Un día, decidí ocultarme
bajo las sábanas.
Un día, ordené mis lágrimas
y por primera vez aprendí
a no leer tus palabras,
y desde entonces me llama la atención,
las frases pintadas en la fachada de casa.
Un día, terminé de beberme el café
saboreando hasta el último aroma amargo.
Un día, aprendí a tirarme por un barranco,
a ser suicida de tu mirada,
o lo que viene siendo,
a pasar página, aunque sinceramente
he estado ocultada en el libro más largo
que una persona pueda leer,
queriendo llegar al final sin alcanzarlo.
No sé, un día pasaron muchas cosas,
o por lo menos demasiadas para escribir.
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situaciones repentinas
PoesíaEs aquí donde una niña derrocha sus más profundos pensamientos del día a día. Advertencia, sólo es apto para valientes o mentes curiosas.