Capítulo 10

5 2 0
                                    

Narra Jack.


Bennet había pasado y estábamos juntos en la cocina, sentados alrededor de la encimera.

- Té negro, no demasiado caliente.- Su forma de pedir las cosas me enfada. Se me quedó mirando, como esperando una respuesta, o que simplemente me levantara y le preparara lo que había pedido.- Tampoco demasiado frío.

Me levanté y cogí una taza de color rosa y la llené de agua. Me acerqué al microondas, lo abrí y metí la taza. La puse a calentar un minuto y medio, pero ojalá se abrasara la lengua.


- ¿Y para qué has venido?

- Tú eres el novio de Mirana, ¿me equivoco?- negué con la cabeza.- Está claro. Yo nunca me equivoco. Se te va a chamuscar el agua, guapo.- reaccioné y saqué la taza.

Busqué las bolsitas de té en el armario donde guardaban las galletas pero no lo encontraba.

- Están en el tercer cajón de la esquina.- lo miré y me levantó una ceja.- ¿Te gusta lo que ves?

Pestañeé dos veces y me acerqué donde dijo. Y allí estaban, perfectamente colocadas, las cajas de infusiones, entre ellas la de té negro. Me la llevé a la encimera y la posé cerca de Bennet.


- ¿Amigo de la familia?- Carcajeó muy, muy alto. Realmente su prepotencia me enfadaba.- ¿Qué es tan gracioso?

- Nada, es solo que yo no suelo definir la relación entre Jess y yo como "amigos".-levanté ambas cejas.- ¿qué? ¿Acaso crees que los niños emergen del mar o algo?

- No, claro que no, es solo que creía que ella estaba con...

- Con Abaddon...- Puso los ojos en blanco.

- ¿Ese es el nombre de padre de Mirana?

- Sí. A propósito...¿cómo va con su intento de suicidio?

- Sigue en el baño...- Removía su té con cautela.

- ¿Lo de la taza rosa lo has hecho por algo?- me miró inexpresivo y volvió a levantar una ceja.- No me gusta el rosa, querido.- y sin más dilaciones pasó su mano alrededor de la taza cambiando el color rosa por negro con pequeños brillitos de purpurina.

- Ahora entiendo por qué sabes tantas cosas. Eres un mago...

- No exactamente. Soy un mago excepcional, al que le encanta el negro, domina la adivinación y, como tú ya sabes, es un prepotente y un arrogante. Hola, cariño.- se levantó de la silla y se acercó al pasillo por el cual Mirana salió con las mejillas rojas y los ojos hinchados.

Bennet era, los suficientemente alto como para medir uno noventa, de unos veinticinco años, con el pelo detrás de las orejas, oscuro, y de tez morena. Sus gruesos labios y su arrogante sonrisa lo hacían bastante guapo, y sin dejar atrás ese cuerpo de escultura griega que dejaba mucho que envidiar al mío.

Mirana parecía haberle reconocido porque corrió a abrazarlo.

- ¡Bennet!- él la abrazaba con sus brazos por la cintura, y ella rodeaba su cuello. Después de tres minutos en la misma posición se separaron y Bennet dejó un beso en la frente de Mirana.- ¿Dónde te habías metido?...

- Estuve viajando por Canadá. Jack, la foto que encontraste hace un rato, en la que salía Mirana con sus padres, déjamela.- Saqué la foto del bolso de Mirana y se la acerqué, él la cogió y la acarició.- Tenía un hechizo, por si tu padre volvía. Tu padre no podría tener tal cuerpazo.

Mirana reía, y por un momento dejé de odiar a Bennet. Ella me miró y yo sonreí, ella me imitó. Miré la foto y vi que Abaddon ya no estaba, en su lugar aparecía Bennet.

- Encanto, hay que encontrar a tu madre.

- Bennet... él se la ha llevado, ¿cómo vamos a encontrarla?...

- No va a ser fácil, hay un conjuro que protege su mente, su cuerpo y sobre todo sus sentimientos. Si no conseguimos sacar a tu madre no podrá sobrevivir mucho tiempo, ya sabes que necesitáis comer tanto sentimientos como la comida humana. He mandado a tu perro a seguir su rastro, pero de momento no he recibido nada.


- ¿Puedes contactar con Jessica?- pregunté.


- Dámelo.- supe de inmediato de lo que se trataba, así que saqué la chapa del bolsillo y se la entregué.


Se acercó a la taza de té y la metió allí.


- Jack, prepara un termo de agua caliente y guarda unas cuantas bolsas de té en la mochila.- hice lo que me ordenó. Lo miré, estaba bebiendo de la taza.- Está... dormida, es demasiado difícil para mí contactar con su mente así. No, no puedo...

- Bennet...¿eres un mago excepcional o no?- le reté con la mirada.


- No intentes retarme, Jack...- me crucé de brazos sin dejar de mirarle. Volvió a coger la taza y se bebió hasta la última gota. Cerró los ojos y apretó la taza entre sus manos.-Está bien, no la ha tocado...intenta decirnos algo, quiere hablar, pero no puede despertarse, ¡y yo no puedo hacer nada!- arrojó la taza contra una de las paredes de la cocina haciéndola añicos. Un golpe seco, acompañado por otros más pequeños. La chapa permaneció flotando en el aire.

- Vámonos ya, Bennet... Jack.- Me tendió la mano, y después de coger cada uno nuestras mochilas, nos fuimos.



El coche de Bennet era espacioso, era de color negro. En las llaves pude ver que tenía colgado una cabeza de alien, y una estrella de cuatro puntas muy brillante.


- ¿Tenemos que cargar con Jack por algún motivo?


- ¿Puedes dejar de hablar de mí como si no estuviese aquí?


- Es mi novio, Bennet.


- Es jodidamente humano, cariño.


- ¿Y eso qué?


- ¿Sabes hacer algo?- se giró para mirarme.


- Puedo aprender.- me encogí de hombros.


- Yo no seré quién te enseñe. Vamos al colegio de magos, allí nos dirán qué hacemos contigo.


El motor se puso en marcha y el calor comenzó a emerger, entre los engranajes, entre los problemas que nos rodean, y entre el dolor que estos nos causan... Y el vehículo avanzó, dejando atrás un hogar, lleno de cariño, lleno de recuerdos que hacen de cada persona lo que son. Dejando atrás una vida, haciéndonos pasar de página, acabar el capítulo y empezar otro.


- En marcha...






























ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora