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Samantha seguía a Ruben, la cocina, podía verse que había comido unas patatas fritas, con un poco de carne.
En el living, su ropa tirada, sus videojuegos, sus mandos, consolas, de todo un poco.

Llegaron a la habitacion en pocos segundos, y pudo notar, que sí estaba ordenada. Samantha presto atención, a las fotos que tenía en la repisa que habían puesto juntos, que se mantenía estable, con unas fotos de ellos y de su madre y hermana, unas adorables y dulces personas.

- Si quieres, puedes usar una camiseta mía.- Dijo interrumpiendo a la chica, haciendo que se sobresalte.

- Claro.- Dijo la chica sonriendo, de las billones y billones de sonrisas en el mundo, él y ella, tenían en claro cuáles eran sus favoritas.

Ruben no percato cuando ella fue a quitarse el vestido, es más, él ni despego la mirada de los lentos movientos de la chica. No pudo aguantar, llevar la mirada a su trasero.

- Díos, tantas curvas y yo sin frenos.- Susurro, para después morderse el labio.

La chica ya había se había puesto la camiseta, y pudo notar como ruben miraba embobado su cuerpo-y dejamos en claro, no tenia para nada que ver, con el de la muchacha del encuentro anterior-.

- Ruben, ¡Hola!, ¿Hay alguien?- Dijo acercándose a él.

- Disculpa, solo estaba mirando; ¡Que lindas piernas!, Puedes dormir aquí si quieres.- Dijo Ruben, llamando la atención de la chica.

- Claro, gracias.- Dijo aceptando la propuesta.- ¿Y tú?

- Dormire en el sillón, pero... ¿Puedo quedarme contigo Sam?

- Esperaba que dijeras eso.- Dijo abriendo otro espacio para Ruben."

3 a.m.; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora