London

t r e i n t a y u n o

—Muy bien London, hoy es el día, no te... Un minuto. ¿Por qué estás nerviosa? Sé que te pones así en ocasiones, pero no como ésta, porque ésta es una razón ridícula.

—Lo que es ridículo es que estés hablándole al espejo y para colmo él te está viendo desde su departamento.

La castaña voltea hacia donde su rubia amiga mencionó, y en efecto encuentra al pecoso sonriendo en su gran ventanal; este le guiña un ojo desde su departamento con una linda sonrisa de por medio, lo que provoca que London ruede los ojos, pero de todos modos sonría.

—Son el uno para el otro —musita Lizzie mientras pone una mano en el hombro de su amiga, la que hace unos meses se ha convertido en su compañera de piso—. Bueno, hay que terminar de preparase así que —Lizzie se sienta en el sofá de su amiga, el cual ahora mismo se ha vuelto prácticamente un camerino con todo el maquillaje esparcido— haz tu magia.

La pequeña londinense toma un mechón rubio entre sus manos y lo une con otros dos mechones. Aunque a simple vista no lo parezca –ya que anda despeinada varias veces–, London es una genio con el maquillaje y el peinado, gracias a las clases exageradas que le dio su madre a los trece años; aunque en un principio creyó que era algo estúpido, le ha servido para ganar dinero y para también descubrir que el arte es lo suyo, en distintas formas.

Han pasado diez meses desde lo ocurrido en la discoteca y seis meses desde que London se ha hecho novia de su ex–anónimo, y aunque la primera cita de estos dos fuera un desastre, ella no se ha quejado de nada que haya pasado, ni aunque le haya caído helado de chocolate en su chaqueta favorita. London no dijo ni pío acerca del desastre porque le gustó –a pesar de que suene poco convencional– ver al chico de pecas y ojos verdes nervioso, pues aquello la hacía sentir más segura de que él valía la pena.

La chica que posee el nombre de la ciudad en la cual reside, envuelve una goma elástica en el pelo de Lizzie dando por terminada su tarea. Está última al mirarse al espejo se siente satisfecha del trabajo que ha hecho su amiga. Es un peinado fresco y sencillo, pero muy bonito. El estilo de London.

Lizzie voltea hacía su amiga. No puede creer que ya ha pasado un año desde que aquella chica llegó a trabajar en la cafetería Lockheed. Y a pesar de que no la conoce tanto como a muchas chicas en su vida, ella le dio refugio cuando embargaron y echaron de su departamento cinco meses atrás. Y de verdad está muy agradecida con ella.

Es el último día del año y ambas chicas van a salir, pero a sitios distintos. Lizzie se irá a Bolton, a casa de su madre, donde se va a reunir su familia a pasar el año nuevo allí; London hubiera ido pero Frédéric la había invitado a pasar el año nuevo en París con la familia y, claramente, quería conocer la familia de su novio por lo cual acepto.

Por otra parte, en el departamento que está en el edificio de al lado se encuentra el chico con resaltantes pecas saliendo con su maleta, para buscar a la chica que durante más de un año tuvo que hacer cosas cursis y, en una ocasión, peligrosa, para poder conquistarla. Pero valió la pena pues ahora ya puede tenerla en sus brazos como quiso hace más de 365 días atrás.

(...)

París, la ciudad luz, la capital del arte o la ciudad más romántica del mundo. Cómo la llames depende del propósito con el que vayas, por ahora London decide que será "la ciudad en dónde vive la familia de su novio".

Ahora mismo está en un auto con su novio, según él, su prima Paris lo mandó al aeropuerto para que los recogieran.

Que ironía, la prima de su novio se llama igual que la ciudad en la que vive, al igual que ella misma. Pero, esas cosas son culpa de los padres que decidieron llamarlas como ciudades.

El auto se detiene y puede notar que no van a pasar el año nuevo en cualquier casa, ¡sino en una mansión! La casa de Paris es muy grande, tal vez esté ubicada en su top 10 de las casas más grandes que ha visto.

—Sí, lo sé, ¡es una gran casa! -London voltea hacia el pecoso— Por eso siempre pasamos las fiestas en ella. —Frédéric abre la puerta izquierda trasera del auto para salir e incita a su novia a hacer lo mismo desde afuera.

En cuanto la castaña sale del auto lo primero que logra ver es una mujer de no más de treinta años con largos cabellos castaños, pero lo que la convenció de quien es ella fueron los verdosos ojos que esta posee, los cuáles le recuerdan a su novio. Ella es Paris.

En cuanto el pecoso cierra el capó del auto, sus labios se ensanchan y sus ojos se entrecierran, su prima abre sus brazos hacia él y este se acerca a ella para poder estrecharla entre los suyos. Mientras la abraza, el pecoso puede ver como se acerca una persona que conoce desde los tiempos en los cuáles era el payaso de la clase, que ahora se ha transformado en un hombre que aún no ha dejado de ser un gracioso, lo cual explica porque le hace caras graciosas a la criatura que se está riendo en sus brazos.

—Si no dejas de hacerle caras a ese niño, le dará un ataque de hipo —el hombre que hace unos segundos miraba a su niño, levanta la vista hacia el emisor de aquella oración, e inmediatamente sonríe al saber de quién se trata.

—¡Pecas! ¿Qué tal? —el pelinegro que responde al nombre de Alaric le entrega el niño a su esposa y acto seguido, abraza al primo de esta. Mientras lo hace se percata de una chica algo pequeña a la espalda de su amigo—. ¿Quién es ese Minion? —le susurra al oído a su amigo, quién se ríe ante el nombre que le ha puesto a su novia.

Finalmente se separa de su amigo y va al lado de la castaña.— London, ella es mi prima Paris —la mujer de ojos verdes saluda agitando una de las manitos del bebé— el bebé que te saluda es Milán y el que está a su lado es su esposo Alaric.

Un hombre con unos ojos notablementes azules le extiende la mano y esta la toma con un poco de timidez.

—Es un gusto conocerte, London —especula Alaric.

—Y bienvenida a nuestra familia —añade París.

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¡Último día del año! 🙌

La sorpresita está cerca.

Hugs n' Kisses,
Lissy.