Miguel Sandoval
Hoy no es mi día, estoy de mal humor, pobre de aquel que no guarda distancia conmigo, Maisa me está haciendo la vida un infierno con el tema de quien es Victoria, no he dicho a nadie que tengo una hija, hace poco tiempo que he enterado que soy padre a los treinta. Sé que la quiero, pero aun estoy asimilando todo eso, no sé que hacer con una niña de apenas quince años.
¿Que hago para ser mejor padre?
Pues esa respuesta se quedara en el aire, porque la verdad no lo sé como va eso, Al menos mi exnovia Patricia, así se llamaba, hubiera escrito una carta con las informaciones necesarias para poder criar a victoria, nuestra hija.
y para ser un buen padre, intente darle todo que ella quería, puse en la mejor escuela, Victoria me contó que encanta dibujar, que en su antigua ciudad ella hacia clases de baile, no me dijo que clase de baile hasta que la vi baila. Mi hija baila perfectamente el balé, es igual que su madre en nuestra época, la conocí en ese teatro, bailando en las puntas de los dedos, con sus manos por encima de su cabeza, y ese rostro de ángel, - acudo la cabeza al recordar- mejor dejo de pensar en eso.
si será mejor.
miro a todos lados y no veo la señorita Grey, ¿Dónde será que se metió?, desde ayer me evita, y no será por mucho tiempo, porque mañana mismo tengo que ir para mi conferencia en el Caribe y ella vendrá conmigo sí o si, dispuesto a encontrarla, entro en mi despacho, me sentó en mi silla y busco el número personal de la señorita Grey, sé que va en contra mis reglas, - Llamar mis empleados en sus celulares personales - pero Laila, - Bueno que digo, la señorita Grey - no me da otra opción.
Llamando a Laila Mount Grey
— Hola. - su voz es tan dulce y... y ta seductor... que dices Miguel — acudo la cabeza —
— Hola, señorita Grey, Soy Miguel Lorgan. necesito que vengas a mi despacho por favor.
— Quien te dio mi núm.... déjalo voy en cinco minutos. — la llamada se corta.
Ni me dio tiempo de decir nada más, me gusta tanto la forma tan natural de Laila, sé que esa mujer puede llegar lejos en su trabajo, la verdad, es una de las mejor trabajadoras que tengo en esa empresa, por eso quiero que venga conmigo a Caribe, sé que ella no puede por motivos muy personales, que en los cuales lo sé.
Sé que ni quiere dejar sus padres solos, por unos motivos muy buenos, sus padres están enfermos, y la verdad sé lo que ella se siente dejando les solos, pero soy egoísta, muy egoísta y quiero que ella venga conmigo sabiendo de su situación. Pero no puedo llevar a Maisa conmigo, después que hizo, no puedo tenerla cerca de mí. Sé que nuestra relación era complicada, y bastante abierta, pero saber que estaba con unos de mis peores enemigos, unos toques suaves en la puerta me sacan de mis pensamientos, y los agradezco.
— Hola, Quería verme señor Sandoval.
— Si, pase.
— Tú dirás.
— Sabes lo que quiero señorita Grey, Quiero que vengas conmigo a Caribe. - Me arrepentiré de eso mas adelante, pero quiero que venga conmigo.
— Señor, sabe que no puedo ir, sé que me necesita allá, pero tienes más de cincuenta empleados en esa empresa, y porque yo?
— Ya he rechazado señor y lo siento. — se levanta y me levanto al mismo tiempo que ella, cierro un botón de mi americana y no pienso.
— Laila Mount Grey, vienes conmigo. — Su cara de ángel ya no está, esta roja y creo que va a explotar, miro hacia sus labios y están en una linea recta, se abren y cierran, hasta parece que está contando, sus ojos están mirando hacia abajo. Cuando miro en sus manos, esos están en forma de puños, no pude evitar mis labios forma una pequeña sonrisa.
Cuando subo la cabeza sus ojos están mirándome atentamente, mi sonrisa desvanece y no sé dónde poner la cara, y la única forma es que ella me diga algo.
— ¿Por qué yo?
— porque si, y no se habla más, vienes conmigo, fin del cuento. — finalizo con una gran sonrisa en el rostro.
— Te odio
— Lo sé. — salió de mi despacho.
(...)
Laila Mount Grey
¿ Qué fue eso?
Cállate joder.
¿Qué huevo tiene de hablar así con tu jefa?
Cállate ya- digo otra vez a mi conciencia.
No sé por qué dije eso, no odio al señor Sandoval pero no sé que me paso, creo que alejar es mi familia así, me afecta, y no tengo tiempo de encontrar a nadie para cuidarlos, bueno por otro lado, ganaré el doble, tendré todo pagado y solo iré para ser su traductor.
Me siento en mi escritorio, la puerta del despacho de mi jefe se abre de golpe, el me mira y se va. miro al mi alrededor y no está mis compañeros, es raro, miro la hora, " oh dios mío" ya es tardísimo, llego tarde a mí otro trabajo, y hoy tengo que hablar con Martin que me iré por cuatro días de viaje con mí otro jefe, Martin no va a gusta nada de eso. recojo todo de mi mesa, dejo todo preparado para mañana y salgo a toda prisa.
El ascensor está abierto, corro un poquito y consigo cogerlo, pero a quien encuentro?
Tu jefe bastardo.
Ya sé que es mi jefe.
—hola, — digo en voz muy baja.
— Hola. — Dijo muy seco, se nota que esta molestó por lo que dije.
— Señorita Grey. — mi apellido suena tan bien en sus labios.
— Dime.
— Lo siento... — se rasca la nuca, se ve nervioso. — Pero necesito tu allí conmigo.
— L... lo siento señor pero sabe que... — él me interrumpió.
— mañana a las 6 de la mañana pasara a Graciela, una amiga que es enfermera, pasara esos días con tus padres, hasta que volvemos, no es necesario que pagas tú, será todo de mi cuenta. — la puerta del ascensor se abre. — nos vemos mañana a las siete y media.
— Gracias. — fue la única cosa que pude decirle.
Llego en casa, no me da tiempo ni de ducharme, me cambio y voy al club, hoy tengo que hablar con Martin del viaje, y no sé cómo empezar, salgo de casa lo mas rápido, paro el primer taxi, doy la dirección y arranca.
Ya en el club, las chicas ya están en la barra atendiendo, hasta una de las chicas me mira y con la cabeza me señala al despacho, y eso quiere decir que Martin quiere verme, doy dos golpecitos en la puerta y un pase muy cabreado de Martin se escucha a todo volumen, entro con todo mi cuerpo templando de miedo, los ojos de Martin están rojos, sus venas del cuello y de sus brazos están a la vista, y cuando el me mira. Veo quede levanta tan rápido que no me dio de defenderme.
¿Martin acaba de hacer lo que creo que es?

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Prométeme©
Romance¿ Y sí te fui queriendo a diario, sin una ley, sin un horario? #772 EN ROMANCE Esta historia esta registrada en Safe Creative bajo el código 1702090602643 Queda prohibida toda copia y/o adaptación de esta obra. Todos los derechos reservados.