Cuarta vez

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La cuarta vez, lo usó como una desviación.

Últimamente Erik hacía de profesor sustituto cuando alguno de los maestros más permanentes faltaba por alguna causa importante.
Eso significaba que tenía que estar en la escuela con más frecuencia y disponible —cuando no tenía sus propios asuntos urgentes, claro.

En aquel momento el hombre estaba bastante unido a "la banda de los X-Men de Charles". Aunque había algunos que todavía le temían debido a su pasado. A estos debía invitarlos a sentarse con él y Charles en las reuniones también.

Cada chico tenía un lugar en su corazón, del mismo modo que el primer equipo de jóvenes mutantes lo tenía, por supuesto, pero no podía hacer nada si tenía un favorito.

Y Peter... Peter era  definitivamente, su favorito.

Y por eso le dolía ver al niño anormalmente tranquilo.
Aquél día no había visto ni un sólo atisbo del velocista corriendo alrededor de la propiedad.
Hablando con los otros maestros, Erik se había enterado de que el niño no se había presentado a las clases en toda la mañana.
En el momento en que pensó ir a comprobar la habitación del chico, casi se sorprendió al oír la muy tranquila y distante voz desde el otro lado contestarle:

—Um... ¿Sí?

—Peter, soy Erik —dijo el hombre, su mano se cerró sobre el pomo de la puerta—. Voy a entrar.

Era un hecho, no una pregunta, por lo que provocó un suspiro en Peter. Podía decir que sí, o podía decir que no y luego Erik entraría de todos modos.

—Sí, vale.

Erik abrió la puerta para encontrar a Peter acurrucado en su cama, vestido con su ropa de día como si se hubiera levantado esta mañana, pero luego hubiera decidido arrastrarse de nuevo hacia la cama, sin siquiera molestarse en saludar realmente al día.

—Peter... los profesores dijeron que no has estado en clase en todo el día.

—No me siento bien —declaró Peter sin molestarse siquiera en sonar lo más mínimamente enfermo. Aunque era casi imposible que el velocista contrajera enfermedades comunes, las pocas ganas que puso en intentar mentir fue lo que realmente lo delató.

—¿Esperas que crea que estás enfermo? —cuestionó Erik con una ceja levantada.

—Espero que me dejen solo —contestó Peter simplemente. No había mordacidad o descaro en el comentario, simplemente lo dijo con un suspiro, como si hubiera aceptado una dura realidad de la vida que no podía hacer nada para corregir.

—Bueno, eso no va a pasar —dijo Erik entrando más en la habitación y cerrando la puerta tras de sí para dar un poco de privacidad. Luego se sentó en el borde de la cama, aplastando ligeramente la pierna de Peter—. Muévete a un lado. Estoy sentado aquí.

Peter simplemente se movió como le había ordenado, sin molestarse siquiera en oponerse a la intrusión en su espacio. Desde este punto de vista, Erik podía ver la cara de Peter, una mezcla de culpa y preocupación salpicaba su rostro, como si fuera pintura en un lienzo. Se inclinó hacia delante, apartando algunos de los cabellos plateados a un lado. El niño probablemente debería cortárselo pronto.

—Háblame.

El pánico afloró a la expresión de Peter y desvió rápidamente la conversación.

—Sé que tenemos toda esa  broma de "papá" dando vueltas, pero Jesús. No se supone que debas empezar a actuar como un padre de verdad.

—Peter...

—¿Debo empezar a llamarte papá a tiempo completo? ¿Papio? ¿Paperoni? ¿Papicaly...?

—Peter, ya es suficiente.

—¿Estás seguro? Tengo mucho más.

—Estoy seguro de que sí —respondió Erik, sin pérdida de exasperación—. Pero quiero oír el motivo por el que estás faltando a clase. Odiaría tener que meterte en problemas con el profesor porque estás siendo difícil.

Peter se quedó en silencio, de nuevo. Una reconfortante mano se posó en su hombro.

—No tienes que hacer frente solo a lo que sea que ha sucedido.

La idea de decirle al hombre acerca de la llamada telefónica que había recibido esa mañana, y sobre el hecho de que su hermana melliza se había escapado, no era precisamente algo que pudiera hacer. La carga de su hermana y todas sus complicaciones eran sólo suyas.

—Hey, ¿Erik?

—¿Mm?

—Vete a la mierda.

En cinco ocasionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora