¿Quien puede olvidarse de los años 80?, aquella época llena de musica, baile y fiesta, como era mayormente conocida.
Bueno, no todo es así, las personas de Massachusetts, recuerdan esta época como la época tenebrosa, donde ocurrieron cientos de ase...
Pasaron los días y con ellos se fueron los días de trabajo y los nervios de ir a ver a mis padres después de tanto tiempo. Janine y yo teníamos maletas listas en la puerta para irnos en su auto, un volkswagen escarabajo color turquesa. ¿Por que amar tanto a ese auto? Pensaba yo cuando le conocí, ya que lo llevaba a todas partes. Al parecer su padre se lo había dado en su cumpleaños numero dieciocho, desde entonces fue su primer y único auto en su vida, además de que su padre había fallecido hace unos años, a ella le gustaba pensar que a su padre le gustaría saber que aun conservaba el auto en excelentes condiciones. -Dios, cariño, cuidas a ese auto como si fuera tu hijo, incluso me da celos. -Mencione bromeando mientras acariciaba los asientos delanteros, con las maletas ya guardadas. Ella solo río para luego darme un pequeño golpe en la nuca para hacerme callar.
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Ella iba a conducir hasta la entrada del pueblo, luego yo conduciría hasta casa. El viaje comenzó y todo iba tranquilo, escuchábamos musica de la radió hasta que se me ocurrió hablar del tema de los asesinatos. -¿Lo recuerdas? En la radio y televisión solían hablar de eso todo el tiempo. "Cierren puertas y ventanas, no salgan de casa después de las ocho de la noche, hay toque de queda". -Esas palabras le daban escalofríos de solo recordarlas. Al terminar de decirlas, voltee a verle, mi mujer que conducía con el cabello suelto mientras tenia lentes negros para el sol puestos... Ella volteo a verme y bajo el volumen de la radio para prestarme atención. -Yo recuerdo que papá no me dejaba salir sola a ningún lado, aunque los psicópatas se ocultaban en el bosque y por eso no los encontraban.. Si, fue una época muy tenebrosa para mi, pero afortunadamente estamos bien, ¿no? No pienses en eso cariño, estaremos bien. -Janine siempre me ayudaba a calmarme de alguna u otra forma. Solo tome su pierna derecha un momento y le di ligeras palmadas a estas, asintiendo. Volteé por la ventana para distraerme un buen momento.
Fueron como tres horas de viaje que parecían eternas, mi mujer ya se sentía agotada. Llegamos a la entrada de mi pueblo ya que se podía observar un letrero verde que decía " Bienvenidos a..", al parecer lo demás se había borrado. La noche termino cayendo sobre nuestras cabezas y el bosque que se veía a los lados de la carretera no mejoraban el ambiente, parecía que alguien saldría corriendo de entre los arboles para atacarles. -Que miedo.. Uf, cariño, cambiame el asiento, es hora de que duermas un poco, yo manejare camino a casa, ¿entendido? -La pobre asintió casi dormida, deteniéndose para bajarse del auto. Yo hice lo mismo y le cambie el asiento, empezando a conducir. Era increíble como a este auto le quedaba aun litros y litros de gasolina. Poco a poco dejaba la carretera para entrar a un pueblo un poco grande, lleno de edificios viejos y bibliotecas, escuelas, tiendas, etc, además de las casas. Parecía que no había persona alguna en toda la ciudad, era extraño. Le quería mencionar esto a Janine pero ella ya se había quedado dormida a mi lado, con la cabeza pegada a la ventana. A lo lejos se veía el gran ayuntamiento con su enorme reloj en funcionamiento. Poco a poco fue acercándome a una colina detrás de un edificio, en la cima se encontraba una cabaña con las luces encendidas al igual que la chimenea, era su hogar de niño; Me sentí aliviado al ver que había vida en la ciudad.
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Estacione el auto frente a la cabaña, descansando un momento. Toque el hombro de mi mujer para despertarle, hasta que esta dejo salir un pequeño quejido, dándome a entender que se había dormido muy cómoda ahí. -Vamos, Jan, ya llegamos. Vayamos adentro y podrás ir a una habitación para dormir mas cómoda, ¿no crees? -Insisti. Ella finalmente acepto y salio del auto, pero antes saco su maleta con ropa y otras cosas. Yo tome mis maletas y cerré el auto con llave, yendo a la puerta de la gran casa. Toque dos veces, esperando varios segundos, pero al notar que tardaban al abrir, volví a tocar de nuevo. En unos segundos se escuchaba el sonido de que alguien bajaba las escaleras de la segunda planta para luego abrir. Mi madre, una mujer de cabello negro y unas ojeras muy notable, al igual que su delgado cuerpo y sus uñas largas, abrió la puerta. Esta sonrió al ver a ambos, abrazandome para luego ver a mi esposa que sonreía emocionada por la situación. -Derek, parece que te ganaste la lotería con esta mujer. Al fin podemos vernos ¿no es así? Bienvenida hija. -La mujer acariciaba la mejilla de Janine para luego entrar a la cabaña de nuevo, invitándonos a entrar. -Mamá, me sorprende que la cabaña aun este en buen estado después de tantos años.. ¿Como esta papá? -Dejaba las maletas de ambos frente a las escaleras, acercandome a mi mujer. -Amor, por favor ayudame a llevar las maletas al cuarto de arriba, es la segunda puerta, ayudare a mi madre con la cena. -Le susurré mientras besaba su frente. Ella solo me sonrió, tomando ambas maletas para subir por las escaleras que rechinaban con cada paso. Me fui a la cocina donde mi madre se encontraba meneando algo de una olla que estaba en el fuego. -Tu padre fue al ayuntamiento, al parecer hay problemas con la electricidad de la ciudad ya que esta se va en ocasiones y el se ofreció a ayudar. -Respondió mientras servía sopa en tres platos para cenar todos juntos. Le ayude a acomodar los cubiertos y platos, y al terminar iba con Jan para saber como iba con las maletas. Al llegar a la habitación, se encontraba ella con las manos en la boca, como si trataba de contener un grito. Me acerque a ella y tome sus manos para relajarle. -¿Que pasa, cielo? -Una.. Una cosa enorme a salido corriendo de la habitación.. Una rata asquerosa de cola larga.. ¡Ugh! -Se abrazaba con fuerza de mi, casi saltando de los nervios y miedo. Trataba de no reír, acariciando su espalda mientras besaba su mejilla. -Oh, ¿No te conté? Ella es parte de la familia, dormirá con nosotros en la cama. -¡Ni lo digas en broma! Era enorme, que asco.. Mi risa finalmente salio mientras le tomaba de la mano, yendo abajo a comer. Los dos nos sentábamos frente a mi madre. -Derek, ¿Quieres dar las gracias a Dios por nuestros sagrados alimentos? -Me decía mi madre, señalando nuestra comida. Ella era una señora muy religiosa y conservadora. Yo me quede callado un momento y luego negué con la cabeza. -Prefiero que lo digas tu, madre. -Bien.. Dios, gracias por nuestros alimentos, por un techo, agua, salud, y por estar aquí con mi familia, en una cena muy amorosa. Amén. -Janine y yo nos quedamos callados todo ese momento, repitiendo ese amén al final. Yo no era creyente, pero al estar en casa de mi madre seguía sus reglas y creencias. -Es usted muy religiosa, ¿verdad señora Margaret? -Preguntaba Janine mientras daba un bocado, mirando hacia una cruz que se encontraba colgada en la pared. -¡Por supuesto! Tengo mucha fe, linda. -Ambas se sonrieron mutuamente. Al acabar la cena, la electricidad se fue tal como dijo mi madre. -Maldito alcalde que no se hace a cargo de la electricidad.. -Margaret encendía varias velas para poder ver. -Bueno, mamá, Janine y yo iremos a dormir ya que estamos muy cansados, buenas noches. -Subía las escaleras junto a Jan, sonriendo agotado. -Buenas noches señora. -Buenas noches, muchachos. Hasta mañana.
Fuimos directamente a la cama donde nos acostamos abrazados, mirando hacia el techo. Le abrazaba protegiéndolo contra mi pecho mientras relamia mis labios secos. -Mañana te llevare a ver los edificios del lugar, mientras tanto, descansa mi amor. Me alegra que estés aquí conmigo. -Bueno, tu madre parece una señora muy agradable, es linda. Y descansa cariño, hasta mañana. -Besaba mis labios para luego recostarse. Esa noche solo dormimos, mientras que la ciudad parecía callar un secreto muy grande. Estaban pasando cosas extrañas y pronto lo notarían.