MARKED. Adaptación. Larry Stylinson

Capítulo Trece

Louis

Harry había estado actuando extraño los últimos días. Era esquivo y distraído, demasiado callado. Habían estado viendo muchos más documentales porque había mucho menos conversación. Algo andaba mal. Él creyó leer tristeza y algo cercano a la desesperación escrito en su rostro. Hacía que le doliera el corazón, pero cuando le preguntaba, él siempre decía que nada andaba mal; que solo tenía muchas cosas en su mente.

Más de una vez, Louis atrapó a Harry con la mirada fija. Parecía ser descarado al respecto. Cuando le preguntaba « ¿Qué es?», él solo replicaba que era nada y desviaba la mirada. Siempre, había una curiosa, quizás dolida, expresión en su cara cuando lo miraba.

Louis le dio espacio. Dejó de llamarle la atención por los largos silencios y sus respuestas inusualmente cortas cuando discutían lo que habían visto. Louis siempre tenía mucho que hacer, por lo que se ocupaba con el trabajo al otro extremo del sofá mientras miraban, fingiendo que no estaba mirándolo por el rabillo del ojo.

Para el viernes, Louis no podía concentrarse. Estaba francamente preocupado por él. La tristeza y la extrañeza se habían convertido en una presencia física a su alrededor, como si se hubiera levantado una barrera entre ambos, y no podía soportarlo. Sin embargo, no sabía cómo presionarlo. No podía seguir insistiéndole para que le dijera qué estaba mal.

Bajó la portátil y cogió un bloc de notas, garabateando ociosamente y captando uno que otro minuto del documental que estaban viendo sobre la guerra contra las drogas en América. Normalmente, se habría sentido fascinado, pero estaba consumido por Harry. Le había hecho a Tanya unas preguntas sutiles, tratando de averiguar si alguien en su familia estaba enfermo o estaba teniendo problemas en el trabajo.

Louis estaba tan distraído por la incógnita, que no se dio cuenta cuando Harry se acercó hasta que estuvo tan cerca que podía ver lo que estaba garabateando. Sabía lo que él estaba viendo; sus ojos estaban clavados en la página. Se estiró y pasó la yema del dedo a lo largo de la vid que él había dibujado a un lado de la hoja.

Cuando sus ojos se encontraron con los suyos, Louis se quedó sin aliento por razones que no pudo comprender. Era como si una guerra se estuviera desarrollando en el verde moteado con dorado. No tenía idea de cómo leer esa mirada, y aún menos tenía idea de por qué lo ponía nervioso. ¿Por qué se sentía como si algo grande estuviera por suceder? Algo que tenía el poder de destruir a uno de ellos, ¿pero a cuál?

—Este es tu tatuaje —dijo, su voz tranquila pero no preguntando.

Parpadeó. Lo que fuera que estuviese esperando, no era eso.

—Sí. ¿Cómo lo sabes?

Él apretó los labios mirando hacia todos lados. Parecía como si se estuviera mordiendo el interior de la mejilla, pero no podía estar seguro. Por instinto, se acercó y puso su mano sobre la de él.

—Harry, ¿estás bien?

Sus ojos se movieron hacia los suyos, y de nuevo, fue golpeado por una sensación casi sofocante de pesadez, aprensión. Observó su nuez de Adán cuando tragó y respiró profundo.

—Necesito mostrarte algo.

El ceño fruncido de Louis se elevó cuando él comenzó a desabotonar su camisa. Levantó la mirada.

—¿Qué estás...?

Algo en sus ojos lo hizo callar. Miró hacia abajo y se quedó sin aliento.

No había visto su tatuaje sin adulterar en años, pero de repente, allí estaba. Antes de que pudiera pensar en lo que estaba haciendo, estiró la mano y presionó la palma sobre su pecho, casi pero no del todo cubriéndolo. Casi esperaba sentir lo espeso del maquillaje, pero no lo sintió. Era real.