Capítulo 12: A Todo Dar

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El padre de Charlotte me hace señales de que me acerqué a él, yo con un miedo que me corre por todo el cuerpo con un cosquilleo en los dedos, di la vuelta al auto parándome en frente de la puerta delantera del conductor, luego bajó la ventana de la puerta y vi que tiene una cara muy seria.

Este es mi fin, aquí acabó toda mi suerte. Eso pienso, luego el señor blazzing extiende su mano saludándome y tengo miedo en dársela por lo que pasó anteriormente, de seguro se divierte en serio apretando y estrangulando mi mano. Con las manos temblorosas y frías coloco mi palma en la suya, el solamente la sujetó firme mientras la sacude un poco, como un típico saludo.

—Caballero Steel—Dijo sin siquiera verme.

—Señor Blazzing—Le dije.

—Irving, Aron recuerda.

—Si perdón.

Luego escucho a Charlotte reírse un poco.

—Solo quería asegurarme de que fueras invitado a una fiesta que tenemos en casa para mañana, tanto como a mí y mi esposa e hija nos gustaría que estés presente en ella.

¿Tanta confianza ya me tienen como para invitarme a sus fiestas? Pero si ni siquiera estoy a la altura de esa clase de sociedad, esas personas hacen fiestas muy delicadas y de muchos lujos, y eso sin contar la elegancia en todo. Mientras me tranquilizo porque al parecer no se dio cuenta que tenía a Charlotte en mis brazos, eso me alivia un poco, parece como si solo me llamara para invitarme.

—Muchas gracias Irving, estaré ahí sin falta.

—Eso espero, muchos amigos y amigas de mi niña irá, así que sería bueno que también invites a alguien de tu parte.

—Pues, si no es mucho pedir, invitaría a mi madre señor.

—Que buena idea Aron. Sería un honor.

Charlotte no quita su mirada de mí, a pesar de que su padre está a su lado aún sigue dirigiendo su atención a mí, Charlotte no disimula para nada, tiene una mirada tan fija que ni pestañea, el que su padre esté hablando conmigo ya me pone nervioso y al ella estar mirándome con esos ojos tan fijamente no sabía a quién ponerle más atención, si a su padre o a ella.

—Muchas gracias por la invitación.

El padre de Charlotte desvía su mirada y enciende el auto, antes de irse dijo:

—Allá nos vemos.

Luego sube el cristal de la ventana y arrancó, desvaneciéndose en las lejanas autopistas dejando un poco de polvo, acomodo mi mochila en mi espalda e introduje mis manos en los bolsillos de mi pantalón, comencé a caminar por toda la cera de esa calle en línea recta, mientras veo hacia el cielo, está despejado, todo es color azul, las nubes son muy pocas y las que hay se ven de un color blancuzco casi desvaneciendo, el sol brilla más aún que todos los días pero no molesta a la vista, en realidad es bastante agradable como los rayos del sol tocan mi piel y como alumbra toda la calle, en ambos lados de la calle hay viviendas y árboles frondosos, en una de las casas más adelante veo niños jugando y en otra veo personas sacando a pasear sus mascotas. Más adelante se encuentra una heladería la cual me gusta mucho ir a ella todos los sábados a comprar lo de siempre, Un helado de chocolate oscuro y chocolate blanco con galletas oreo a un lado, un poco de jarabe de caramelo por encima y al final una malteada de chocolate con mucha leche y espuma, frente a esa heladería hay un parque público muy grande, rodeado de árboles y bancos de piedra, senderos pequeños de mosaicos con ladrillos y el resto es de hierva muy corta.

Mientras paso por ahí se me antoja comer algo bien frío, pero recuerdo que ya no tengo dinero, así que paso caminando mirando la heladería, atravesando el parque para tomar un atajo y llegar más rápido a casa. Aun así tengo que seguir caminando sin parar. Por el camino recibo una llamada, era Ricky, me encontré bien raro que me estuviera llamando y más ahora, es tan tacaño que prefiere mandar mensajes de textos antes de llamar, hasta lo piensa mil veces antes de hacerlo.

La Belleza Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora