What Bucky wants, Bucky gets [Stucky]

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Etiquetas: Sexo explícito
Resumen: Bucky es un bastardo provocador y Tony es una pequeña mierda

Bucky Barnes es una pequeña mierda.

No es que sus intenciones sean malas o que quiera causar problemas —al menos no la mayoría del tiempo—, sino que no puede evitarlo. Steve Rogers consigue sacar lo mejor y lo peor de su persona, de todas las formas correctas en que eso es posible.

Creciendo en la época que le había correspondido vivir nunca había sido especialmente reservado o aprensivo con lo relacionado a su sexualidad. No tenía reparos en invitar a una hermosa muchacha a bailar para luego utilizar una buena dosis de palabras dulces antes de meterse entre sus piernas. Y luego, durante la guerra, la situación lo dejó todavía con menos opciones; cuando el eco de las explosiones, los disparos y los gritos lo mantenían despierto por la noche. Porque cuando tu vida está en constante peligro no es difícil encontrar placer dondequiera que pudieses obtenerlo, y a Bucky no le importaba quién fuese la fuente de ello.

Excepto que eso no era totalmente cierto. La única persona que había significado algo para él entonces fue Steve, amigo desde la imfsmcia, hermano —mierda, y se suponía que Steve fuera su hermano—. Steve Rogers, un muchacho delgado y desgarbado que fue convertido en el pináculo de todo lo que era patriótico y moralmente correcto una vez que duplicaron su tamaño y peso. Steve, que había estado con Peggy —o algo así, más o menos, no de forma oficial— y que no se suponía que tuviese esas... Inclinaciones. Bucky tampoco había sospechado que tal vez fuese gay también. Seguro que estaba dispuesto a meterse en la cama con una hermosa chica de piernas largas y delicadas o con un compañero de armas, pero de nuevo, eso tenía todo que ver con el simple deseo carnal de tener sexo —de sentirse humano aunque fuese durante diez minutos— y nada que ver con sus sentimientos.

Pero claro, la guerra tenía una manera retorcida de mostrarle a las personas las cosas que realmente les importaban. Así que una noche, en la que Bucky estaba seguro de que él y Steve habían agotado toda su suerte —habiendo sido separados del resto de los Comandos en medio del jaleo, acorralados y obligados a esconderse entre los escombros de un edificio bombardeado en medio de la puta nada—, ambos convencidos de que no conseguirían salir con vida, les pareció completa y absolutamente racional tener algo de indulgencia consigo mismos y así acabaron con los labios presionados en un beso duro y febril que no se habrían atrevido a compartir cuando se encontraban en su pequeño departamento en Brooklyn.

Por supuesto, Bucky no murió –al menos no esa noche, no aún–, y los dos consiguieron volver al campamento con su equipo, salvos y casi totalmente sanos. Habían estado cerca de ser encontrados, sin embargo, por lo que el subidón de adrenalina no se había disipado del todo y era lo bastante intenso como para animar a Bucky a romper un montón de normas cuando arrastró a Steve hacia el bosque y lo sedujo hasta convencerlo de que lo empotrara contra un árbol hasta que su espalda baja resintió la fricción contra la corteza.

La situación continuó por el mismo camino. Compartían besos furtivos de vez en cuando, planeaban estrategias y luego se convertían en el solaz del otro. Lideraban a su equipo durante el día y, cuando podían salirse con la suya, pasaban la noche ahogando los gemidos en la boca del otro mientras sus cuerpos se embonaban y memorizaban entre si.

Durante seis meses fueron el secreto más oscuro y profundo del otro.

Y esa era precisamente la razón por la cual a Bucky no le importaba si estaban en público, en una noche de películas con el resto del equipo o en cualquier otra situación; si quería mirar, besar y tocar a Steve, lo hacía y punto. Se había prometido que si alguna vez tenía la oportunidad de disfrutar su romance con libertad y sin tener que ocultarse, gritaría sus sentimientos a los cuatro vientos (y lo intentó una vez desde la azotea, pero Steve lo haló lejos del borde, cubriéndole la boca y mirándolo con ojos mortificados).

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