Desahogo

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La gente tenía razón cuando decía que al entrar a la facultad encontrarías a un chico que te resultaría más interesante, y que luego me dejarías por él. Mi necio corazón decía: eso nunca pasará, ella me ama, solo tiene ojos para mí, absurdo y tonto corazón tan crédulo el que poseí alguna vez.

La gente tenía razón cuando decía que tu amor era pasajero, que un día tal como vino se iría. Mi necio corazon siempre creyó en tus promesas, pensó en ese "para siempre" que siempre prometías. Me decías que nunca dudara de tu amor; quiero decirte que de tu amor era de lo único que no dudaba en esta vida, te creí cuando me decías que siempre estarías a mi lado, que yo era el único al que habías amado.

La gente tenía razón cuando decía que yo no era tan importante como me lo hacías ver. Un día antes de dejarme me dijiste: sos una persona muy importante para mí, siempre lo serás. No quiero que olvides eso. Tonto corazón, me tragué cada palabra, un enamorado iluso creyendo en utopías. Fui tan importante que no te costó nada abandonarme en el estado en el cual me encontraba aquella vez, al borde del suicidio, con los ojos llenos de lágrimas, con el corazón más roto que un espejo al caer de un décimo piso, con el alma más molida que la sal y la arena.

Te creí cuando dijiste que yo era tu todo, el día de hoy he comprendido que "todo" se reduce a nada. Que en tu vida soy nada, y que nada de lo que haga cambiará las cosas. Maldito corazón, que necia tu vanidad al creer que te pertenecía el amor de una mujer.

Te creí cuando dijiste que yo era el hombre de tu vida, que no tenías ojos para nadie más, que yo era el hombre con el cual lo querías todo. Asegurabas que cada día te convencías más de que yo era ese tipo especial y único. Ahora te escudas diciendo que digo que nunca me amaste porque tu amor fue diferente, claro, no todos aman igual que yo, pero tú, tú nunca me amaste, el amor no se esfuma como lo hizo tu "amor".

Creí como un ciego en el amor, fui su predicador, su mártir, su esclavo, su perro. Creí cada palabra de una mujer que decía amarme, una que no comprendió cuan grande y poderoso es ese sentimiento. Ahora me pesan las ilusiones, me pesan los sueños. He llegado al punto mas difícil de mi vida: cuando tengo que afrontar que todo en lo que creía era mentira y todo lo que siempre negué era una verdad absoluta.

Pero bien, no sé que se sienta arrebatarle todo a un hombre; sus sueños, sus esperanzas, sus creencias. Un hombre sin esas cosas no posee nada, no es nada. Ahora solo quiero despojarme de todo, no sentir, que el único lugar en el que hable de amor sea en mis versos, ahí deben quedarse; donde la gente solo pueda apreciarlos, sin acercarse mucho, sin tocarlos.

Antes lo creía todo, hoy ya no creo en nada.


Cómo duele ver, con tanta claridad, la oscuridad del mundo.
Rafael Lechowski

Hálito poéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora