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Seis días de viaje no sería mucho tiempo. Era lo que se decía a si mismo mientras lanzaba su ropa dentro de una maleta; después de aguantar por tres días la irritabilidad de Harry, Louis ya no estaba convencido de querer acompañar a su jefe, el ambiente se había vuelto tenso entre ambos, y a pesar de los intentos del ojiazul por mantener las cosas como antes nada había funcionado.

El trabajo los tuvo ocupados la mayor parte del vuelo. Juntos discutieron sobre la distribuidora de material, y las tareas que harían, para que el proceso fuera rápido. Pero a pesar de la larguísima charla, no tocaron el tema del beso. Cuando Louis no leía en la portátil fingía estar dormido. Y las doce horas de viaje a México se volvieron una eternidad, una incómoda eternidad.

Un avión, un autobús y un ferry después llegaron a su destino. La pequeña "Isla Holbox" parecía sacada de ilustraciones antiguas, con arena casi blanca, aguas transparentes y un mar poco profundo. Las cabañas y casas coloridas le daban un toque bellísimo a las calles no pavimentadas, y la falta de transportes de cuatro ruedas hacían que se la brisa se escuchara rozar las hojas de los árboles.

Louis estaba fatigado, con la ropa desacomodada, y el estómago vacío, que lo único que quería era acortarse en la arena y dormir profundamente. Sin en cambio Harry parecía radiante, sin un mechón de cabello fuera de su lugar. El rizado hablaba sobre la cabaña donde se quedarían, y como respuesta Louis solo pudo bostezar.

-¿Tan aburrido soy?- murmuro mientras el castaño volvió a bostezar y caminaba sin ganas.

-El viaje fue agotador.

-Tomaremos toda la tarde de hoy para descansar, y podemos empezar mañana con el trabajo.

Caminaron cerca de unos diez minutos más, y llegaron a una cabaña, que en opinión de Louis era muy pequeña para los grandes lujos a los que estaba acostumbrado Harry. La puerta se abrió revelando una mesita de madera en color azul con tres silla a su alrededor, una estufa y un mueblecito que servía de alacena. En el cuarto siguiente había un montón de herramientas y por último la habitación más grande con solo dos colchones tirados en el piso y un cuarto de baño, que parecía ser lo más decente del lugar.

-Ve a dormir- empujo a Louis dentro de la habitación.

-¿Tu no vienes?- pregunto con otro bostezo.

-¿Quieres que duerma contigo?- sonrió y esta era la primera vez que abordaba nuevamente el coqueteo.

-No me refería a eso... solo deberías descansar también...- dijo con sonrojo en sus mejillas.

-Lo sé, ve a dormir, ahora voy.

Sin más objeción se tumbó en el colchón y rápidamente quedo envuelto en los brazos de Morfeo.

Se despertó por la sensación de un brazo alrededor de su cintura y abrió los ojos. La hermosa imagen de Harry se presentó ante él, dormía profundamente, revelando algunos rastros de fatiga en forma de ojeras bajo sus ojos. Sus cuerpos no estaban juntos solo estaban conectados por el brazo de Harry, que parecía haber parado ahí en un movimiento involuntario. Sin inmutarse, trato de conciliar el sueño nuevamente, parecía ser muy de madrugada, y no quería despertar también a Harry.

-¿Te gusta? –pregunto Harry a la mañana siguiente, parado detrás de Louis mostrando la estructura de una prominente edificación.

Estaba frente a algo tan ambicioso e impresionante que no respondió.

-¿Entonces? ¿Te gusta?

-¿Quién lo ha diseñado?

-Yo

-¿Tu?

-Soy un arquitecto frustrado- sonrió sin darle mucha importancia.

Ninguna construcción que viera en las imágenes de los expedientes, se comparaba al glorioso hotel frente a él, parecía más bien una mansión de tres pisos, conectado a dos edificaciones más, con amplios terrenos que serían destinados para un campo de golf y jardines.

Secretario |L. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora