2

7 2 0
                                    

Es mi recreo, estoy sentado en una de las mesas del café, yo solo.  Con un lápiz en mano y mi cabeza reposando en la otra, dibujo mis alrededores. Hay un cuadro en la pared y un reloj sobre este, al lado hay una foto del lugar, probablemente la tomaron años atrás, cuando la ciudad todavía era un pueblo chico. También dibujo a las personas, o eso intento. Hoy todo el mundo está en paz, no hay bebés llorando, ni adolescentes con actitud fuerte, no hay caras tristes, solo tranquilas. Esto me gusta. Aunque el lugar no se encuentra en silencio, puedo escuchar la música saliendo de los parlantes, el sonido de la lluvia y las máquinas encendidas y funcionando. Pero es como paz para mi. En casa, solía quedarme en mi cuarto todo el día, escuchando música, escribiendo, dibujando, tocando instrumentos, haciendo mi tarea, etc. No tengo muchos amigos, solo 3 verdaderos, los demás apenas me conocen. Mis padres son geniales, hacen lo que tienen que hacer y no nos molestan a mi hermana ni a mi, cada uno está en su propio mundo.

Disfruto estar solo, me da tiempo para pensar, y créanme, pienso un montón. Si pensar quemara calorías, yo probablemente sería delgado como el papel.

 La voz de mi jefe me saca de mis pensamientos, "Lucas, vamos, hora de trabajar" dice. Miro mi diario, mis abuelos me lo dieron una Navidad, desde entonces comencé a dibujar en sus páginas.

"Estoy yendo" le grito a mi jefe mientras me levanto de la silla.

 Detrás del mostrador de nuevo, comienzo a mirar a la gente en el lugar. Hay una pareja mayor sentada en la esquina, noté que vienen muy seguido, la señora siempre pide un jugo de naranja, mientras que el señor pide un café negro, <<Bien, ahora sos un acosador>> pienso.

Cerca de la pareja, hay una mujer joven con un niño, ella está muy ocupada con su laptop y el chico se está quedando dormido. En el lado del cuarto hay cuatro adolescentes, son las 9:30  así que probablemente faltaron a la escuela, o se ratearon.

Apoyo mi cabeza sobre la mesa y suelto un suspiro.

 El sonido de las campanas me advierten de la llegada de un nuevo cliente. Subo la mirada y me paro derecho, esperando al cliente. Es una chica joven con un libro en la mano, lleva puesto una chaqueta y jeans negros. Tomo su orden. Estoy aburrido de nuevo.

 Es en realidad, deprimente terminar el día de la misma manera que comenzó. Hoy fue un día tranquilo, comenzó así y terminó jodidamente igual. ¿Por qué no puede empezar pacífico y terminar emocionante? ¿Por qué todos los días son iguales? ¿Por qué no puede haber algo diferente? ¿Es eso demasiado pedir?

 Amo las preguntas, porque preguntar lleva a aprender, cuanto más aprendes más sabes, cuanto más sabes más comprendes el mundo a tu alrededor . Pero odio las preguntas sin respuestas, creo que todos lo hacemos. Sin respuestas, hay opciones, pero soy un humano indeciso, así que es difícil elegir. ¿Qué pasa si elijo mal? La única forma de resolver el problema es encontrar una respuesta.

CappuccinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora