Capítulo 1: Detrás de las sombras

193 17 4
                                    

Un nuevo día, despierto a la realidad mientras froto con mi mano derecha uno de mis ojos, luego estiro mi brazo bostezando lo más que pueda para así poder sacar el poco sueño que queda en mi interior, dejando caer mi mano bruscamente a la cama sostengo mi almohada y la coloco bajo mi cabeza, mientras dirijo mi mirada hacia el reloj de pared que tengo en mi cuarto, veo la hora y marca las 5:55 A.M. los rayos del sol comienzan a entrar por la ventana poco a poco llenando de luz mi cuarto, me da un poco de pereza levantarme y siento mi cuerpo pesado, como si pesara más de quinientas toneladas, siempre se me hace tan difícil dejar la cama, es como una lucha cada día. Estoy todo despeinado y con un pie casi en el suelo, poco a poco dejándome caer por la gravedad hasta dejar la cama. Caigo boca abajo y me quedo ahí unos minutos más, al abrir mis ojos, noto que cerca de la cama hay una rebanada de pizza en el suelo de la cena de anoche, creo que la recogeré luego. Me levanto mientras rasco mi cabeza viendo que el sol a penetrado todo mi cuarto de luz radiante y llena de vida en la mañana, me dan ganas de cerrar la ventana pero está un poco lejos de donde estoy así que la dejare como está, me doy la vuelta y me dirijo a la puerta del baño, miro hacia atrás nuevamente y observo mi cuarto que está hecho un completo desastre, ropas por todas partes, la cama desordenada, comida en el suelo, restos de basura bajo la cama y la ropa del closet toda tirada sin doblar, es un panorama que cualquier persona que lo vea saldría corriendo de inmediato, y no es que sea desordenado, es que me da pereza hacer algunas cosas, pero un día voy a ordenar todo.

Dejo de mirar mi humilde cuarto desastroso para entrar al baño, la cual, lo primero que hago como siempre es ver mi cara en el espejo del lavamanos para saber qué tan mal dormí, si tengo bolsas en los ojos, si tengo alguna espinilla nueva o simplemente para verme en él ya que me encanta mi propio reflejo. Después de perder un poco de tiempo decido darme un baño, aún con la ropa interior que tenía al dormir, me da pereza quitármela y aun así se limpia al mismo tiempo, así que yo lo veo de una manera correcta de ducharse a estas horas de la mañana. Mientras estoy bajo la ducha el agua fría recorre todo mi cuerpo, es muy fría, helada, pero estoy tan acostumbrado que mi cuerpo ni se inmuta ni tiembla al contacto, al mismo tiempo miro el suelo hecho con losetas blancas en mosaicos de diferentes tamaños, pensando bien detenidamente algo que me estoy preguntando desde hace rato, me pregunto ¿qué día es hoy? me concentro tanto al hacerme la pregunta que hasta tengo una posición de los más grandes pensadores en el mundo conocidos de todas las épocas pasadas y las que vendrán, con mi mano derecha sostengo mi barbilla con mi pulgar y mi índice, frunciendo un poco mis cejas y mirando fijamente a un lugar hasta encontrar la respuesta de mi incógnita.

-lunes, ¡Hoy Es LUNES! -Digo en voz alta y muy alterado.

Tengo que ir al instituto y creo que voy un poco tarde y yo aquí perdiendo el tiempo tomándome el inicio del día lo más relajado posible, cierro la llave de la ducha y salgo corriendo lo más rápido posible del baño, por mi gran apuro resbalo en la puerta del baño cayendo de espaldas en mi cuarto la cual tal golpe me deja sin aire en los pulmones quedándome ahí tirado sin mover un solo músculo, mi teléfono comienza a timbrar, con la poca fuerza que me queda me levanto del suelo y comienzo a buscarlo ya que suena y suena sin parar pero no sé dónde está, lo busco por todas partes y no lo veo, no está dentro del closet, tampoco por el suelo, no está sobre la TV y tampoco está sobre la mesita, lo busco por la cama y me doy cuenta que está cerca, buscando y buscando lo encuentro envuelto en las sábanas, al levantarlo pensaba que estaba timbrando por recibir una llamada y en realidad solo era la alarma de las 6:30 la cual solo tengo 30 minutos para cambiarme de ropa y llegar al instituto, además me di cuenta de que tengo cero notificaciones y cero mensajes, siempre es lo mismo, nadie escribe y nadie recuerda que existo, aunque pensándolo bien, ¿quién me escribirá si no tengo muchos amigos?. Dejo caer mi teléfono sobre la cama, me quito la ropa interior mojada y me cambio adecuadamente, (un pantalón de mezclilla, un suéter mangas largas azul oscuro y unos tenis blancos) antes de salir lo más importante, mi pelo, lo seco con la toalla y lo peino con un poco de gel hacia atrás así como lo hace "Edward" de crepúsculo, al finalizar agarro mi mochila y mis lentes, salí de mi cuarto y bajo las escaleras pasando por la sala y la cocina, recuerdo que aún no he desayunado nada, pero tendré que irme así, aunque tenga hambre no hay tiempo para eso, abro la puerta de la casa y doy mi primer paso al exterior.

La Belleza Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora