La Misa

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Domingo por la mañana.

Me he levantado de la cama, tengo bastante pereza pero hoy toca ir a misa de 8:00 a.m.
Todos los domingo vamos y no es mucho mi interés, sin embargo mi fe es grande.

Vamonos a misa! -dijo mi padre-

Caminamos unas cuatro tal vez cinco cuadras hasta llegar a la parroquia. Entramos, nos santiguamos, dimos gracias, nos sentamos a espara que comenzara la misa.

No sé quién oficiará la fiesta de este día, puede ser el padre Juan o el señor cura Eduardo... Ah! El señor cura *-* Él es un hombre muy lindo y bastante guapo, cuando lo miras a los ojos sientes una paz confortable, su sonrisa es maravillosa, y él... bueno, físicamente no es un modelo, es un hombre común.

-Cynthia...

-Eh? Qué?

-Hija, ve por la hoja parroquial antes de que empiece la misa.

-Claro papá.

Las campanas sonaron faltaba poco.

-Aquí tienes.

-Gracias.

Me senté, miré hacia el lado derecho en dirección por donde se encuentra el confesionario, cuando de repente pasa el señor cura.

Camisa de vestir color azul claro, pantalón de mezclilla oscuro.

Señor Cura... (suspire en mis adentros) Tan sólo verlo me provoca una pasión de amor limpio y puro pero perverso a su vez. Enciende una mecha de pasión desenfrenada que deseo que él sofoque...
Anhelo sus manos recorriendo en mi cuerpo lenta y suavemente, sus ojos observandome con ganas de pecar, sus labios maduros recorriendo mi cuerpo y robando mis suspiros lujuriosos.

-Hija, ponte de pie...

-Eh? Ah claro, ya voy... -Conteste mientras salía del lago de mis pensamientos-

~Buenos días hermanos, nos hemos reunido hoy para celebrar la fiesta del señor como cada domingo, dispongamos a escuchar y aumentar nuestra fe.

La misa avanzó, durante la consagración no podía evtar mirarlo, es un hombre perfecto.

A de tener unos 35-40 años, no es muy alto, de complexión un tanto robusta. Tiene unas cuantas semanas de haberse rasurado la barba, su cabello es lacio, largo y de color negro, se peina parece ser con algo de gel para lograr ese look elegante hacia atrás.

~Cómo hijos de Dios, y como hermanos del mismo padre nos demonos un signo de paz.

Estoy tan en vuelta y pensativa que no he puesto atención a la misa. No puedo evitarlo.

~Con Cristo con en él y en él, a ti Dios padre santo...

Vaya... pensándolo bien, tengo año y medio sin confesarme. Ahora menos... con estos pensamientos lujuriosos que llegan a mi en todo momento, no puedo llegar y decicerlo al padre. Mucho menos si es él. 

~Bien, podemos irnos en paz la misa ha terminado, demos gracias a Dios. Que tengan buen domingo en compañía de su familia. Si me premiten salir primero, gracias.

-Vamos a llevarle esto al padre... -Comunicó mi papá mientras terminabamos de persinarnos-

Caminamos hasta la entrada de la notaria, ahí estaba ese hombre de Dios, saludando a las personas que habían asisitido a misa.
Una señora antes de mi saludo al padre de beso en la mejilla. Yo sin pensarlo hice lo miamo.

Al hacer el acto, volví a mi, ambos nos miramos, él quedo extrañado porque siendo honesta nunca me había acercado de esa manera, que en lo personal lo consideré falta de respeto.

-Hasta el próximo domingo amor mio... -expresé en silencio mientras nos retirabamos del templo-


Sin Pecado Concebido, Padre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora