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Era sábado y ambos chicos estaban sentados en el sillón marrón en la casa de Tsukishima. Afuera helada y con una manta junto a una taza de chocolate caliente trataban de que no se les congelaran los dedos.

Kageyama y Hinata dormían en sus cuartos y Yamaguchi terminaba de hacer una tarea, seguramente en cualquier momento bajaría con una linda sonrisa y terminaría más que enganchado con la película que miraban. Era una de sus favoritas después de todo.

—Hey, Tsukki ¿puedo preguntarte algo?

—Ya lo hiciste—dijo con una sonrisa y le dio un sorbo a su café, acurrucándose mejor entre las mantas.

—¿Te enojarás?—volvió a hablar el pelinegro ignorando la burla del rubio.

—Sólo habla, ¿quieres?

—¿Quieres salir conmigo?—soltó rápidamente, con el nerviosismo bailando en su voz.

—Sí—y bueno, a Kuroo le agarró un casi paro cardíaco y pensó que moriría allí, ¡había dicho que sí!

—Tsukki, sabes yo jamás jugaría con tus sentimientos y aunque creas que yo-

—Nunca pensé de esa forma, bueno tal vez al principio pero al conocerte mejor me di cuenta de mi error—el rubio se sonrojo un poco por lo que estaba diciendo, él también sintiendo nervios—. Sería un tonto si pensara eso de ti luego de haber pasado tanto tiempo juntos...

Kuroo se acercó a Tsukki y le plantó un beso en la nariz, luego lo envolvió en sus brazos con el corazón martillando en su pecho y elefantes bailando en su estómago. Estaba más que feliz.

Iban a besarse, porque ya extrañaban ese tipo de contacto (sólo había sido un roce aquella vez, pero ambos anhelaban que volviera a pasar), pero el sonido de unos pasos bajando las escaleras los hizo separarse.

Yamaguchi apareció con un sonrisa y como había predicho Tsukishima, se sentó con ellos al ver la televisión.

To know us || KuroTsukiWhere stories live. Discover now