Una nueva vida.

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Australia.
Casa de Los Palvin.
Viernes | 8:25 a.m.


Mía Palvin descansaba en su cama doble, una noche de sábado. Con la boca entreabierta y los ojos cerrados dormía plácidamente, hasta que Bárbara Palvin azoto su puerta.

-Vete. -rugió Mía.

Un crujido sonó en su cama avisando que el peso pluma -no realmente- de Bárbara estaba allí.

-Escuche a Papá hablar por teléfono con Mamá. -susurro cual secreto tratase.

Los instintos cotilla de Mía despertaron. Se dio la vuelta quedando boca arriba al igual que Bárbara. Las dos gemelas se taparon con las cobijas blancas de Mía hasta su nariz.

-¿Y de que? -susurro Mía sin mirarle.

-Del trabajo. -hablo chillando. -¿Recuerdas porque llegamos a Australia? -preguntó

-Si, viajes de trabajo de papá. -Mía frunció el ceño.

-Exacto. -Bárbara chilló. -Papá le dijo a Mamá que nos iríamos a Londres.

-¿Y qué dijo mamá? -dijo Mía emocionada. Londres era el sueño de las gemelas.

-No lo se. -Bárbara se encogió de hombros. -Pero por los rugidos de Papá no le agrado la idea.

-¿Cuál idea, Bár? Explícate, joder. -hablo Mia exasperada.

-Un internado. -susurro escondiéndose entre las cobijas.

-¿Un qué? -pregunto Mía destapando a Barbara. La miro. -¿Quieres decir que papá no estará con nosotras?

-¡Si! -chilló Bárbara en un gritillo, se paró en la cama de Mía. -¡Nos iremos a Londres!

Mía se levantó al lado de Bárbara y empezaron a saltar.
El pelo rubio revoloteaba en todos lados, las gemelas reían cual crías, la puerta se abrió dejando ver a un hombre viejo pero ligeramente guapo. El señor Palvin.
El hombre de cuarenta y tantos reía a carcajadas junto a las gemelas.

-¡Niñas! -les grito a las gemelas. Estas pararon avergonzadas y lo miraron. Bárbara y Mía saltaron una vez más cayendo de culo en la cama.

-Hola, papá. -hablaron al mismo tiempo.

El señor Palvin camino hasta las chicas quienes descansaban en el pie de la cama. Les propinó un beso en cada una de sus frentes.

En silencio inundo la habitación, el señor Palvin dirigió su vista a Bárbara.

-¿Has escuchado, verdad? -inquirió el hombre.

Bárbara asintió levemente. -Si, lo he escuchado.

-¿Nos iremos, papá? -terció Mía.

-Si. -suspiro levemente. -Y creo que conociendo a Bárbara -la miro por unos segundos. -Escucharon lo del internado.

Ambas gemelas asintieron.

-Miren, pequeñas. -el Señor Palvin se quitó sus anteojos. -Iré con ustedes al aeropuerto, ya he firmado los papeles del vuelo. Pero no iré con ustedes.

-¿¡Que?! -chillaron ambas. -Papá, ¿Que pasará contigo? -hablo preocupadamente Mia.

-Yo iré a Londres, luego, tres meses cuando mucho. Pero ustedes tienen que irse y empezar el curso del internado. -explico. Ambas asintieron.

-¿Y qué dijo mamá? -hablo seriamente Mía.

El señor Palvin suspiro pesadamente. La señora Palvin, bueno ya no es Palvin, ahora es Roberts se separó de Tom, o bueno, El señor Palvin, hace ya cinco años. El señor Palvin se ha quedado con ambas gemelas pues cuestiones económicas. La señora Roberts es una empresaria. Pero el Señor Palvin cuadruplica su salario. Haciéndose un casi millonario en cuestión. Ganándose la custodia de las gemelas Palvin.

-No le agrado la idea, definitivamente. -negó con la cabeza cabizbajo. -Pero aún así, ha aceptado. Con una condición. -levantó la mirada.

-¿Cuál es? -se inclinaron ambas.

-Que ella podía ir a Londres. -dijo Tom. -Hablaría con su empresa allá y planearía todo, en unas semanas su madre ya estaría instalada en Manchester a unos quince o veinte minutos del internado. -se encogió de hombros.

Mía y Bárbara suspiraron, bueno eso era un avance entre el Señor Palvin y la Señora Roberts.

-Papá, por favor, no tardes demasiado en ir. -suplicó como una niña pequeña.

-Tranquila, tratare, Mia. -le acaricio la cara.

El señor Palvin podía ser el mejor papa del mundo, comenzó siendo Mama-Papa rápidamente, ¡tomo curso de cocina incluso!. Mía y Bárbara se reían del intento de Tom tratando de hacer un pavo de Acción de Gracias, al final pidieron Pizza.

-Las amo. -El señor Palvin se despidió de las gemelas al mismo tiempo que ellas soltaban un; "Nosotras mas".

Cerró la puerta dejando a las chicas ya bañadas, guardando sus cosas en la maletas rosas y celestes.



Mía Palvin jugueteaba con su dedos, mientras Bárbara mascaba con ganas su chicle -solo hacia cuando estaba nerviosa.- Thomas Palvin canturreaba la canción de Presley. Su espíritu joven se liberaba, una de las millones de razones de porque El señor Palvin era el mejor padre.

El Land-Rover se parqueo al frente del aeropuerto. El corazón de Mía se disparó y las piernas de Bárbara temblaron. Mierda.

-Ya saben, al llegar me llaman. -añadió el señor Palvin una vez más dentro del aeropuerto.

"Vuelo F4, Australia-Londres, por favor abordar. Gracias."

Mía y Bárbara miraron a su padre, lo abrazaron y besaron su mejillas. Abrazaron a su mayordomo, el era parte de la familia.
Sorbaron su nariz y caminaron a la puerta de abordaje.
Thomas y el mayordomo levantaron su mano derecha en un despido, o 'Hasta Luego'.

Las gemelas sonrieron y soltaron un gritillo diciéndoles: -Adiós.

-Sabes, Creo que la vida en Londres será genial. -Bárbara soltó ya en el avión.

-Si, será... interesante. -Mía la miro cómplice.

Ambas soltaron una carcajada antes que la azafata las interrumpiera avisándoles que su nueva vida había comenzado.

Y ellas estaban más que emocionadas.



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Holu, Vale, aquí. Gracias a @Stopfighting, @xBetterthanwordsx y a @horanfab❤️️ Lots of Love❤️

The Palvin Twins ➵ Niall & Harry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora