Capítulo 3

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Navidades, desde que tenía memoria aquella era su época del año favorita. Le encantaba ver la ciudad decorada, las canciones sonando en los centros comerciales, los niños disfrutando de la nieve. Era feliz decorando la casa con los adornos, preparar el árbol era para él una de las cosas más hermosas que había en su vida.

Incluso tras la muerte de sus padres, había intentado mantener intacto aquel espíritu que sus padres le inculcaron. Fueron años duros, donde por poco perdió todo lo que para él había sido importante alguna vez en su vida. Gracias a Martha los Beckett habían aparecido en su vida, y desde ese momento la navidad volvió a ser lo que siempre había sido para él, momento de alegría y estar con la familia.

Estaba deseando que llegase la hora de dejar la universidad por las fiestas navideñas y regresar al hogar.

-Beckett, ¿estás lista?-preguntó abriendo la puerta de la habitación de su amiga.

-Castle, por dios. Aún faltan seis horas para que salga nuestro vuelo. Cálmate. Llegaremos a tiempo, tranquilo. Y por lo que me ha dicho papá te ha dejado la decoración del árbol a ti – aquello hizo que en el rostro del joven se dibujase una enorme sonrisa.

-Vale, pero no quiero llegar tarde. ¿Te puedo ayudar con el equipaje?

-Tengo una idea aún mejor. Qué tal si vas a despedirte de tu nueva novia, se llame como se llame, y así me dejas tranquila y termino esto.

Castle hizo lo que Kate le dijo, salió de aquella habitación y se dirigió al edificio de enfrente a despedirse de su nueva conquista.

Desde que lo dejó con Gina, eran muchas las jóvenes que habían pasado por su cama. Todas se quedaban el tiempo justo en su vida, cuando veía que aquello podía ir a más terminaba con ellas.

Él quería enamorarse, quería una familia, una esposa, hijos. Pero algo dentro de él le decía que ninguna de aquellas mujeres era la adecuada.

Tras pasar unas horas despidiéndose de la joven que ocupaba su cama por aquel entonces, regresó a la habitación de Kate.

-Bueno, dime que ahora sí estás lista –decía asomando la cabeza por la puerta de la habitación de la joven.

-Sí ahora sí. Nos podemos ir cuando quieras. Vaya veo que ha sido una gran despedida –decía Kate alzando una de sus cejas.

-Eh, no sé porque lo dices – contestaba Rick un tanto perdido.

-Menudo chupetón que te ha hecho – contestaba ella señalando el cuello del joven.

-Joder, la mato. Siempre les digo que nada de marcas.

-Hombre habrá sido en un momento de pasión – respondía ella muerta de risa.

-Graciosa, ¿y tú te has despedido de alguien? – La joven negaba- Kate, cariño, deberías salir un poco más. La universidad no es sólo estudiar, también hay que divertirse. Y tú desde que terminaste con Dick, no has salido con nadie. Debes tener telarañas, porque de eso hace ya tres años.

Se arrepintió de decir aquello en el instante que sintió en su nuca la colleja de Kate.

-Te has pasado. Sólo por eso, cuando lleguemos a casa te quedarás sin conducir.

NY en navidad, nieve, patinaje, villancicos, luces, niños cantando por las calles, Papá Noel en cada acera.

Durante la cena no podía dejar de mirar feliz la familia que formaban, si alguien le preguntase diría que aquellas cuatro personas que estaban sentadas alrededor de aquella mesa eran su familia. Jim, Johanna, Kate y Martha, eran su familia.

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