Capítulo 3

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El ambiente se congeló por un momento. La mirada del joven castaño era decidida pero la desconfianza aún se podía notar en el asesino quien miraba suspicaz al templario.

-Déjame mostrarte.-

El asesino lo miró durante un momento, analizando la situación. ¿Acaso no era suficiente el que le haya revelado secreto de tal magnitud? Y el tono de voz decidido en las palabras del muchacho daba mucho que hablar. La curiosidad lo llevo a decir.

-¿Cómo?- en un tono frío.

Pudo notar el cuerpo de Xavier relajarse un poco y con una leve sonrisa respondió.

-Sígueme.-

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El caminar de Erik era lento pero cauto, anticipado a cualquier situación. Su mirada viajaba a cada rincón de las calles por las que Xavier lo llevaba.

El joven también se sentía nervioso, por lo que solo pudo tranquilizarse un poco cuando cruzo el umbral de piedra que daba paso a una pequeña plaza, un estanque de piedra decoraba el centro del lugar y a su lado un viejo árbol se imponía apenas alumbrado por pequeñas lámparas de aceite colgadas en los muros. Los sonidos de pasos y ligeras conversaciones detrás de puertas y ventanas dejaba en claro porque la calle estaba tranquila y solitaria.

-Es aquí.- aclaro el joven castaño acercándose con sigilo, algo un tanto innecesario pensó Erik al notar que ningún veneciano transitaba.

El asesino se mostró reacio en entrar.

-¿No crees que yo también me estoy arriesgando al confiar en ti? Podrías simplemente matarme...- Callo un minuto para con una mirada decidida pronunciar.- Pero de ese modo no podrías conocer el secreto de los códices.-

Erik inspeccionó su mirada, y tras un minuto de silencio asintió.

El joven castaño golpeó la puerta de madera y en un instante tenían a un hombre de boina roja y ropajes un tanto llamativos de color carmesí y marrón.

-¡Te estaba esperando! - mencionó alegre mientras abrazaba al joven. Se percató de otra presencia y miró al asesino. Su rostro dejaba ver claramente su sorpresa. Volteó su mirada al castaño quien respondió con un ligero asentimiento de cabeza. El hombre de boina dio un paso dentro del edificio dejando la entrada libre para los dos hombres.

-Leonardo Da Vinci.- se presentó con una pequeña reverencia y una sonrisa.

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-Me sorprende Charles, verte acompañado por nada más y nada menos de quienes por ley son tus enemigos.-

El castaño bufó y con la mirada en Erik contestó.

-Sé que no me matará, hemos llegado a un convenio.-

-Un convenio...mi innata curiosidad me pide que pregunte.-

-Y me alegra que lo hagas Leo. Justamente iba a pedir tu ayuda.- El joven asintió levemente mirando al asesino, indicándole que puede revelar el pergamino.

Erik, aún desconfiado, saco de mala gana el pergamino y se la paso a Leonardo con la idea de que a la primera señal de traición, el mismo se encargaría de pasar su afilado cuchillo por sus gargantas.

Leonardo lo tomó con intriga y abrirlo con cuidado, de inmediato su rostro se iluminó en un verdadero asombro.

-¿Cuántos de estos tienes?- preguntó sin quitar la vista del papel.

Assassin's Creed: CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora