Capítulo 21: Yo no amo a Harry, papá.

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Me detengo frente a la puerta doble, y toco el timbre dos veces y espero impaciente, la rabia está intacta, parece que fue hace dos minutos cuando discutí con mi padre; la mejilla me arde aún...

Toco el timbre nuevamente e intento abrir la puerta, pero está cerrada. Obvio.

Doy golpes en la puerta con enojo, y respiro hondo para no patearla. ¡Tienes que estar aquí Harry Coleman!

― ¡Harry! ―exclamo tocando el timbre con insistencia brusca, y nada pasa.

Tal vez esté en su habitación...

Golpeo nuevamente la puerta y me importa muy poco si alguien me ve actuando de esta manera tan... vehemente.

La puerta se abre de golpe y cuando veo la cara confundida de Harry ante mí presencia lo empujo para entrar, pero él se opone.

― ¡Eres un cobarde! ―exclamo―. ¡Todo es tu culpa!

― ¿Qué demonios te pasa? ―espeta, y me enfurezco más.

Él retrocede cuando mis manos golpean su pecho, trata de apartarme, pero mi enojo no se calma, sólo quiero golpearlo, sólo quiero... que sienta algo parecido a lo que está sintiendo mi corazón...

― ¡Cálmate Grace! ―me grita intentando agarrar mis brazos, pero fallando inútilmente gracias a mis golpes―. ¡Cálmate ya!

― ¡No! ―replico―. ¡Por tu culpa estoy como estoy! ¡Por tu culpa! ¡A ti es quien deben golpear!

― ¡Cálmate, maldita sea! ―brama agarrando mis manos con brusquedad para luego inmovilizarme con sus brazos al rodear con los mismos.

― ¡No me abraces! ―chillo con hipo y sólo así me doy cuenta que estoy llorando... no me importa.

No me importa que me vea así... tengo que desahogarme.

― ¡Eres un mal nacido!

― ¡Basta ya! ¡¿Qué es lo que te ocurre?! ―exige saber mientras me zarandea y cierro los ojos con fuerza.

La imagen de mi padre abofeteándome me hace hervir más la sangre, y junto todas mis fuerzas y aparto al cuerpo macizo que está delante de mí.

― Necesitas saber todo lo que llevo dentro, y luego tal vez te dirija la palabra. ―digo con cansancio y sollozo―. Tú tienes que sufrir también, tienes que pasar noches enteras pensando en todos tus problemas, tienes que... ―tomo aire mientras seco mis lágrimas con enojo―. ¡Tienes que recibir bofetadas!

― ¡Basta! ―me grita y niego con la cabeza―. ¡No sé nada de lo que hablas!

― ¡No! ―manoteo―. Tú no puedes estar tranquilo mientras yo sufro... ―sollozo.

― ¿Y acaso crees que no sufro? ¿Crees que soy un robot sin sentimientos? ¿Eso crees? ―pregunta con voz dolida y niego con desdén.

― No.

― ¿No? ¡¿No?! ―exclama―. Vienes aquí en ese estado de demencia, y ni siquiera me explicas...

― ¿Acaso no es obvio?

Mi mejilla arde cuando limpio mis lágrimas y avanzo hacia él con enojo, y él también avanza hacia mí a la defensiva, anticipa mi golpe con sabiduría, pero mi mano izquierda actúa con fuerza propia y lo abofetea.

― ¡Cálmate de una maldita vez, Grace! ―grita encolerizado―. ¡Cálmate ahora, joder!

― ¡Muérete! ―digo en respuesta, y él me agarra con fuerza y me lanza al sofá, en un movimiento extremadamente rápido me coloca boca abajo y se sube a horcajadas sujetando mis manos sobre mi espalda. Muevo mi cabeza hacia un lado en busca de aire, y grito que me suelte.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora