- ¿Puedes ponerle mermelada a mi pan?- dijo Mariza mientras Samuel lleva sus manos a la taza de café, el chico alzo la cámara muy cerca de ella, entre sorbos de café, Samuel la fotografió.Aquel lugar se había vuelto familiar, su aroma a café y además la cama elástica no era bueno en momentos de lluvia, al parecer lo único agradable es sentarse en la estación y platicar, por ello valoro la lluvia.
-Compra otro- agrego el chico.
-¿Que?- respondió, regresando del remoto pensamiento.
-Otro Brazalete- repuso Samuel.
-El brazalete es lo único que me tiene aquí, cuando tenía diecisiete años mi madre me lo regalo, es único en el mundo, aquel objeto de alguna manera inexplicable agudizaba mis oídos más de lo normal, por ello no tenía miedo a salir, decir esto es absurdo pero aquel brazalete era mi confianza, lo programaron en basa a donde vivo, con ello podía salir a lugares específicos donde no existieran gente en abundancia, es un objeto que a un ciego le da la oportunidad de vivir sin miedo, pero una vez que te lo ponen lo peligroso es quitártelo-
-El día que olvidaste el brazalete- interrumpió Samuel
-No lo olvide, aquel día me lo robaron, volví a enterrarme en la burbuja, es por ello que no eh terminado de recorrer los lugares que relata mi padre en la grabación; aquella noche mi madre fue a la policía, realizo una denuncia, a la mañana siguiente ya lo tenía de nuevo en mi muñeca, pero ya no era lo mismo, a pesar de reiniciarlo su vida útil había terminado- menciono, entre soplos y sorbos de café, Samuel ojeaba el brazalete, ¿Cómo podía un simple objeto, tener un valor único?
Didier: Creo que es hora de regresar a casa- a que se refería con ello, solo quería encontrar un momento para mí, aquí lo había encontrado y como debía mencionarle que ya no quería volver.
Didier: Mariza me escuchas
Mariza: ahhh, si Padre.
Didier: Necesito que vuelvas
Mariza: Lo eh pensado, tal vez,mi hogar solo está aquí.
Didier: ------
Mariza: ¿Papa?
Colgué el teléfono en su lugar, hace días que ya no llevo el brazalete conmigo, mamá me lo ha preguntado, ¿así me siento libre?, si me pierdo quiero hacerlo sola, por ello no he salido , tal vez aun no estoy preparada para perderme, lo único que conozco bien es casa , diez pasos, izquierda encontramos la cocina, cinco pasos en un mesa pequeña está el teléfono, derecha quince pasos encuentras el sofá y lo más importante la habitación, diecisiete pasos, la única puerta en el fondo.
La puerta principal sonaba con insistencia, al llegar a ella gire la manija.
-Tenías razón- dijo Samuel, dándome un beso en la mejilla.
- ¿Lo has reparado?- pregunte, camine hacia el sofá susurrando los pasos
-Esta algo estropeado, lo eh llevado a varios técnicos, todos mencionan que no tiene repuestos, ahora solo será un simple Brazalete, lo siento-aclaro con una voz agónica.
- Tal vez ya no deba usarlo- repuse sin animo.
-Pero como vas hacer para salir de aquí- dijo Samuel, sonaba preocupado.
-Para ello Mariza tiene un Samuel- dije, seguido de una risa.
-Desde hoy en adelante Samuel será tu guía-Susurro cerca de mi oído, podía sentir el calor de su aliento, al instante gire, pues había besado su nariz, reímos por un momento, pero a pocos minutos sentí su mano por mi nuca y sus labios rozando los míos, pues aquella electricidad volvía, ¿acaso Samuel era lo que buscaba?, un brote de adrenalina surgía dentro de mí, lo tome del cuello, la desesperación surgió, el deseo de tenerlo más cerca es incontrolable.
-Esto no está bien- dijo Samuel entre besos, la respiración es el único eco en la habitación -Mariza-agrego mientras me tomaba de los hombros-Mariza, para- quería silenciarlo por un momento, pero sus manos se posaron por debajo de mi camisa. Amor a primera vista, es lo que se menciona en muchas películas, que solo es necesario mirar sus ojos o solo mirar su sonrisa, aquello es una completa mentira, si, una bazofia de mentira, la verdad es que me había enamore de su voz, el calor de sus manos tomándome, aquello si inspira confianza, lo único que anhelo es ver su ojos.
¡Ring, Ring!
Es el sonido distante del teléfono, ¿en segundos pararía?, no fue así, a paso lento llegue a la mesita de madera mientras recogía mi cabello en una cola, tome el teléfono.
Agnés: ¿Señorita. Mariza?
Mariza: Pensé que nunca volverías a llamar.
Agnés: Lo eh encontrado.
Mariza: ¿qué?
Agnés: A su hermano.
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El Color de sus Ojos
Teen Fiction-Porque sencillamente no estudias Turismo- repuso Mariza. Pues aquello se cumplió con los años siguientes, comencé la carrera de Turismo, pues la idea de recorrer el Ecuador, no fue mía, pertenece a la chica que en cualesquier parte del universo s...