Caos

4 1 0
                                    

Tengo la costumbre de pensar un poco de todo antes de dormir. En realidad, tengo la mala costumbre de, simplemente, pensar antes de dormir. 

Antes de dormir hay que desconectar el cerebro, alejarlo de todo, dejarlo volar. Y no, acá estoy yo preguntándome cosas que nunca van a tener respuesta, porque no soy ni médico, ni vidente, ni psicólogo, ni sé tanto de corazones, ni tanto de recetas de cocina, ni tanto de nada en realidad, porque no soy más que yo misma tratando de convencer a mi cabeza de que ya todo está en orden y puede dormir.

Cuando duermo con él parece tan fácil, me acuesto, respiro su olor y chau, me dormí. Sola doy mil vueltas y termino cayéndome del sueño sobre la almohada. Lo extraño cuando no está. El otro día le confesé que lo extraño horrores cuando me voy a acostar y cuando me despierto, se río de mí pero también conmigo, agregó "y para desayunar". Ahí lo supe, siempre fue él todo lo que necesité. 

Perdón si ésto no tiene mucho sentido, son las cuatro de la mañana y mi cerebro no está demasiado conectado aunque siga queriendo pensar. Siempre quiere pensar. 

La otra noche repasamos juntos los asuntos pendientes. En un momento de mi vida tenía muchos, después se fueron cerrando, a otros hay que cerrarlos a la fuerza. Qué loco ¿no? La vida cambia mucho y rápido, como si no fuera nuestra, como si sólo nos la prestaran un par de años. 

En algún insomnio de éstos pregúntense qué tanto cambió este año, pregúntense si se lo imaginaban así o cómo. Mi año fue una locura, soy de esas personas que creen tener todo organizado hasta que se encuentran en el caos de lo que era su orden. 

Mi caos me encontró en el medio de una pila de apuntes de una materia que recursé, googleando señales para saber si un pibe me quería y llorando porque toda la vida que había planeado se caía a pedazos delante de mis ojos. Justo en esa línea donde mi cabeza amenazaba con explotar él me gritó un poco, se enojó conmigo y estuvo 7 días (exactos) sin hablarme. Lo odié como nunca, pero cuando volví a mirarlo lo entendí. Sólo se estaba encargando de armarme de nuevo, como siempre y a su modo, nada ortodoxo pero muy efectivo. Después me dio la mano y gracias al cielo y a cualquier cosa que haya en él, no volvió a soltarme. 

Ahora no necesito googlear, porque con mirarlo a los ojos puedo ver que el desamor no existe y que si no te ama nadie es para vos, por eso es para mí y yo para él. Ahora veo todo muy claro, siempre y cuando, no pretenda dormir temprano. 

El mundo en mi cabeza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora