❁Dos rosas azules❁

361 65 10
                                    

Desde aquel día le insistía a mis padres para que me llevaran al "Ice Castle" a patinar. Al parecer tenía un talento en el patinaje, pues aprendí con bastante facilidad y rapidez, a pesar de que en ocasiones llegaba a caerme por falta de equilibrio, pero poco a poco fui mejorando ese aspecto con la ayuda de mi amiga Yuko, a quien le gustaba patinar igual que a mí.

A veces me hubiera gustado patinar junto a la chica de aquella vez, sin embargo esto no era posible, pues nunca volví a saber de ella. Siempre me preguntaba de donde provenía, el porqué nunca lo volví a ver, quería saber su nombre y que ella supiera el mío, además, quería escuchar su voz que seguramente era como la de un ángel, bueno... si en verdad podía hablar, puesto que la vez que nos conocimos no me dijo ni una sola palabra.

En fin, era solo un niño y no podía hacer nada más que patinar pensando en ella como mi inspiración  y la razón de las emociones que transmitía en mi patinaje, un amor puro e inocente.

Con el paso de los años, para ser específicos, al cumplir los 10, ya no requería que mis padres estuvieran al tanto de mí, así que me iba a practicar por cuenta propia, como Hasetsu es una ciudad pequeña no había problema en cuanto a la seguridad.

Un día que fui a practicar vi a una persona encapuchada que se estaba quitando los patines, por lo que asumí que había terminado de usar la pista; aquella persona extraña me volteó a mirar y me mostró una sonrisa, no alcance a ver su rostro del todo así que no pude identificar quien era, ésta siguió su camino y precisamente en ese momento Yuko me llamó:

—¡Yuri!, te estaba esperando—me sonrió.

Me di cuenta de que la persona misteriosa se detuvo por un momento cuando escuchó mi nombre, pero decidí no tomarle importancia y empezar a practicar.

Mientras patinaba sentía que alguien me observaba, para asegurarme me detuve por un momento y volteé a ver a mi alrededor, y ahí estaba aquella persona misteriosa, sentada en las gradas, acechándome con la mirada, la cual me hacía sentir incómodo, yo sólo me preguntaba quien era y por que me estaba observando. Le conté mi inconformidad a Yuko y ella sólo me aconsejo que lo ignorara, y eso fue lo que hice, pasaron los minutos y ya me había olvidado de que estaba siendo observado.

Al terminar la practica noté que ya no estaba la persona, seguramente se había ido hace rato. Me quité los patines y me despedí de Yuko, decidí dar la vuelta un rato y disfrutar el paisaje, si había algo que me gustaba de Hasetsu, es que era (y sigue siendo) un lugar bastante tranquilo, donde se podía escuchar el dulce canto de las aves y el suave sonido de las olas. Paré mi caminado para gozar de la brisa que jugaba con mis cabellos, cerré mis ojos y apareció por mi mente la imagen de la chica; en ese momento sentí que alguien pasó corriendo detrás mío, y por pura curiosidad volteé a ver, supuse que era la misma persona encapuchada que me había estado viendo patinar, noté que llevaba algo en su mano y también que su capucha se hizo hacia abajo, pero no logré verla con claridad, pues poco a poco se alejaba más de mi campo de visión. Por alguna razón, sentí cierta sensación agradable cuando pasó, y extrañamente parecía ir rumbo al Ice Castle, ¿será que ha olvidado algo? Intrigado, la quedé viendo hasta que desapareció de mi vista y me di cuenta de que empezaba a atardecer, entonces me di media vuelta y seguí mi camino para llegar a mi casa.

A la mañana siguiente que fui a patinar Yuko se acercó hacia mí desesperadamente.

—¿Qué pasa Yuko? ¿Por qué estás así? ¿Y esa rosa qué tienes? ¿Quién te la dio?—le pregunté extrañado.

—Disculpa si te espanté, sabes que suelo actuar así.—Avergonzada, se paso la mano por la cabeza.—Ven, siéntate, te lo contaré todo.

Ambos tomamos asiento en una de las gradas y Yuko se calmó un poco para contestar a mis preguntas:

—Lo que pasa es que ayer vino una persona con una rosa, parecía desesperado en buscar a alguien y se fue decepcionado al no encontrarlo. Hoy ha venido la misma persona, mencionó tu nombre y yo le dije que faltaban unas horas para que llegaras a practicar, por su cara me imaginé que no me entendió, creo que era extranjera. Parecía tener prisa en retirarse y me ha dejado esto para entregártelo—al terminar estas palabras, Yuko me dio una rosa azul acompañada de una nota.

Me quedé en silencio durante un momento para aclarar mis pensamientos y sólo se me ocurrió una pregunta para hacerle a Yuko:

—Aquella persona... ¿tenía cabello largo y plateado?

—¡Si! Y ojos azules, ¿la conoces?

Me agarré la cabeza con ambas manos, no puede ser... ella vino aquí para verme y yo no estuve presente... —Disculpa Yuko, ya no tengo ganas de practicar—me levanté y me fui corriendo hacia mi casa.

No puedo creerlo, me la he encontrado de nuevo pero a la vez no lo he hecho. Debí de haber ido a practicar más temprano para volver a apreciar su belleza de cerca... pero ya no puedo hacer nada, se ha vuelto a alejar de mí. Tuve una oportunidad y no pude disfrutarla.

No todo fue decepción, de hecho, aumentaron mis esperanzas, aquella chica se ha acordado de mí y me había entregado otra rosa azul al igual que la primera que me dio cuando nos conocimos. Estas esperanzas se incrementaron cuando leí su nota, estaba escrita en un japonés la verdad muy malo, pero entendible:

Te aseguro de que nos volveremos a ver.

Blue Roses #AwardsOnIce [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora