Capítulo 3

31 4 1
                                    

*Narra Jack*

Mirana estaba tan guapa... Habíamos ido al parque, pero apenas había gente hoy.

- Me gusta tu camiseta, Mir.

- Oh, gracias...- se sonrojó.

- ¿Tienes hambre?

- Muero de hambre- carcajeó al igual que yo.

Saqué los sandwiches de la mochila y le ofrecí el suyo. Empezamos a comer.
Tenía una camiseta de Harry Potter, decía: Lumos Maxima.
Y llevaba unos vaqueros rotos y desgastados, y su mochila era de un color más oscuro que su camiseta, al igual que sus botas.

- ¿Y qué vamos a hacer después de comer?- me preguntó mirándome a los ojos.

- ¿Quieres que vayamos a mi casa? Podemos jugar alguna partida al Call of Duty...o no.

- ¡Sí! Me encanta jugar con gente...- bajó la mirada.

- Genial, pues ya tenemos plan.

Acabamos de comer y nos pusimos de pie. Tengo que preguntar la cosas, quiero saber sobre su vida.

- ¿Y qué mas te gusta hacer?- me miró sorprendida.

- Leer...y escuchar música.- leer no me apasionaba, pero podía hacerlo.- ¿y a ti?

- Jugar a la play... Y escuchar musica también.- asintió y dejó de mirarme para fijarse en el camino.

Había gente en la fuente, salpicandose entre ellos, pero hacía frío. Pasamos demasiado cerca y empaparon a Mirana, que se quedó muy quieta, a la vez que impresionada. Estaba anocheciendo y se levantó viento, esto solo empeoraba las cosas.

- ¡Oye! ¿No tenéis nada mejor que hacer? Los Lunnis ya se han pasado...- grité a los niños. Mirana estaba empezando a tiritar. La dejé mi abrigo, pero no lo aceptó.- No voy a dejar que enfermes, así que toma mi abrigo, ya.

Apartó mi mano de ella y se cruzó de brazos. Ahora se pone cabezona.

- Bien. Tú lo has buscado...- la sujeté y no la dejé moverse.- quítate la camiseta.- yo me quité la mía. Me miró confundida y asustada.- toma, cambiante, no voy a mirar- puso los ojos en blanco y cogió mi camiseta, apartó mi cara de ella con su mano para cambiarse. Me empujó para salir de mis brazos, ya se había puesto mi camiseta y había sacado por debajo la suya, que estaba empapada, la mía la quedaba enorme.

Reí.
Me miró mal, yo solo pude reírme más. Corrí hacia ella y la abracé por detrás. Ella cedió, pero se giró y quedamos frente a frente. Nuestros alientos se rozaban, y a nuestras caras las separaban pocos centímetros.

- Gracias- susurró. Y se apartó lentamente saliendo de mi alcance. Eso me dolió. Nos acercamos a mi moto, y nos fuimos a mi casa.

Tardamos pocos minutos en llegar. Yo solo tenía puesta mi chaqueta y mis pantalones, por lo que subí a cambiarme, mi madre estaba en la cocina y Mirana me acompañaba arriba.

- Ala, cuantos pósters...

- Me gusta tener mi habitación a mi gusto.- rió levemente.

Fui a mi armario y saqué una camiseta normal y corriente. Me quité el abrigo y me la puse. Me di la vuelta, Mirana estaba mirándome espectante, la miré a los ojos pero no apartó la mirada. Extendió sus brazos para que la abrazara. Me acerqué y la rodeé la cintura, ella me rodeaba el cuello, pero tenía que agacharme, porque la diferencia de altura era grande. La levanté del suelo y lanzó un pequeño gritito que me hizo reír, pero la volví a bajar. La televisión estaba enfrente de la cama, pero Mirana seguía de pie. Mirándome. Me quedé mirándola yo a ella, y sin que se lo esperara la tiré en la cama, y fui a por los mandos para jugar. Cuando me di la vuelta ella seguía mirándome, esta vez con los ojos entrecerrados, yo reí, y ella también.

Comenzamos a jugar, y no era tan mala como pensaba. Me ganó dos partidas de cinco.

- Antes casi me besas- solté. Ella mató a otro jugador, y me miró.

- Yo no beso a nadie.

- Pues casi lo haces.- La miré.

- Creo que fuiste tú el que casi me besa...- se tensó

- Puede ser.- me encogí de hombros.

- ¿Por qué?- me miró.

- Supongo que porque me gustas - creo que dejó de respirar por un segundo.

- No sabes nada sobre mí... Ni sobre la idea que tengo del amor...

- Estoy aquí para escucharte, se que Noah te hizo daño, pero no todos tenemos por qué ser así.

- Creo que me gustas...pero eso no puede ser, no quiero hacerte daño con mi confusión, se que soy muy cambiante y nada estable.

- Necesitas tiempo... ¿Cuánto hace de lo de Noah?

- Tres meses y medio.

- Bien...puede que simplemente necesites pensarlo.
Me levanté para salir a la cocina a por algo de beber, y la dejé con la palabra en la boca.

- ¡Pero no me dejes sola!- corrió hasta mí.

- Cuidado con los monstruos...- reí, ella lo hizo sarcásticamente.
Bajamos a la cocina y ella me estaba agarrando la camiseta por detrás, como si temiera que me esfumase.
- Hola mamá, ella es Mirana.- Mirana salió de detrás de mí, muy roja.

- Hola... Soy Mirana.- mi madre la miró asustada.

- Cariño, ven aquí un momento.- la miré confundido, y luego miré a Mirana, que no quería soltarse.

- Mir, sueltame, solo será un segundo.-negó con la cabeza, se soltó y subió a mi habitación corriendo.- ¿qué pasa, mamá?

- ¿Cómo la has conocido? No me gusta, tienes que alejarte de ella.

- ¿Por qué? Es mi amiga, mamá, no va a hacerme nada, es una buena estudiante, sensible y amable...

- Porque es una farsante, y una mentirosa.

- ¡Mamá! ¡No la conoces! ¿Cómo puedes decir eso?- me di la vuelta y encontré a Mirana mirándome, en la parte de abajo de la escalera salió corriendo de casa y pegó un portazo.


















Eran las doce y media, y Mirana no daba señales de vida. No contestaba al teléfono. Estaba preocupado.

No aguanto más. Salí corriendo hasta mi moto y salí disparado de la finca que rodeaba mi casa. Iba a ir a la casa de Mirana cuando escuché un golpe en la parte trasera de la moto. Me giré y Vi una especie de animal deforme con los ojos muy brillantes. Me miraba. Perdí el control y caí. Me golpeé la cabeza y empecé a sangrar muy rápido. Al parecer el bicho no había salido herido, pues se acercaba a mí y me miraba muy espectante, como si le fuese a dar comida. Estaba tan oscuro que no lo veía...

De repente, todo empezó a ponerse negro... Y pensé en Mirana...
En su sonrisa...y en sus ojos verdes...en su pelo en la cara, casi rubio...
Te quiero, Mirana.

ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora