Capítulo 9

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     Los rápidos latidos de mi corazón me indican que estoy viva, y que aún no he muerto por culpa de ese auto color azul oscuro que salió de repente por mi lado derecho...

Alzo la cabeza con cuidado, y sin despegar mis manos del volante, noto que estoy atravesada en la carretera, y que algunas personas tocan la ventanilla con insistencia. Hay muchos autos alrededor del mío.

― ¿Se encuentra bien? ―pregunta una voz preocupada apenas bajo la ventanilla y trago duro para poder articular alguna palabra.

― S-sí. ―respondo y me niego a soltar el volante.

¡Me dará otro infarto! ¡¿Por qué me pasan estas cosas a mí?! Oh por Dios. Habré matado algún gato negro. Eso es.

Bajo del auto y noto que mis piernas parecen gelatinas y mis manos no dejan de temblar. Cabe destacar que tengo taquicardia.

El auto color azul se encuentra perfectamente estacionado y por mi culpa algunos autos chocaron. En realidad, no fue mi culpa, pero igual.

― Las autoridades ya vienen. ―me dice un hombre pelón.

― Yo no tuve la culpa...

― Eso lo sabemos, ese maniático tuvo la culpa. ―espeta caminando hacia el auto azul.

Una chica rubia se baja del auto con nerviosismo y seguidamente dos mujeres y un hombre empiezan a discutir con ella. Regreso a mi auto y me monto. Necesito estacionarlo bien, no puedo causar tráfico.

Los minutos pasan y la policía llega. La chica se niega a aceptar que la infracción fue culpa suya y aprieto los dientes para no golpearla.

― Ella aceleró sabiendo que yo venía cerca...

― Eso es mentira. ―se defiende a punto de llorar y respiro hondo.

― Usted pagará por el choque de mi carro. ―dice una mujer cabello oscuro―. Por su culpa frené de golpe y mi auto recibió el impacto de otro auto.

― El cuál también pagarás. ―dice el hombre pelón―. Y doble choque...

Ellos comienzan a discutir y dos policías empiezan a llenar papeles. Me acerco a al Audi y noto que un policía viene detrás de mí.

― No me iré, buscaré mi teléfono. ―hablo abriendo la puerta del coche.

Empiezo a perder la paciencia cuando veo que llevo aquí casi media hora. Ignoro los mensajes de mi teléfono y espero con impaciencia que los estúpidos policías me saquen del caso.

― Efectivamente el Optra azul cometió la infracción. ―habla un policía, y suspiro aliviada―. El Audi gris puede retirarse. ―agrega, y rápidamente camino a mi auto.

Me monto en el Audi y suspiro nerviosamente. Aún hay nervios en mi sistema, tengo miedo hasta de conducir. Respiro hondo y enciendo el auto con cautela. Trago y acelero alejándome de las luces rojas y azules de los autos policiales.

Cinco minutos más tarde me estaciono a la orilla de la carretera y me paso las manos por la cara. ¡Aún estoy asustada! No puedo manejar, mis manos aún tiemblan y mi corazón no se ha calmado.

Respiro hondo buscando calma, el dolor de cabeza que se manifestó hace minutos ha empeorado y siento una leve punzada en la nuca. No puedo contarle esto a mis padres, mucho menos a Elena porque estoy segura que irá con el chisme a mi papá producto de su preocupación y... mi padre también me prohibirá manejar el auto.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora