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Penúltimo capítulo.

“Dias, meses, pasaron entre la pequeña relación de Ruben y Samantha. Los cuáles se mantenían enamorados como siempre, y juntos como nunca.

Estaban en un hotel, en el norte de Madrid, donde se podían ver cosas maravillosas, arboles con hojas verdes y flores naciendo con variados colores, que mantenían la primavera viva. Aún que sea una época, en la cuál no se puede hacer mucho, era la favorita de Samantha, ya que podía oler hermosos aromas y hacer sus famosas coronas de flores, que le parecía demasiado tierno a Ruben.

Estaban mirando una película, juntos en el sillón. Ruben estaba recostado en las piernas de Sam, la que pedí urgentemente una cama para poder caer en los brazos de morfeo.

—¡Sam!, no te duermas prometiste que mirarías conmigo la película amor.- le regaño Ruben a la chica.

—Lo siento, pero necesitó dormir.- Aclaro parando la película con un pequeño control.

—Siempre lo mismo.- Dijo Ruben y procedió a ir a la cama.

—Amor, no te enojes.- Se sentó arriba de su cintura.-Sabes que podemos hacer otra cosa.- Dijo, logrando que Ruben capte el doble sentido.

Y así fue, ya que Ruben la empujo para poder juntar sus labios y lograr un beso exagerado y apasionado, si, de esos que calientan a Samantha.
Estaban ocupados, quitando sus prendas, y cuando finalmente ambos quedaron en ropa interior, empezaron una nueva batalla de lenguas. Ambos lo hacían con amor y con un poco de rudeza.

Hasta que en un momento, Ruben abrí el cajón sin mirar para poder sacar un pequeño sobre brillante. Y Samantha pudo notar en el cajón, una bolsa con contenido extraño y con un color blanco.
Samantha salio de encima de Ruben, y se dirigió a la mesita de noche, y saco el paquete blanco.

—¿Ruben, qué mierda es esto?- Dijo mostrándole el sobre.

Ruben sorprendido la miro, y titubeo un poco.

Hum, mira... Esto no es mío.-Contesto rascándose la nuca, era algo que nunca podía evitar cuando estaba nervioso.

Ruben, no soy estúpida. ¿Te has estado drogandote?- Dijo acercándose a él.

Ruben no contesto nada, solo tapó su cara con sus manos, y procedió a mandarse solo a la mierda.

—¡Qué poco hombre eres joder!- Dijo agarrando su ropa y vestirse para poder irse.

—¡Samantha tu no lo entiendes!- Dijo poniendose su pantalón.

Entiendo todo, y a la perfección. ”

3 a.m.; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora