Todo es oscuro, la niebla es más espesa, sentado en un columpio, escuchando el rechinar de las cadenas oxidadas, puedo verme allí, a mí, al Samuel de Diez años.
—¿Mamá?— el niño pregunto en medio de la obscuridad, haciendo eco su voz.
—Aquí Samuel— era la voz de su madre, por más que agudizaba su oído, no encontraba su origen, una ráfaga de viento paso por encima de él. Samuel comenzó a cubrirse los oídos, pero era inevitable, escuchar esa voz.
— ¡ABANDONADO POR NO SER QUERIDO! — cerro sus ojos, que al tiempo susurraba —no, no, no, no, no— Su corazón no tenía cavidad en su pecho.
¡TIM, TIM, TIM, TIM!
Con sus ojos bien abiertos, su respiración entrecortada, en su rostro se deslizaba golas de sudor, su teléfono sonaba, en la mesita de alado.
—Halo— dijo, encendiendo la luz de aquella lámpara azul.
— ¿Samuel? — dijo una voz cantarina a través de la línea.
—Sí, ¿Mariza?, son las tres ......de la mañana— dijo el muchacho mirando el reloj.
—Me encuentro en el terminal, necesito ayuda, podrías venir lo más pronto— dijo Mariza, cortando la línea.
Samuel, aún seguía en la pesadilla, se puso en pie, con los ojos somnolientos, se colocó un jean y el abrigo negro que se encontraba en el ropero, tomo el morral, y Salió de la habitación.
La obscuridad yacía en aquel cielo gris, bastaba con respirar para sentir el frió en tu nariz, después de estar en un taxi veinte minutos, escuchando los pasillos de Julio Jaramillo, llego al terminal, donde solo existía luz en la boletaría, cerca de las ventanillas, se encontraba Mariza, podías distinguirla por el brillar de su brazalete.
—Que sucede— dijo el muchacho, seguido de un bostezo. La chica al escuchar su voz, tomo las manos de Samuel y en ellas coloco un ticket, se froto los ojos y entre la luminosidad de los faroles, leyó.
Realizaría un viaje, de eso estaba seguro, porque de su hombro izquierdo colgaba una mochila.
—Pues tu autobús sale en diez minutos— dijo Samuel, que al momento vio a Mariza de soslayo, tomo la mochila de la chica y con la otra mano dirigió a Mariza hacia la salida de los autobuses. A unos pasos más adelante encontramos el autobús, pues en el yacían muchas personas, colocando su equipaje en él. A tres asientos más adelante, junto a la ventana, Mariza tomo asiento. Al instante el autobús se encendió, Samuel, corrió frenéticamente a puerta de salida, pero esta ya se encontraba cerrada.
—vuelva a su asiento, joven— dijo un hombre alto, acompañado de una voz áspera.
—Pero— dijo Samuel, forcejeando la puerta y el hombre interrumpió.
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El Color de sus Ojos
Teen Fiction-Porque sencillamente no estudias Turismo- repuso Mariza. Pues aquello se cumplió con los años siguientes, comencé la carrera de Turismo, pues la idea de recorrer el Ecuador, no fue mía, pertenece a la chica que en cualesquier parte del universo s...