26. empezar a hacer escusas (cuando duele)
Las vacaciones terminaron, y el instituto volvía a empezar, y su hermana estaba tardando demasiado en bajar, e iban a llegar tarde como no se diera prisa. Alec miró hacia las escaleras, impaciente, golpeando el suelo con su pie. Miró la hora en su teléfono; llegarían tarde en ir a buscar a Lydia, y aún más tarde en llegar al instituto.
"¡Isabelle!" Gritó por cuarta vez, tan alto, que el perro de la vecina empezó a ladrar. Alec gruñó, porque el ruido estaba aumentando su dolor de cabeza, causado por el jet lag. "¡Baja ahora mismo o me iré sin ti!"
"¡Ya voy!" Exclamó con una sonrisa bajando por las escaleras mientras se colocaba una bufanda de lana blanca en el cuello. Cogió la mochila que había junto a la puerta y se la puso al hombro. Sonrió a Alec. "Ya estoy," abrió la puerta "¿a qué esperas?"
Alec soltó otro gruñido, cerrando la puerta y avanzando por la nieve hacia el coche. Hacía muchísimo frío, tanto que Alec llevaba tres pares de calcetines bajo las botas. Se montaron al coche, enseguida encendiendo la calefacción, e Isabelle sintonizó la radio para escuchar música.
"¿A qué se debe tanta felicidad?" Cuestionó Alec, viendo como su hermana no dejaba de sonreír mirando a través de la ventana, tarareando con su suave voz una canción que, Alec creía por ser mejor amigo de Lydia, era de una banda de australianos.
Isabelle se encogió de hombros, apretando los labios para esconder su sonrisa, sus mejillas ya rojas por el frío. Alec la miró una última vez antes de devolver sus ojos a la carretera. Preferiría llegar vivo a clase, gracias.
Entraron al barrio de Lydia, y aparcaron frente a su casa. Alec prefería no llamar a la puerta, no vaya a ser que los Branwell estuvieran. Desde que se enteraron de que su hija y él lo habían dejado (¿se puede dejar algo que nunca había existido?), no podían mirar a Alec sin esos ojos asesinos. Esos que gritaban 'te odiamos, nos has jodido nuestro negocio'.
"¿Has hablado ya con Magnus?" Preguntó Isabelle, rompiendo el silencio que se había formado en el coche. Alec mordió su labio inferior y jugó con las orejas de oso del gorro que le había regalado Magnus.
"No, aún no. No he podido." Era verdad. Ayer habían llegado de España por la tarde, y Alec estaba tan agotado que solamente se echó a dormir, a pesar de que no había dormido casi nada gracias al cambio horario. Pero, ni se enteró de que sus padres habían dejado su teléfono en su escritorio hasta la mañana siguiente. "Supongo que le veré hoy."
"Pero... ¿estáis bien?" Isabelle preguntó cuidadosamente.
Alec tamborileó sus dedos en el cuero del volante.
"No sé. Creo que sí." Miró su regazo, ignorante. "No sé."
Lydia entró al coche, sentándose en el asiento de atrás a la vez que saludaba con entusiasmo a los hermanos. Besó sus mejillas y empezó a hablar sobre el drama que había habido en su casa la noche anterior, con su madre gritando como una histérica porque había encontrado la caja de debajo de su cama donde guardaba sus cosas de shippear. Lydia sonaba muy indignada, porque habían invadido su privacidad, pero luego se enteró su padre, y fue aún peor. Tiraron todos sus posters, le confiscaron el ordenador para que no pudiera ver series ni leer online y, por si acaso, la obligaron a desinstalarse Wattpad.
("¿Son estúpidos?" Preguntó Lydia con sarcasmo. "¿No saben que lo puedo instalar de nuevo? Agh, odio a mis padres. Son tan... Los odio. Odio que sean homofóbicos, racistas y sexistas. No aguanto vivir en esa casa.")
Alec agradecía por una parte el que sus padres no estuvieran mucho en casa. Pero, hey, Lydia por lo menos tenía a sus padres todas las noches esperando en clase con la cena hecha, y unos brazos cálidos donde acurrucarse cuando se sintiera mal. Isabelle y él solo se tenían el uno al otro. ¿Y si los dos estaban mal? ¿Cómo se reconfortaban?
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I think I'm in love again « malec
FanfictionAU donde Alec es el chico más popular del instituto pero aún así no es feliz, y donde Magnus siempre ha sido una sombra sin protagonismo que esconde algo hasta que conoce a Alec y todo cambia. Isabelle está descubriéndose a sí misma, Jace juega al f...