Secretario |L. S.|

23

Escucho la puerta cerrarse, levanto la vista para comprobar que Louis ya no estaba ahí, dejo salir las lágrimas acumuladas llenas de dolor y tristeza, lloro en silencio. Quién sabe cuánto tiempo paso ahí, con las rodillas puestas en el piso, su corazón latía dolorosamente contra su pecho, y se sentía el mayor estúpido ser sobre la tierra. No era para menos, esa palabra se quedaba corta ¿Quién dejaría ir lo más preciado en su vida? ¿Existía alguien más miserable en este mundo? Cuando Louis estaba a su lado absolutamente todo tenía sentido. Se imagino al joven al otro lado de la puerta, burlándose, sintiendo lastima, odiándolo. ¿Que más podría sentir después de la forma en que lo trato esa persona que juro no hacerlo?

Aún faltaban millones de cosas que quería hacer, faltaban besos por darle, cosas por decirle... la ausencia de Louis puso su vida en cámara lenta, en unos tristes tonos grises.

Recordó las risas, las caricias, los besos, el contacto con su fina piel, y se aferró a ello, a lo que ahora solo eran viejas y lejanas memorias.

- ¿Se encuentra bien? - escucho la voz de una mujer, lo único que pudo hacer fue asentir- ¿puedo ayudarlo en algo?

-No, yo... yo lo siento, ya me voy- murmuro, mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano e intentaba ponerse de pie, miro la puerta que estaba frente suyo, suspiro y dio media vuelta sin mirar a la mujer que aún permanecía cerca de él.

Sus piernas parecían no querer cooperar, le costaba cada paso que daba, pero después de unos eternos minutos pudo llegar hasta la primera planta, sabía que en cuanto cruzara la puerta perdería a Louis y no estaba listo para eso.

Tres personas estaban sentadas en un sillón, hablando en voz baja, la chica pelirroja fijo sus ojos en él y lo siguió con la mirada hasta que salió de la edificación. Afuera el rubio amigo de Louis sostenía en brazos unas cajas de pizza y hablaba enojado con Liam, pero este mantenía una expresión seria.

Ambos hombres callaron al instante en el que Harry apareció con los ojos rojos y el semblante abatido; estos se despidieron con unas pocas palabras más, prometiendo permanecer en contacto. El de ojos azules miro por última vez a Harry, antes de casi correr al interior del edificio.

Liam supo en el momento en que lo vio, que todo había salido mal, que Harry no había escuchado nada de lo que él le dijo durante el camino a Doncaster, que todas esas palabras habían quedado en el aire. En la mente de Harry, un sin fin de disculpas, explicaciones, excusas y arrepentimiento se formaban para terminar en caos. Preparo un discurso cuando estuvo dentro del ascensor que lo llevaría hasta el piso de Louis. Pero nada había salido como esperaba. Porque las cosas no eran tan fáciles, porque ellos no eran dos adolescentes que habían tenido una estúpida pelea, porque las circunstancias eran mucho peores y no se solucionarían con decir un "te amo".

Liam abrió la puerta del copiloto para Harry sin decir nada, espero hasta que el rizado estuvo dentro del vehículo para caminar hasta el otro extremo y entrar también, dio una última mirada a la entrada del edificio, prendió el motor y partió de regreso a Londres. Pequeños suspiros y sollozos delataron el llanto de Harry que miraba por la ventana. Después de un par de horas Liam estaciono en una gasolinera para llenar el tanque del auto. El ojiverde aprovecho el momento para bajar y estirar un poco las piernas, fue al sanitario, miro su rostro en el espejo, se veía patético, con los ojos rojos e hinchados, y la nariz congestionada, la lavo con abundante agua, sintiendo al instante como le relajaba los músculos.

-Necesito un trago- dijo cuando llego hasta donde estaba Liam.

-Entonces vamos por uno...

***

No podía seguir deprimido, no cuando la construcción del hotel en Las Vegas volvía a ponerse en marcha, o cuando los ojos de Des estaban sobre él. El tiempo transcurría lento, a la espera de información que fuera beneficiosa para culpar a Des. Cada una de las actividades se realizaban con sumo cuidado; eso lo mantenía distraído, era el primero en llegar a la oficina y el ultimo en irse.