Capitulo 4.

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Estaba sentado en uno de los acendrados muebles blancos de la recepción de Choi's Armoire nuevamente, emocionado y nervioso a la vez mientras la recepcionista me daba pequeñas miradas y se sonrojaba cuando la sorprendía mirándome. Sonreí internamente.

Respecto a el Galbi de ayer, me había quedado delicioso. ¡Que va! Me había quedado magnífico, mis padres se sorprendieron mucho de verme cocinando tan animado, enseguida les dí la noticia y, por supuesto, celebraron conmigo.

—Señor Kim —el señor Kang estaba frente a mí de pie. Me levanté del mueble de inmediato—. Sígame, por favor. Lo llevaré a la oficina de la presidenta Choi.

Seguí al señor Kang hasta el ascensor, donde subimos en dirección al último piso —donde se encontraba la oficina de la presidenta, según me explicaba Kang—, ahí pasamos nos encontramos en un largo pasillo de baldosas beige, con una pared blanca de un lado y el negro del otro.

Fuimos por el lado derecho del pasillo, en el camino había una pequeña cafetería y unas pequeñas oficinas de paredes de cristal pero no nos detuvimos en ninguna de estas, seguimos caminando hasta el fondo donde se encontraba dos grandes puertas negras con una placa de vidrio en una de ellas donde se leía el nombre de la presidenta.

Kang me abrió la puerta y me dejó pasar.

La "oficina" (si es que se la puede llamar así) era enorme, creo que igualaba el tamaño de mi casa. No exageraba. El lugar era totalmente blanco; el suelo, las paredes, el techo, los muebles... Era tan pulcro, tan perfecto, sin ninguna mancha.

A mi izquierda habían sofás de cuero negro, las decoraciones de las paredes eran del mismo color pero con matices. A mi derecha, había un pequeño comedor de madera, muy elegante, y una televisión plana de 65 pulgadas pegada a la pared. Dos paredes de madera blanca separaba la pequeña sala del lugar, solo que sin una puerta o marco alguno, solo era dos paredes puestas para separar el ambiente casual a uno más profesional, donde se observaban estantes, planos, bocetos, documentos, etc. Todo lo que una oficina de presidente posee.

Algo diferente a cualquier otra oficina era un tragaluz, donde en sus bordes eran multicolor. Alucinante.

La presidenta Choi estaba detrás de un escritorio de vidrio, al otro lado de la habitación, cruzando las paredes de madera, justo enfrente la puerta de entrada. De hecho, su escritorio era lo primero que tenias a la vista pero no sé porque fue lo último que noté. La presidenta me observaba atentamente sentada en un sillón de espaldar alto, con una mirada firme y los brazos cruzadas debajo de su pecho.

Caminé hasta quedar a dos metros de su escritorio, ahora la veía mejor. Llevaba unos anteojos negros.

—Señor Kim —hice una reverencia—, ha venido puntual, como se esperaba —Asentí. No tenía mucho que decir referente a eso, siempre era muy puntual cualquiera que sea la ocasión.

Me hizo un gesto para que me sentase. Obedecí. El señor Kang, por otro lado, se mantuve parado aún lado del escritorio con un maletín en la mano, un maletín del cual no me había percatado.

—Vayamos a lo que viniste —se acomdó en su asiento—. Señor Kim Seokjin, usted ha pasado la entrevista de trabajo y ha obtenido el puesto, como ya debe ser de su conocimiento, pero antes déjeme decirle que no será tan sencillo, estará por un periodo prueba de un mes, sí comete un error este se me será notificado y se le hará su respectiva llamada de atención, a la tercera vez que cometa algún error, considérese fuera de la compañía. También debe mostrar un buen desempeño en su trabajo, no solo se trata de no cometer errores sino de la calidad y de la eficiencia de su trabajo, así que le recomiendo que se enfoque en sus tareas. Señor Kang, el contrato.

El señor mayor de cabellera gris sacó de su maletín un sobre y se lo dió a la presidenta. Ella lo abrió y sacó una pila de papeles que luego colocó frente a mí. Era el contrato de trabajo, y era enorme.

—En este contrato están todas las normas a seguir, sus derechos y obligaciones y, por supuesto, el valor del sueldo y las sanciones —hablaba mientras me mostraba cada punto del contrato. Yo trataba seguirla—. Se explica su horario de trabajo, 7:00 a.m. a 18:00 p.m., contando un total de ocho horas si le resta la hora de almuerzo asignada a las 13h00. Los trabajadores pueden hacer uso de la cafetería de la planta baja o conseguir su alimento de afuera, no tengo problema con eso.

—¿Con que trabajo empezaré? Quiero decir, no poseo experiencia como secretario de alguna compañía, así que se complicará mi periodo de prueba.

—Tiene razón, ese otro punto que quiero aclarar. Escuche, señor Kim, soy consciente de su inexperiencia, por lo que le asignaré a alguien para que se haga cargo de usted le guié en su trabajo, al menos los primeros días, podrá preguntarle lo que desee. Otra cosa más, no sé si es de su conocimiento pero este trabajo no comprende solamente ser el Secretario General de esta empresa.

—¿A qué se refiere? —me puse un tanto nervioso y preocupado. Pensé que este trabajo solo consistía en eso. El trabajo de por sí es complicado, ¿qué más me harán hacer?

—Usted será mi secretario y mi asistente, se encargará de la gestión organizativa y administrativa de la empresa pero también se hará cargo de mis asuntos, se encargará desde la organización mi agenda laboral hasta pequeñas acciones, como traerme café, por ejemplo —se quitó las gafas, permitiéndome una mejor vista de sus ojos grandes y marrones. Hermosos pero tan peligrosos, me carcomía con una sola mirada—. En palabras breves, debe satisfacer cada capricho que posea. ¿Cree que podrá realizar este trabajo? Más importante aún, ¿está dispuesto a hacerlo?

Capricho.

Eso había dicho. Pronto mi mente comenzó a divagar, y no por buen camino.

¿Está dispuesto a hacerlo?

¿Soy yo o ha usado frases ambiguas para provocarme? Imposible. Seokjin, eres de lo peor, deja de imaginar otras cosas.

Estaba nervioso de repente, no sabía que me inquietaba más su mirada o que el Señor Kang aún estaba parado a un lado del escritorio con una sonrisa congelada en el rostro, escuchando nuestra conversación que se había tornado cada vez más rara —por así decirlo—, al menos para mí pues ella hablaba de una forma tan profesional y yo aquí llenando mi cabeza de pensamientos equívocos.

Sin embargo, no sabia por qué habría de darle vueltas al asunto, yo sabía exactamente lo que estaba dispuesto a hacer, así que aclaré mi garganta y respondí firme:

—Sí, estoy dispuesto a hacer lo que sea.

¿Lo que sea, Seokjin? Cuidado con lo que dices.

비서. 『Secretary』∽ Kim Seokjin ∽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora