Milagrosa primera vez [BlackFrost]

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Etiquetas: Fluff
Resumen: Natasha contempla a Loki dormir y Loki decide que sus deseos de destrucción pueden esperar.

Él se envuelve y se enrosca a su alrededor una vez que está seguro de que ella se ha dormido. Es incauto, ingenuo al pensar que ella no se daría cuenta, que podía engañarla luego diciendo que aquello fue accidental, inintencionado, producto de su inconsciente. De hecho, tal vez esa estrategia habría funcionado, si tan solo hubiese sabido que en realidad ella no estaba no dormida.

Ella sabe que haber intentado siquiera pensar en que Loki se restringiría de hacer cualquier cosa que desease, habría sido una estupidez. Loki, un hombre que se sentía con derecho a todo, no conocía el significado de las restricciones. Para él las reglas y los «no» tan solo eran un obstáculo qué vencer, de una forma u otra, tarde o temprano, sin importar el medio.

Eso, aparentemente, aplica en todos los aspectos de su vida. Incluso cuando está dormido.

Natasha no se hacía ilusiones respecto a los hombres. Hace ya muchos años dejó de lado las expectativas y las esperanzas en ese aspecto de su vida. Sabía que, a pesar de que los días del hombre de las cavernas se habían acabado, la mayoría eran aun seres primitivos y de instintos básicos, sin importar cuán inteligentes o brillantes pudiesen ser. Aún reñían por cosas vanales, necedades sin importancia. Sabía que estaba en sus instintos pelear por sus tierras y sus mujeres, como si necesitaran la violencia y no el oxígeno como aliciente para expandir sus pulmones. Sabía que los hombres son criaturas posesivas con todo lo que consideraban su pertenencia, y eso incluía casi siempre, por desgracia, a las muneres. Es una forma misógina de ver el las cosas, una que inconscientemente la hace encogerse con un retorcijón en el estómago porque lo sabe. Ella ha estado entre los brazos de muchos hombres que han creído poseerla.

Pero él es diferente.

Si hay alguien que debería haber vivido bajo ese modelo estereotípico del hombre poseyendo a la mujer, el macho alfa proveyendo a la pareja potencíal, el guerrero cuya doncella sólo está para calentarle el lecho y rellenarle la copa; ese debería ser el asgardiano –jotun– que en ese momento estaba compartiendo su cama.

Loki atacaba con una una sonrisa endemoniadamente intensa, cegadora, y hasta cierto punto incluso macabra. Una sonrisa que delataba años –siglos– de experiencia, que reflejaba la facilidad con la cual podía quebrar la voluntad de cualquiera con un chasquido de sus gráciles dedos. El brillo de sus ojos siempre irradiaba su deseo de gobernar a aquellos de mente débil, esos que él veía incapaces de existir sin un soberano que los guiara. Natasha no lo diría jamás en voz alta, pero podía asegurar que Loki habría sido capaz de someter un ejercito de miles con un simple levantamiento de su ceja.

Así era él. Pero no con ella.

Hay cierta suavidad en él que no existía cuando estaba intentando luchar desesperadamente en contra de los vengadores. Una suavidad que a veces mostraba al hablar con Thor, aunque no la dejara salir por completo, siempre conteniendo sus emociones al máximo. Ambos son parecidos en ese aspecto. Ella también piensa que en la mayoría de los casos, mostrar afecto puede conllevar a parecer débil. A ninguno de los dos le gustaba parecer débil.

Pero a pesar de todo, ahí estaba. Sus brazos son largos, con una musculatura definida sin llegar a ser grotesca, flojos a su alrededor, pero ella ya conocía la fuerza que hay en ellos. Estaba relajado, pero aún así conseguía transmitir el sentido de posesión en su postura; un tipo de posesión completamente diferente a la demostrada por los hombres en su pasado. Su posesividad no era la machista, egoísta y necia que había experimentado con sus amantes anteriores, y tal vez fuese esa la razón de que por primera vez no tuviera ganas de huir.

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