Capitulo 8

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El tráfico es terrible, no lo digo por que yo tenga que soportarlo en primer plano; después de todo el trabajo está a unas cuantas calles, puedo ir caminado. Lo digo por el estresante ruido de las bocinas que debo soportar todas las mañanas camino al trabajo, y también por la Presidenta que, reiteradas veces, se queja de aquello, aunque de hecho nunca se ha quejado conmigo o Jungkook, más bien lo dice para sí misma todas las mañanas, como una rutina diaria.

En cierto modo me divierte.

Ya habían pasado tres semanas, más o menos, desde que comencé a trabajar. El personal de aquí es muy atento, he llegado a tener una buena relación con ellos; las chicas siempre me preguntaban cómo estaba, me daban sonrisas tímidas y unas que otras un tanto coquetas, aunque cuando yo se las devolvía aquellas chicas coquetas también se ponían muy nerviosas; los hombres, en cambio, me trataban con amabilidad, al menos los que eran mayores a mí, los menores siempre eran muy atentos y parecían tenerme confianza; se podría decir que les agradaba a todos, claro, todos excepto Jungkook. Él sigue igual que el primer día, distante y no habla más de lo que debe. Al principio pensé que así era naturalmente pero por los comentarios de otros trabajadores llegué a enterarme que de hecho él no era así, al menos no la mayoría del tiempo. Cuando pregunté la razón, no supieron darme una respuesta pues no sabían del todo la situación.

Algo que pude notar, y que a decir verdad me dejó intrigado, fue la reacción que tuvo hace una semana cuando la Presidenta me había hecho una broma alegando que era muy atractivo, me sonrojé y sonreí nervioso ante eso, quedándome sin respuesta. Para cuando la Presidenta salió de nuestra oficina a la suya, me percaté como Jungkook me veía serio, casi fastidiado.

Tal vez le guste la Presidenta.

Era una posibilidad pero no me la creo del todo, quiero decir, es nuestra jefa, ¿cómo podría verla de otra forma?

¿Acaso tú no lo has hecho?

Me regañé a mi mismo y a la vocecita que no paraba de atormentarme. Es verdad, no puedo negar que no he visto a la presidenta con otros ojos, después de todo es joven, inteligente y bonita, ¿cómo no podría sentirme atraído? Seguramente Jungkook se siente igual de atraído por ella y esa es la razón de su comportamiento.

Suspiré. Creo que le estoy dando muchas vueltas al asunto.

—Señor Kim —la voz delicada de la presidenta retumbó por la oficina, alcé la mirada—. Necesito que me acompañe al taller, quiero unas telas.

Asentí y me paré camino a la puerta, no sin antes mirar de reojo a Jungkook que nos ignoraba por completo.

Seguí a la presidenta, hablamos un poco en el transcurso. Bueno, ella hablaba, yo solo decía uno que otro monosílabo y no decía nada en concreto. Pensé que le molestaría, la mayoría de las personas toman a mal a alguien que es muy cortante pero parecía a relajada y a gusto, lo contrario a mí, que me encontraba de los nervios.

—¿Estás bien? Te veo un poco tenso —dijo cuando salimos del ascensor.

—Si, estoy bien, nada por lo que tenga que preocuparse, presidenta.

—¿Que hay de Jungkook? Veo que el ambiente entre ustedes no es el mejor.

—¿Se nota? —ella asintió—. Bueno, no tengo idea, fue así desde el primer día.

—Ese chico es un enigma, nunca sé lo que está pensando, sin embargo, no quiero que des por vencido, sigue insistiendo y seguro se abrirá a ti.

—Haré mi mayor esfuerzo.

Entramos por dos puertas abiertas de lado y lado, permitiendo a la gente entrar y salir con facilidad. Era un sitio enorme, habían bastantes personas, muchas cosiendo, otras dibujando, remodelando algunos conjuntos de ropa, entre otras cosas. Más allá de las mesas donde mujeres trabajaban en la costura y diseños, se podía visualizar el almacenaje de telas, donde al parecer nos dirigíamos pues la presidenta camino con paso seguro en aquella dirección, pasando justo entre las mesas de costura. La mayoría de los presentes eran mujeres (por no decir todos), y cuando la presidenta apareció todos se levantaron a saludarla con una reverencia. Ella les devolvió un saludo breve.

Las miradas que eran dirigidas a ella eran de respeto y de admiración, por algunas chicas, las cuales al mismo tiempo se fijaron en mí y me veían con curiosidad y sorprendidas. El murmullo no tardó en aparecer.

—¿Ese es el nuevo secretario de la presidenta Choi? —logré escuchar de unas de las chicas que hablaban entre ellas en susurros.

—¡Es tan guapo! —susurró su amiga.

Suprimí una sonrisa.

—Señor Kim, por aquí.

Llegamos donde estaban las telas. Me señaló unas tantas y yo las cogí y las cortamos en trozos de metro y medio. No entendía nada de los términos que empleaba pero asentía y trataba de adivinar lo que pedía.

—Muy bien, vamos a mi despacho. Cuidado con las telas, son muy delicadas.

—Sí.

Regresamos al último piso, pase de largo mi oficina, sintiendo la intensa mirada de Jungkook en mi nuca, y entré al despacho de la presidenta. Tal como lo recordaba.

—Déjalos sobre esa mesa —dijo señalando una mesa que se encontraban más allá de las paredes negras—, pásame el maniquí de modista de por allá y luego te puedes retirar.

Había algo diferente en su tono de voz, no estoy seguro pero sonaba algo alterada, tal vez emocionada. Lo que sea que fuera, puedo decir que hay algo diferente.

Llevé el maniquí de modista donde estaba ella, junto a las telas. Ella se apresuró a sacar una caja con materiales de costura, pude ver una mini máquina de coser ahí también. Sus ojos brillaban y veía como quería hacer esto de forma rápida.

Ahí fue que me di cuenta de que estaba llena de excitación, en el buen sentido de la palabra. Había tenido una idea de algún diseño y estaba emocionada por llevarlo a cabo, podía ver su pasión por el diseño con esto pequeños detalles.

—Señor Kim, ya se puede retirar —dijo tranquila mirándome con esos ojos enormes, sorprendida de que siga parado ahí, observándola. Yo también me sorprendí a mi mismo estando en ese trance.

—Mmm... Si, si, yo ya me retiro.

Solté el maniquí y lo dejé en su lugar. Me llevé la mano al cuello dando un pequeño masaje.

Este el el momento perfecto para que ella dijera algo como: "Espera, puedes quedarte si quieres", o; "Me encantaría me acompañase Señor Kim, me encanta estar con usted, por cierto ¿puedo llamarlo Jin? Señor Kim es muy formal". Hubiera estado feliz al menos con eso último, pero nada de eso. Ella sonrió con los labios cerrados y formando dos líneas con sus ojos, para luego enfocarse en su trabajo.

Me retiré un tanto torpe y rogando por no tropezar o hacer cualquier cosa que me hiciera quedar como ridículo.

Al llegar a mi oficina, el ceño de Jungkook había aparecido y su frialdad era la de siempre.

비서. 『Secretary』∽ Kim Seokjin ∽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora