Capítulo 5

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*Narra Mirana*

Simplemente me quedé mirándolo. Su mirada estaba totalmente clavada en la mía, con la luz que iluminaba la habitación su cara parecía un cómic, con la mitad en sombra y la otra totalmente iluminada.
Olía a manzana, dado que tuve que saquear su frutero para deleitarme mirando cómo dormía. Cómo su respiración totalmente regular hacía subir y bajar su pecho, y cómo el frío de la noche hacía que juntase sus piernas para calentarse los pies bajo las sábanas.

Otra vez tengo esas fuertes ganas de abrazarlo, simplemente para estudiar sus diferentes reacciones. Puedo notar todos sus cambios de humor, y cómo dependiendo de las situaciones al decirle la misma cosa piensa unas cosas, u otras. Por ejemplo, ahora tiene un sentimiento de incomodidad, o eso siento.
Traga saliva con pesadez y yo me estremezco. Tengo sueño y debería dormir. Me recuesto en la cama otra vez y Jack pasó su brazo alrededor de mi cintura, y caí en un sueño profundo y oscuro.









Camino por un frondoso bosque, había árboles, arbustos, plantas y hierbas por todas partes, a la vez que pequeños insectos revoloteando alrededor de mi cabeza. Miré mis pies, estaba descalza. Joder, estaba totalmente desnuda. Al ver mis manos me di cuenta de que tenía tatuajes a lo henna cubriendo mis brazos y mis pechos, tenían diferentes tonalidades negras, grises y algún azúl, pero era escaso. Seguí la senda, y acabé llegando a la orilla de un río, en el cual había miles de mariposas volando por encima de mi cabeza. Dejé de andar al notar que los dedos de mis pies comenzaban a tocar el agua. Inconscientemente levanté mi brazo y todas las mariposas se posaron sobre los puntos azules de mis tatuajes, creando un hermoso traje, que hacía que mis pechos y mi cintura quedase cubierta por maravillosos colores.
Del agua salieron primero burbujas, en grandes dimensiones, y poco a poco iba emergiendo una figura negra, con una persona que no sabía reconocer montando sobre ella. Al acercarse pude distinguir rasgos:
Sus ojos azules, su larga cabellera color chocolate, y esa figura de jarra que la definía. Mi abuela.
- Hola, abu.

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