Capítulo 2

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1495 Venecia, Italia

La sangre caía por el cuerpo ya muerto del guardia. Erik sacó en un solo movimiento su cuchillo. Cuando dejó caer al inerte cuerpo notó una nueva presencia en el callejón. Miró a Ezio desaparecer entre la multitud de gente. Erik guardó su cuchillo y se dispuso a seguirlo.

En las calles de Venecia se dejaba escuchar las diferentes ofertas en cada esquina, desde finas telas hasta armaduras. Al final de la calle pudo localizar a Ezio sentado en la banca de madera cerca de la fuente de la plaza. Nadie parecía notarlo, desde luego no entre el tremendo bullicio de los comerciantes. Erik tomo asiento a su lado en silencio.

Sin perder el tiempo Ezio empieza a hablar.

-Existen unos documentos que debes recuperar. Uno está en posición de Stryker, un templario que antes servía al Papa. Ahora es un banquero. Este idiota ha sabido sacar provecho de la desdicha de los demás.- dice lo último con molestia.

- ¿Puedo preguntar qué clase de documentos? - suelta Erik algo fastidiado.

-Solo te pido que los encuentres. El otro lo tiene un viejo mercader al sur. –

-Me pides que consiga unos estúpidos documentos cuando lo que esperaba es información sobre mis padres, algo que me prometiste encontrar si me quedaba aquí. -

- Y haz hecho bien, tus habilidades han mejorado. – Al notar que no recibirá respuesta continua.- Al igual que tu Erik no pienso más que el día en que podré conseguir mi venganza. Créeme cuando te digo que es realmente necesario e importante. –

Pasan un par de minutos antes de que Erik respire hondo y diga en un tono de disgusto.

-Lo haré.-

Justo cuando Auditore estaba por responder, el cobrizo por fin en toda la conversación voltea para mirarlo.

-A cambio necesito que me prometas que desde ahora me harás participe de todo lo que se relacione a la muerte de mis padres. Incluso el más mínimo detalle. -

Escuchar esa palabras remontó a Ezio años atrás cuando dejo a Erik a cargo de la hermandad. El pequeño niño había pedido la misma promesa. Y sabía que Erik no podría olvidarlo. Todo se juntaba a una sola palabra: desconfianza. Era justo y comprensible, habían pasado ya 7 años desde aquella vez que prometió ayudarlo. Y lo había estado haciendo; recopilando información, desenmarañando las trampas que al final lo llevarían a la verdad. Poco a poco fue más complicado llegar a una sola conclusión que lo llevase a los culpables y Erik también fue creciendo, hasta dejar de ser un niño. Entendía su anhelo de lucha y esta vez al mirarlo fijamente para asentir sabía que estaría envolviendo al más joven en situaciones peligrosas. Y odiaba hacerlo, pero tal y como aclaró, era necesario e importante.

-Bien.- Erik volvió su mirada a la concurrida plaza mientras Ezio terminaba de explicar el lugar exacto en el que se encontraba cada uno de los poseedores de aquellos documentos. Al final detallo un poco como lucían y que debía esperar encontrar.

Antes de ver a Erik desaparecer entre la multitud de gente Ezio aclaró.- No te dejes llevar de las especulaciones. Te pido que sigas confiando.-

-Por supuesto ¿Cómo podría no hacerlo?- se deja escuchar un deje de ironía en sus palabras.

-Entiendo tu molestia.- Se levanta y se acerca hasta dejar su mano sobre su hombro.- Pero ¿acaso no buscamos lo mismo? No tendría por qué esconderte algo que yo también deseo. -

Assassin's Creed: CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora