la cara.
-Muchas gracias -dijo el chico dirigiéndose a ella con una profunda sinceridad.
-No hay de qué -respondió ella con una sonrisa, tratando de ocultar lo sorprendida que estaba al saber que era precisamente él el dueño de ese perrito.
-Oye, tu vas a mi clase, ¿no? -preguntó él, a lo que ella asintió-. Bien, pues tienes que subir a contarle a mis padres cómo lo has encontrado. ¿Te importaría quedarte a comer?
Cuando se lo contara a Lidia iba a flipar.
Nota de autora:
A ver si alguien sabe el manga yaoi del que he sacado el nombre Yoru 7-7 Si alguien lo adivina se lleva todos mis respetos~
Este capítulo lo tengo escrito desde hace mucho. Se suponía que lo tenía que subir en otro momento para que todo tuviera sentido pero como voy a dejar e pausa esta historia lo voy subiendo ya. Esto no es un adiós del todo, me gusta mucho esta historia y ya actualizaré en un futuro :3
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Insane
Teen FictionNadie había oído hablar de ellos, un grupo de mancebos asesinos que juegan con nuestras vidas desde las sombras. Ellos se encargarán de cambiar la vida de Paula de la forma más retorcida posible. Ella era una chica cualquiera, viviendo una vida norm...