Llegue puntual, mientras esperaba me dispuse a rezar.
-Eduardo, ¿podrías dar tú la misa de esta noche?
-Claro Fernando, ¿Por qué?
-Iré a cubrir otra misa en la antigua parroquia.
-Gracias por decirme, hasta luego.
-Dios, ruego me perdones... -Cerré los ojos-
Llegué, vi a la joven castaña esperándome. No quise interrumpirla en su oración, así que me santigüe y me hinque a la par.
-Es ahora o nunca.
-Padre...
-Anda sígueme. -Tomó mi mano para guiarme a su casa que se encuentra frente a la notaria-
-Aquí es donde viven los padres?
-Si.
-Orale, no conocía.
-Toma asiento. ¿Gustas algo de tomar?
-Estoy bien, gracias.
-Bueno vayamos al punto.
-No puedo olvidarlo, sueño con usted casi todas las noches... pero mi corazón pertenece a otro.
-¿Y tu razón?
-Pertenece al pecado.
-Mujer...
-Es imposible creer lo que ha sucedido en tan pocas semanas...
-Entonces, ¿No sientes algo más por mi?
-No. Lo aprecio y deseo, pero hasta ahí.
-Te hablaré como hombre, no como sacerdote.
-Lo escucho.
-Me gustas, tu joventud me atrae, me apasiona la idea de que pudiera ser yo quien conozca tu cuerpo de la forma que Dios te ha hecho.
-...
-Besar tus torpes labios, hacerte sentir mujer, escuchar nuestros gemidos y tenerte a mi merced...
-Sin decir ni una palabra sentí como mi cara se puso roja, una descarga recorrió mi espina.-
-Dios... -Se llevó las manos al rostro-
-Me levanto del mueble individual, me hinque ante él busqué su avergonzado rostro- Eduardo... te absuelvo de todo pecado. Vete con bien y yo me quedo.
-Ah? -Volteo a verme-
-Yo cargo con nuestras faltas.
-Linda...
-No diga nada. -Comencé a besarlo-
-(Corresponde)-
-Como pude me senté ahorcadas encima de él- Llegaremos a donde usted quiera. -Dije sin dejar de admirar su hermoso rostro-
-Quiero llegar tan lejos como se pueda... pero no debemos.
-Entonces... Aquí paro yo.
-No quiero dejar tus labios. -Dijo, mientras que con ambas manos tomó la espalda baja de la chica-
-Huele tan rico... -Besé su cuello, acaricie el cabello y su rostro-
-No puedo estar sin tus besos.
-Hagamos algo, no seamos absolutamente nada, pero... podemos tener nuestros pequeños encuentros...
-Es una opción favorable...
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Sin Pecado Concebido, Padre...
RomanceElla se ganó el infierno desde la primera vez que él llegó a la iglesia. Cayó en un enredo de pasión, deseo, amor y atracción física por el Señor Cura Eduardo. Él, siempre fiel a sus votos sacerdotales, en sus años de servicio no había caído en la...