Cuando el amor duele.

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Natalie lo miró a los ojos un instante - Pero te quiero - le dijo con un hilo de voz. 

Ramiro sonrío con pocas ganas - A veces con querer no alcanza - fue todo lo que encontró para decirle. 

Ella volteo, no podía sostener su mirada. Dio un par de pasos mientras su corazón se rompía en mil pedazos y rogó que la detenga. Él no lo hizo, no por orgullo ni por falta de amor, sino por miedo. El miedo que los paralizaba continuamente, que les estrujía el alma y no los dejaba pensar con claridad. 

Él temía ser lastimado, a él le daba pánico que no funcionara. Ella, en cambio, sólo tenía un temor. Perderlo. Y estaba pasando justo en ese momento. 

Natalie caminó un poco más y juntó todos sus fragmentos rotos para echarle una última mirada, fugaz, por encima del hombro, con las esperanzas de que él no lo notara. Claro que lo hizo si sus ojos estaban clavados en su espalda, si no había un solo paso de ella que él no siguiera. 

- ¿Es todo? - preguntó con un nudo en la garganta.

- No - respondió ella negando con la cabeza - Ésto no se acaba sólo porque nos alejemos. Ésto recién empieza, terminará cuando me olvides y yo te olvide. 

- Nunca. - ¿Cómo iba a olvidarla si estaba clavada en él? 

- Pero dejas que me marche - le reprochó Natalie mientras una lágrima caprichosa se escapaba. 

- Porque es lo mejor. - la frialdad retomó el control de su cuerpo. 

- Lo mejor es que me dejes elegir, lo mejor es que me escuches y entiendas que solo quiero estar contigo. 

- Nos hacemos mal. 

- Entiendo - respondió frustrada y cansada de intentarlo. - Sólo recuerda que te quiero, que siempre fue así y siempre lo será. 

Y se alejó, él volvió a hablar pero no lo escuchó ni quiso hacerlo. 

El mundo en mi cabeza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora