Cigarette || Nate Maloley EDITANDO

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Por lo visto y por si fuera poco la madre de Nate nos había reservado una de las mejores habitaciones de ya de por sí la enorme cabaña; era espaciosa, el baño era asombroso y para terminar tenía un balcón con un jacuzzi listo para ser usado, observé a Nate colocar las maletas encima de la cama y una vez mas me fundí en la mente; estaba aquí, con mi novio, con mi novio guapo y su increíble familia, el realmente está dispuesto a presentarme y se está tomando las cosas en serio, a veces no me cabe en la cabeza como llegó a fijarse en mi, siempre soberbia y malhumorada. Borrando esos pensamientos se me acercó, colocó sus manos en mi cintura y me dio un beso en los labios.

-¿Estás feliz? Si no te sientes cómoda podemos largarnos de aquí, no me importa.

-¿De que hablas? No vinimos hasta aquí por nada, estoy bien y tu debes de estar bien. -Fruncí el ceño.

-Solo no quiero que te incomodes, tengo mucha familia y todos son demasiado molestos.

-Bajemos a conocerlos. -Le sonreí.

La fogata, pequeña a comparación del numero de gente en el lugar no era solo una simple fogata, había parrillas y se olía carne asada, estaban bebiendo también además de que había una enorme y larga mesa decorada en la que nadie estaba sentado porque todos estaban por aquí y por allá platicando, riéndose a carcajadas o dedicándose a comer.

-Digamos que no les gusta el pavo. -Me dijo Nate quien sostenía mi mano, asentí. No tardaron en llegar personas a nosotros, dos chicos, idénticos y de la edad de Nate se acercaron a nosotros sonriendo cómplices.

-Nathaniel. -Dijeron los dos al mismo tiempo, aun con la sonrisa, los tres soltaron una risa y de repente comenzaron a golpearse en modo de juego. Alguien me sujeto por los hombros guiándome a otro lugar.

-No te juntes con ellos, son como niños. -A ella también la conocía por fotos,  me miraba con una sonrisa amable, era algo así como la prima confidente de Nate puesto que eran de la edad y sus actividades solían ser similares además de que el parecido era increíble. -Yo soy Milan y tu debes de ser Simon, Nathan no exagero para nada en lo bonita que eres. -Me ruboricé por completo, esta familia si que sabía como ponerme nerviosa. Nos acercamos a un circulito donde también se encontraba la madre de Nate, Milan se encargó de presentarme con todas las jovenes y señoras, todas a excepción de Kami eran tías y primas. Durante una hora lo único que hablamos fue como es que había terminado con un chico tan rebelde como aquel muchacho de ojos hermosos hasta que fue la hora se brindarle atención a un automovil que venía increiblemente rápido en nuestra dirección.

-Debe de ser Daniel, siempre haciendo su escándalo. -El ultimo modelo se estacionó junto con los demás autos y rápidamente de el salieron un chico y una chica, ambos se veían lujosos y la muchacha era bastante atractiva.

-¡Familia!

-Genial, invitó a Gala. -Murmuró Milan quien se notaba irritada por la repentina presencia de estas dos personas. En unos segundos Nate me tomó por el hombro suevamente.

-Necesito ir por unas cosas que olvidé arriba ¿me acompañas? -Giró un poco la vista a Milan pero después volvió a verme a mi, le dije que si y mientras comenzábamos a caminar pude sentir como la mano se Nate se sujetaba a la mía mas fuerte de lo normal y aceleraba su paso. Intenté llamarlo pero mi voz se escondió entre la voz emocionada de Daniel que saludaba a su primo.

-¡Cuanto tiempo! -Escuchando como Nate murmuraba maldecires se detuvo a fuerzas. -¿Cómo has estado? -la sonrisa que este sujeto llevaba tatuada en el rostro no me gustaba en absoluto. -¿Quién eres tu? ¡Eres mas bonita que Gala!

Hablaba con una emoción que me daba la impresión de que estaba borracho, drogado o desquiciado. Milan llegó corriendo hasta mi sujetando mi hombro.

-Simon, necesito ir a la cabaña por el postre ¿me acompañas? -Miré a mi novio quien parecía estar hecho piedra, su mano aun me sujetaba pero la vista la tenía inyectada de odio hacia su primo, no entendía nada y sabía que de Nate no iba a conseguir mucho así que le dije a Milan que si y nos encaminamos a la cabaña, sin embargo, tenía la ligera sospecha de que ni siquiera había un postre esperándonos.