Desde entonces, me di cuenta de que las chicas tenían razón. Era una pelota, una cerda, una marrana, yo era...
Era una MALDITA gorda.
Así empezó mi tortura...
⬆ ¿Qué tal un poco más de sentimiento mientras lees? ⬆
Ya no tengo fuerzas. Mi cuerpo se encuentra encogido; me hallo tirada en el aula de clases. No son horas de estar aquí, pero quiero que todos me vean, que contemplen lo que han hecho.
Todo en mí es culpa de ellos; son gente ignorante que sin reflexionar, podrían lastimarte, te escupen cosas traumatizantes.
Muchísimas gracias Jennifer, gracias Zoé y gracias Lizeth. Aplausos para ustedes. Las tres fueron el inicio de mi enfermedad. La muerte está fuertemente agradecida con ustedes.
No sé cuándo es el día de San Valentín en sus países, pero en Canadá es el 14 de Febrero. Se supone que es un día de alegría, amor y paz, por todos lados. Chicos regalando chocolates y peluches (o flores) a sus novias; corazones o papelitos de colores con cortas frases escritas pegados en los lockers...etc. Creo que hago parte de las pocas personas que no les pasa algo lindo el día de amor y amistad. Es como si viviera un viernes 13; el peor 14 de Febrero que pasé fue en el año 2016: Jennifer y las otras dos chicas siempre solían maltratarme verbalmente, pero... aquel día fueron más crueles. Recuerdo cada palabra, cada gesto, cada risa...
Es como si lo estuviera viviendo de nuevo.
Fui al vestuario y abrí la llave del lavamanos para beber agua, estaba exhausta; oí la puerta abrirse y la voz de Jennifer, Lizeth y Zoé. Giré en dirección hacia ellas.
-Chicas, miren, la pelota está agitada– Empezó Lizeth; la otras dos reían.
-Corrió menos de cinco minutos y suda como si hubieran sido treinta– Siguió Zoé. Sus palabras me estaban lastimando.
-Oye, cerda– Me bautizó Jennifer, empujando uno de mis hombros –Se te volvió costumbre venir al vestuario a descansar mientras nosotras seguimos corriendo ¿No?– Yo solo miraba hacia el suelo, como un niño al que sus padres estaban regañando –Te estoy hablando, estúpida.
-P-por favor, déjenme– Pedí, con la voz entrecortada.
-Habla en español, no en idioma cerdo– Zoé y Lizeth se echaron a reír –Deberías de ir al gimnasio, tal vez elimines todos esos bananitos que te cuelgan– Dijo, pellizcando mi grasa abdominal –Ni siquiera la camisa te queda. Qué asco– Miró con repudio –Entre tus gorditos podrías guardar comida chatarra, seguramente, hasta lo haces. Me iré a lavar las manos, tengo tu pegajoso e inmundo sudor en ellas.
Recuerdo que luego de haber realizado la acción, me tiró en el rostro el papel con el que se secó las manos, y antes de marcharse, me susurró al oído: "Eres una MALDITA gorda". Aquella frase fue un gran golpe para mí; de todos los insultos, ese fue, hasta hoy, el más grande. No sé porque, si ya me habían dicho peores, solo sé que aquella palabra nunca se borró de mi mente.
En casa, antes de darme una ducha, me despojé de todo, a parte de mi ropa interior, y me puse en frente del gran espejo de mi habitación. Observé atentamente cada parte de mi cuerpo: mis piernas estaban bastantes gordas y había celulitis en ellas, y estrías en mi vientre; mi cara se encontraba bastante redonda... envolví una toalla alrededor de mi cuerpo. Me dio vergüenza mostrarle a mis ojos como he dañado mi figura.
Desde entonces, me di cuenta que las chicas tenían razón; era una pelota, una cerda, una marrana, yo era...
Era una MALDITA gorda.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Casi, pero casi del casito, y casito del por poco, y por poco del por poquito y lloro😕 Si te gustó, te agradecería que votaras y comentaras.