MARKED. Adaptación. Larry Stylinson

Capítulo Diez

Louis

Louis pasó el sábado abatido. Niall hizo lo mejor que sabía: lo abrazó con fuerza, manteniéndolo abrigado en su calor.

—Creo que el amor es la mejor y la peor cosa del mundo —dijo Niall—. Sabes por qué es la peor. Sabías que Josh era un imbécil desde el primer momento en que lo conocías. Sabías que mi apego por él nunca iba a terminar bien —se burló—. Diablos, hasta yo sabía que no era una buena idea.

»Pero la belleza del amor está en la manera en que puedes ver a la gente. —Niall respiró, estremeciéndose—. La cosa es que, incluso el imbécil más grande del mundo tiene un lado bueno. Nunca es una cosa de todo o nada. No excusa las acciones del imbécil. Eso no es lo que estoy diciendo.

»Verás, nunca conociste la mejor parte de Josh. Era como era por cómo creció. Gran parte de su comportamiento idiota se debía a que tenía miedo de lo que pudiera suceder. —Niall resopló—. Con buena razón. Viste lo que me pasó a mí. Cualquiera estaría aterrado de eso, por lo que fue un idiota en un intento exagerado por cubrir su homosexualidad.

»Pero eso no era todo de él, y tampoco era quien quería ser. Yo llegué a ver ese lado secreto de él. Era dulce. Tal vez solo por un par de horas cuando mucho, pero vi a una persona de la que valía la pena estar enamorado por esas horas.

»Porque me dio toda su dulzura y entendí por qué el Josh idiota existía, lo perdonaba por esa parte de él mismo. No iba a funcionar a largo plazo, y no era saludable, pero no me arrepiento de haberlo conocido de esa manera. De una manera en que nadie más llegó a conocerlo en ese momento.

Louis sollozó, acurrucándose en el hueco de su brazo.

—Harry no es un idiota.

—Lo sé, Lou. Solo digo que ese es el lado positivo. Sabes de los cientos de personas, probablemente miles de personas que pasarán a su lado cada semana, y no tendrán ni idea. No llegarán a ver lo que tú ves.

—Qué suerte la mía —murmuró Louis, pero a pesar de sí mismo, sonrió. Luego gimió—. Quiero odiarlo ahora mismo.

—Lo sé.

—Él piensa que lo hace —dijo una voz demasiado alegre.

Louis suspiró. Estaba a punto de recibir otra opinión.

Efectivamente, Zayn se metió en la cama al otro lado, de cara a él. Retiró la manta hacia abajo para ver su rostro.

—¿Quieres saber un secreto? —preguntó.

—No a menos que sea que puedes borrar la maldita cosa —dijo Louis.

—Puedo hacerlo tuyo, lo sabes.