La sensación de paz y tranquilidad que el chico rubio había conseguido transmitirle a Paula no duró mucho más. Segundos después de que pronunciara su última palabra, la chica del pijama negro subió las escaleras, llevando bajo su brazo una muda de ropa doblada. Se acercó a ellos, clavando la mirada en Paula, con sus característicos pasos decididos pero cargados de furia, que aterrorizaron a Paula, que ya de por sí estaba asustada tras sentir su presencia. Kendall, más que retenerla, le dejó espacio para que se acercara. Al ver a su compañera, el carácter simpático que tenía pareció tornarse en el de un chico de pocas palabras.
-Estás despeinada y apestas -sentenció la de ojos oscuros-. Ven conmigo.
Y, tras esa orden, se giró y empezó a caminar, como si la idea de que Paula se negara a hacer lo que le pedía fuera impensable. Antes de seguirla, echó un último vistazo hacia Kendall, que asintió con una tímida sonrisa en señal de despedida. La chica de negro la estaba esperando al lado de la puerta blanca, la cual había abierto deslizándola con una mano. Cuando Paula la alcanzó, fue guiada por un estrecho y corto pasillo sin iluminación, con dos puertas de madera oscura al final, una en frente de la otra a cada lado del pasillo. La de pelo oscuro abrió la de la derecha, metió la mano dentro de la habitación oscura y una luz anaranjada iluminó una pequeña sala de paredes embaldosadas.
-Este es el humilde baño público de nuestra querida guarida -le explicó con exagerada cordialidad antes de volver a cambiar a su tono habitual-. No quiero que salgas de aquí hasta que no estés presentable. Usa todo lo que necesites, no seas tímida -dijo, finalizando con una forzada sonrisa sarcástica. Tras esas palabras, Paula fue empujada dentro del baño, justo antes de sentir un portazo detrás de ella. En algún momento, la ropa traía la otra chica había acabado en sus brazos.
Si quería, ella podía abrir la puerta, llamar a la que acababa de meterla ahí dentro y decirle que no sabía qué hacer en un baño desconocido. Aún así, sentía que de alguna forma esa puerta se había quedado sellada para ella, como si esas palabras hubieran sido un conjuro más que una advertencia. Así que Paula echó un vistazo a ese lugar, consciente de que lo más fácil en su situación sería hacer lo que le había dicho.
La habitación era pequeña, con el techo a una altura normal y los útiles de baño básicos: una bañera con la cortina echada, ocupando casi la mitad del espacio; un retrete arrinconado que casi pasaba desapercibido tras un lavabo y bajo un armarito colgado de la pared...
Comprendió por qué le había metido en el baño cuando su mirada se detuvo en el espejo que había colgado sobre el lavabo. Estaba horrible. Casi no reconoció a la desconocida que se reflejaba, con su pelo largo y ondulado, de color castaño anaranjado, echo una maraña; la cara sucia, todavía con indicios de lágrimas; con los labios agrietados y curvados en el gesto amargo de alguien que está demasiado cansado para sonreír; que la miraba con ojos tristes hundidos. En esa imagen desoladora le costó reconocer a la que solía ser una chica de grandes y sonrientes ojos verdes, que emanaba seguridad por cada poro de su piel.
* * *
Después de que Paula se hubiera ido, Kendall se sentó en el sofá, esperando a que volviera su compañera. No tardó mucho en volver a verla entrando en la habitación. Mientras se dirigía a sentarse a su lado, empezó a hablarle, como si necesitara desahogarse urgentemente.
-No sé quien será esa, ni lo que se supone que pretende Lya teniendo a una inútil entre nosotros, pero yo...
-Nunca antes te había escuchado cuestionar sus decisiones -dijo el chico para sus adentros, sin intención de cortarla. Pero ella callo de pronto, como si le pidiera que continuara hablando. Le había escuchado perfectamente-. ¿Estás... celosa de la nueva?
La chica frunció el ceño, aparentemente ofendida. Él comprendió entonces que no debía de haber dicho eso.
-¿Celosa?, ¿yo? -contestó ella, remarcando ese "yo".
-Tienes razón, es una estupidez... -dijo él algo nervioso-. Bueno, es solo una sensación que me ha dado, no me hagas mucho caso.
Kendall intentó reírse para bajar la tensión del ambiente, pero solo consiguió producir un sonido artificial que sonó muy seco.
Ella arqueó una ceja, como si no terminara de creerle, y se recostó en el sofá con los brazos cruzados. Él debería de estar pensando en que la había cabreado, pero en lugar de eso no pudo evitar fijarse en lo que hermosa que le parecía la curva de sus mejillas cuando estaba de perfil y en cómo sus ojos castaños brillaban bajo la luz blanca de la bombilla que iluminaba la sala.
-Lo siento, Kitty -dijo él. Ella le miró, sorprendida ante esas palabras-. No quería hacerte enfadar.
Ella dibujó una leve sonrisa con las comisuras de sus labios, que tranquilizó a Kendall.
-Tonto, ya sabes que tú no eres capaz de hacerme enfadar. Es solo que esa chica me pone nerviosa.
Y al mirarle a los ojos, ella pudo ver su figura reflejada en la mirada verde mar del chico. Aún así, era muy consciente de que nunca podría comprender la forma en que la miraban esos ojos.
Nota de autora:
Bueno, pues ya no es la morena de nombre desconocido :3
Voy avisando de que voy a cambiar el nombre del libro. A mi yo de hace un año puede que le gustara este título, pero a mi no me gusta una palabra en inglés para un libro en español xD Tengo una idea de cual va a ser el nuevo nombre, pero acepto sugerencias. Posiblemente se lo cambie para la próxima actualización. Aunque no os guste el nuevo título, el contenido va a seguir siendo el mismo, así que no os preocupéis mucho por eso.
Ah, y me encanta que seáis críticos con mi historia, ya sabéis que me gusta que me digáis todo lo que pensáis que podría mejorar ^^
ESTÁS LEYENDO
Insane
Teen FictionNadie había oído hablar de ellos, un grupo de mancebos asesinos que juegan con nuestras vidas desde las sombras. Ellos se encargarán de cambiar la vida de Paula de la forma más retorcida posible. Ella era una chica cualquiera, viviendo una vida norm...