Capitulo 15 - Bajo Presión

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Bajo Presión

"En primer lugar acabemos con Sócrates, porque ya estoy harto de este invento de que no saber nada es un signo de sabiduría" ―Isaac Asimov



El Sofá.

Para muchos, un simple asiento de dos personas o más, para otros, algo único y confortable.

Usados desde la antigüedad como tronos por los árabes y egipcios de la realeza, luego como símbolo de riqueza en Roma y gran parte de Europa y Asia, y más tarde, después de la industrialización, como parte esencial de cualquier hogar.

Los hay de diversas formas y estilos, para diferentes gustos y requerimientos.

De dos plazas, de tres y de cuatro, para cubrir radiadores, con esquinas, con camas plegables incluidas. 

Unos son rígidos, otros ergonómicos.

Los diseñadores usan todo tipo de materiales para elaborarlos, madera o cuero, con tapicería o sin ella, en tonos fríos o cálidos según el gusto de cada consumidor.

Los sofás son tan populares que hasta los artistas musicales como The Kooks o Ed Sherran han escrito canciones sobre ellos..."Podríamos ir a Berlín, Tokio o Jamaica, a través de las calles de Nueva York...A pasear por Las Vegas. Podemos ir a donde quieras, di la palabra, y te llevaré. Pero yo prefiero quedarme en el sofá, en el sofá...contigo" recitaba el coro del británico pelirrojo al ritmo del R&B.

Por otra parte, el Sofá ubicado en el departamento de Valentina no era un triclinum romano o un chaise longue del siglo XIX, pero le gustaba.

Era de dos plazas color verde manzana y cojines decorativos blancos, mullido, cálido y de esquinas redondeadas. Había permanecido en su departamento cuatro años desde que lo compró en IKEA a bajo costo, junto a dos sillones rojo carmín que le hacían juego y daban ese toque divertido a la sala.

Era más un objeto decorativo que de uso diario porque ella nunca estaba en casa para sentarse en él, pero cuando la ocasión surgía tomaba un libro de la estantería y se recostaba allí a leer, incluso en una oportunidad llegó a quedarse dormida luego de ver un maratón de la serie Sherlock.

En la actualidad quien le daba uso era Macklix, tanto al sofá como a los cojines, en forma de zorro o de humano, vestido o desnudo, para él no importaba mientras estuviese cómodo. Era su cama temporal hasta que se colaba en la de Valentina a la mitad de la noche.

Aquella tarde sin embargo, aquel sofá no estaba siendo usado como cama ni como mueble de lectura, fungía como juzgado para los hermanos Leto's, Jared y Tomo, mientras Valentina asumía el rol de juez.

Al ser un hermano más corpulento que el otro, Tomo mantenía a Jared arrinconado y con una pierna cruzada sobre la otra, una posición que ya le estaba pasando factura luego de estar allí alrededor de una hora discutiendo.

La acusación era simple: El robo de un diario y la posterior lectura sin el consentimiento de su dueña.

― ¡Es que de verdad no sé qué hacer con ustedes! ―chilló una vez más Valentina al borde de la cólera― El abuso es tan grande que no sé si debo sacarlos de mi casa a patadas o simplemente asesinarlos a golpes con el mismo diario que se robaron.

Ambos miraron, en lo que fue una fracción de segundos, la prueba del delito que reposaba sobre la mesita central antes de volver a fijar la mirada en Valentina, que recorría en pequeño espacio de un punto a otro haciendo señas con las manos y discutiendo igual que un conejillo de Indias disgustado. ¿Acaso debían lanzarle una zanahoria para que se calmara?

AntebelluM - 30 Seconds to MarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora