Capítulo VIII - Obscuros secretos

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–¿Sabes que es más doloroso que te quiebren la espalda, que te hayan golpeado con una palanca hasta la muerte o que te dejen lisiado de por vida? –aquella silueta miraba el encuentro del parque que habían tenido ciertos muchachos de Gótica en una pantalla.

No lo sé–una silueta, la del segundo hombre levantaba con un tenedor una fina pieza de carne, de esas que parecían solo para gente de alto poder o riqueza-Pero puedo acostumbrarme a esta comida– la otra figura sonrió, mostrando una blanca y perfecta dentadura, burlándose internamente de la simpleza del segundo hombre.

Algo mucho más doloroso que la muerte propia, es ver caer a los que amas–El segundo hombre decidió irse, sabía que cuando su "jefe" se ponía en ese estado no había más que retirarse y dejarlo divagar en su mundo de imaginaciones y fantasías–Antes de que te retires chico...–el segundo hombre giraba para verle–¿podrás con el trabajo?–el segundo hombre no sonrió esta vez, a pesar de estar acostumbrado a hacerlo lo que le decía no le causaba gracia alguna.

–Puedo con lo que sea-aseguro, azotando la puerta de aquella obscura habitación.

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–Lo siento, no comprendo, ¿Qué me pides? –Dick ladeaba la cabeza tratando de procesar la situación. Un par de horas atrás ella lo había llamado, una especie de auxilio angustioso que no dudo en socorrer, sin embargo, cuando llego a la dirección que le habían mandado, solo la encontró devorando un trozo de pizza y una bebida gaseosa.

–Nada que no puedas cumplir–la chica llevaba unas enormes gafas, una peluca rosa y una bufanda que ocultaban la mayoría de su rostro, medidas para que nadie descubriera que la ayudante de Red Hood estaba a plena luz de día en las calles de Gotham–¿tenías que traer tu traje? ¿acaso no solo patrullas de noche? –ella lo miro de arriba abajo, el chico estaba confundido, no comprendía el actuar de la compañera de Red Hood.

–Yo...–ella lo jalo del brazo, dejándolo en un callejón solitario con un vago "regreso", afortunadamente, cumplió su palabra, entregándole un par de prendas, una playera blanca y unos jeans azules–¿Qué significa todo esto Scarlett? –preguntó intrigado por su comportamiento, sí, era verdad que conocía sus antecedentes, alguno que otro detalle, pero... ¿Qué hacía?.

–No creas que te pido una cita o algo así–ella le hizo señas para que se vistiera, pero Nightwing no entendía–quiero platicar sobre algo importante ¿ok?–el muchacho aún no muy convencido decidió acceder, después de todo, era una chica y el siempre era amable con ellas, algo que siempre se prestaba a malinterpretaciones–buen...–ella se quedo pensando mirando la parte baja de su espalda, pero recordando a cierto compañero de casco rojo–...cuerpo–ella sonrió ampliamente, dejando ver las comisuras de su boca sobre la bufanda.

–¿Ya puedo saber que esta sucediendo? –Dick empezó a caminar junto a ella, dando un largo paseo por alrededor de media hora hasta llegar a una especie de parque infantil abandonado, incluso tuvo un par de llamadas perdidas, nada de importancia.

–¿No tienes idea de por qué te llame? –ella fue a pararse delante de uno de esos juegos en forma de animales caricaturescos donde los niños se montaban, Dick empezó a ponerse a la defensiva cuando la mujer puso las manos en los bolsillos de su chaqueta.

–¿Tiene algo que ver con Jason? –ella no volteo a verlo, permaneció perdida entre el viento arenoso que pasaba entre sus pies.

–Para mi, casi todo tiene que ver con él–ante esas palabras Dick bajo la guardia, ¿estaría confrontándolo por lo que paso entre ellos? –antes de que mi rostro fuera...así–dijo bajando un poco su bufanda y mostrando las cicatrices en su piel–tenía una vida normal–continuo con su historia–amigos, pleitos familiares, salidas de diversión, ya sabes, cosas típicas...–ella dio un largo suspiro, mirando hacia delante–pero mi padre hizo algunos tratos con criminales, alguien me secuestro y bueno...todo termino mal–Dick se imaginaba algo así, al parecer en aquellos tiempos Bruce permanecía en una de sus desapariciones habituales, un crimen donde él no intervino–Jason me encontró, cuido de mi, si es que se puede llamar cuidados a sus tratos–soltó una suave risa, casi amistosa–y me convirtió en lo que soy ahora–El muchacho no parecía cómodo con la conversación, sin embargo, se adelanto a ella, quedando tan solo a un paso de distancia.

Me perteneceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora