Capítulo 4. La verpriche (Parte 2)

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Cuando me he tranquilizado, compro los helados y vuelvo hacia la playa.

Mi abuela sonríe cuando me ve llegar. Está hablando con varias mujeres, y cuando me pongo a su lado para darle el helado, me presenta.

-Esta es Alison, mi nieta.-Dice muy feliz. Me dice el nombre de todas, pero no presto mucha atención. Voy a decirle que me voy a casa, pero de repente alguien comienza a hablar.

-¡¿Qué pasa Serenwood?! -Dice una voz masculina. Cuando me giro, me veo a un hombre de unos veinte años en el medio de la playa con un micrófono en la mano. Todo el mundo aplaude, grita y vitorea. Al menos ellos sí lo están pasando bien.

El chico sigue hablando, pero yo no le hago caso.

-Abuela -digo, tocando el hombro de esta para que me preste atención.- me voy a casa, ¿vale?

Me mira sorprendida.

-¿Por qué? ¿No te lo estás pasando bien? Además, ahora voy a dar un discurso ¡tienes que verlo! -Me dice, y por un momento sonrío de lo entusiasmada que parece. Pero me vuelvo a poner seria enseguida.

-No me encuentro bien. Me duele la cabeza. -Le digo lo primero que se me ocurre, y tras ponerle una sonrisa de disculpa, me voy.

Voy andando con la cabeza agachada cuando de repente, y por segunda vez esta noche, me choco con alguien.
Cuando levanto la cabeza para disculparme, me doy cuenta de que es el chico que hace dos minutos estaba en el centro de la arena hablando. Hay una luz cerca, y por ello le puedo ver perfectamente la cara. Tiene el pelo castaño y los ojos verdes. Levanta la cabeza y cuando me ve, abre la boca para decir algo, pero de repente sus ojos se abren y parece atónito. Me mira así durante unos segundos, y no puedo evitar preguntarle:

-¿Estás bien? -Le digo, y sacude la cabeza, como si estuviese volviendo a la realidad.

-S-si, perdona. Es solo que me has recordado a alguien.

Le dirijo una sonrisa amable y continúo mi camino. Mientras ando por el pueblo, pienso en el chico con el que me acabo de chocar. Es un poco mayor que yo, y la verdad es que a mí también me suena su cara, pero no sé de qué. 

Cuando llego a casa llamo al timbre, pero no hay nadie. Es entonces cuando recuerdo que el abuelo dijo que bajaría a la playa más tarde. 

-Mierda. -Digo, y me tapo la cara con las manos. Pienso en volver a la playa para pedirle las llaves a la abuela, pero después de lo que ha pasado esta noche, prefiero sentarme en el suelo y esperar. Sé que voy a tener que estar aquí horas, pero en este momento me da igual. 

Estoy sentada en el suelo con la espalda apoyada en la puerta. Delante tengo la casa de los vecinos. Es entonces cuando recuerdo que Lucy, la mejor amiga que tenía cuando venía aquí, vivía allí. Por un momento pienso que quizá siga viviendo allí, pero supongo que los abuelos me habrían dicho algo sobre ella.

De repente, miro a las escaleras que hay a mi izquierda y recuerdo que aquí no hay más pisos y que lo que hay al subir es una azotea, en la cual Lucy y yo pasábamos horas hablando y jugando. Me pongo de pie y comienzo a subir. Miles de recuerdos comienzan a aparecer en mi cabeza. Cuando llego arriba, por un momento pienso que quizá la puerta esté cerrada, pero entonces giro el pomo y se abre. Lo primero que veo es la puerta de la azotea del edificio de al lado a unos metros de mí. Voy a girar a la derecha para ver la azotea, la cuál está bastante iluminada para lo tarde que es, y de repente aparece ante mí un chico riéndose, el cual lleva una botella de vodka en la mano. Pienso que me va a decir alguna tontería ya que es bastante visible que está borracho. Pero en vez de eso, cambia de expresión y me mira exactamente igual que como me ha mirado el chico del micrófono hace unos minutos.

-No puede ser. -Dice, y de repente parece totalmente ebrio.

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