Paula sujetaba el pomo de la puerta del baño con una mano, sin atreverse a abrirla. No quería tener que enfrentarse a toda esa gente de nuevo. Odiaba tener admitirlo, pero estaba muy asustada. Mientras ella dudaba, alguien golpeó la puerta fuertemente con los nudillos desde el otro lado, haciendo que ella se sobresaltara y soltase el pomo del susto.
-¿Vas a salir ya? -preguntó la voz de un desconocido al otro lado-. Te estamos esperando todos.
-C-claro... -respondido ella, algo sorprendida por lo áspera que sonaba su voz después de tanto tiempo sin usarla.
Escuchó el sonido de un suspiro amortiguado por la puerta.
-Espero que estés visible -dijo el chico.
Ella no comprendió sus palabras hasta que la puerta empezó a abrirse lentamente. Un chico muy alto la esperaba desde el pasillo. Para mirarle a la cara, tuvo que levantar mucho la cabeza. Su pelo, corto y ondulado, era de un color rojizo caoba. Sus ojos eran grises, del tono más frío que ella había visto nunca. Tenía la tez pálida y unas mejillas salpicadas por pecas.
Al verle, ella dio un pequeño paso involuntario hacia atrás, sintiéndose intimidada por su aura de peligro. Tenía la mirada de alguien que podría hacer cualquier cosa sin resentimiento. Ella se temía que fuera a ser otro antipático hasta que una sonrisa divertida cruzó su rostro.
-¿Qué pintas son esas? -preguntó él conteniendo una risa.
Ella se miró la ropa. Le habían dejado una sudadera roja, con el dibujo de un gato blanco en el pecho. Le quedaba demasiado grande, podría usarlo perfectamente de vestido y para ella era imposible sacar las manos por las mangas. Lo que debían de ser unos leggins negros, le quedaban como unos pantalones de chándal. Hasta las zapatillas de casa eran un número más grande que el suyo. Además, su pelo todavía húmedo y ya bien peinado empezaba a ondularse de nuevo.
Como vio que no iba a responderle, él siguió hablando.
-Anda, ven por aquí - dijo él girándose hacia el pasillo.
Ella hizo eso tras cortar la luz y cerrar la puerta.
AL final del pasillo, al otro lado de la puerta blanca, la chica bajita de cabellos rosados la esperaba con una sonrisa. Al verla, se iluminaron sus ojos claros y salió a recibirla casi dando un mini saltito de alegría.
-Por fin has salido -dijo antes de cogerla de las manos. Ella sintió unas ganas horribles de soltarse, pero pensó que no era precisamente lo mejor que podía hacer.
Cuando entraron en la habitación, Paula vio que también estaban allí Kendall y su compañera morena, esperándola como si fuesen a darle una charla. El recién conocido entró detrás de ellas y se unió al grupo, le sacaba una cabeza a los otros dos. Ninguno dijo nada más cuando ella llegó, aún así la morena no se privó de hacer una sutil mueca de desagrado al verla.
-Perdona antes que me fuera y no volviera -siguió diciendo la chica de pelo rosa-. Te juro que bajé a por una tijeras para soltarte, pero alguien -lanzó una mirada de resentimiento al chico pelirrojo, él le respondió con una sonrisa irónica- no me dejó cogerlas y terminé entreteniéndome. En fin, te los presentaré a todos.
-Esta es Kitty -dijo acercándose a la morena-. 18 años. Es la que se ha ofrecido a dejarte la ropa.
-Veo que te queda muy bien -añadió ella.
-Este es Kendall, también 18 -dijo mientras se acercaba al rubio-. No es muy hablador.
-Un placer -dijo él ignorando ese último comentario, y extendió la mano, que ella estrechó cuando se dió cuenta.
-Este de aquí es Áxel. 20 años.
El pelirrojo también extendió su mano y ella la estrechó. Se fijó en lo blanca que era la piel de todos y no pudo evitar preguntarse si eran tan pálidos por estar en ese lugar. En comparación, ella tenía una piel muy morena. El único que casi podía igualarla era Kendall.
-A mí me puedes llamar Lya -siguió diciendo la chica de voz chillona-. 16 años.
Paula se extrañó al escuchar su edad y volvió a fijarse en ella. Su altura debería de estar por debajo del metro y medio y no parecía haberse desarrollado para nada.
-¿Por qué la miras con esa cara? -dijo Kitty a la defensiva-. ¿Te parece mal algo que ha dicho?
Ella negó rápidamente con la cabeza. A Áxel parecía hacerle gracia como había reaccionado.
-Tranquila -le dijo Lya-, es algo que le pasa a todo el mundo cuando me conoce.
Dejado claro eso, dejó de hablarle a ella y se dirigió al resto.
-Y esta es Paula, pero le gusta que la llamen Pau. Nosotros la llamaremos así.
Todos asintieron.
Entonces Lya volvió a girarse hacia ella con una sonrisa tranquilizadora que parecía advertir que algo malo se avecinaba.
-Bien, Pau, ahora que nos conocemos déjanos explicarte quienes somos.
En ese momento muchas preguntas aparecieron en la mente de Paula, como por qué esa desconocida sabía su nombre si no se lo había dicho a ninguno.
Nota de autora (25/1/17):
Ya, lo sé, he tardado mucho en actualizar. Crisis existenciales y tal~ Pero a partir de ahora prometo que subiré parte nueva en todo que la recién subida llegue a el doble de votos que el número de capítulo que sea. O sea, que para subir la 8, esta tiene que llegar a 14. Por lo del cambio de título, ya está pensado pero lo haré más adelante. Sigue sin gustarme una palabra en otro idioma para un libro español.
Muchas gracias por leerme y apoyarme ❤ Dejad vuestros comentarios y estrellitas :3
Si veis cualquier fallo de expresión o falta de ortografía en e tecto os agradecería que me avisárais por los comentarios.
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Insane
Teen FictionNadie había oído hablar de ellos, un grupo de mancebos asesinos que juegan con nuestras vidas desde las sombras. Ellos se encargarán de cambiar la vida de Paula de la forma más retorcida posible. Ella era una chica cualquiera, viviendo una vida norm...