Capítulo 2

24 0 0
                                    

Cuando acabé de recoger todo me di una ducha rápida. Eché a lavar toda la ropa que tenía puesta, olía a mierda literalmente. Seguramente anoche vomité en aquella casa extraña. Cuando salí de la ducha me puse una ropa cómoda, estaba segura de que aquella noche no saldría a ningún sitio. Si quería cambiar tenía que empezar por dejar aquellas fiestas. Comprobé de nuevo la hora,  16:18. Tenía tiempo suficiente para llegar a tiempo. La verdad es que no entendía por qué tenía que ir a por mi hermano, ya era lo suficientemente mayor para venir él solito. Con 15 años yo ya hacía varias cosas por mí misma aunque mira como he acabado. Espero que él no vaya por mi mismo camino.

Salía por la puerta cuando recibí una llamada.

-¿Sí?

-Ari, recuerda que tienes que ir a por tu hermano.

Era mi madre. Ni siquiera me preguntaba cómo estaba. Eso me dolió.

-Ya lo sé, estoy saliendo de casa para ir a buscarle.

-Vale, cielo. Cuídate.

-Adiós, mamá.

Una de las razones por las que no les decía a mis padres nada sobre las drogas era esa, sentía que no les importaba aunque puede que eso haya sido culpa mía. Este último año les he hecho prácticamente la vida imposible y puede que eso sea lo que finalmente me merezca.  Un sonido que me indicaba que me habían enviado un mensaje me trajo de nuevo al mundo real.  De nuevo un mensaje de aquella chica del instituto. Esta vez decidí abrirlo.

‘’Ari, ¿por qué te llaman bicho raro en clase? Me dicen que no me acerque a ti pero yo quiero verte. ¿Puedes quedar algún día?’’

Aquel mensaje me sentó fatal. Sabía que no les caía muy bien a mis compañeros pero tampoco sabía que me iban llamando bicho raro a mis espaldas. Siempre he sido una chica muy directa y si hablaban de mí quería que me lo dijeran a la cara. Decidí contestarla.

‘’Mel, no quiero causarte problemas, lo mejor será que no te acerques a mí si no quieres que los demás dejen de hablarte. ‘’

En el fondo sabía que era una buena persona. Pesada, pero buena persona. No quería joder la vida de una persona y sabía que si se acercaba a mí los demás le harían la vida complicada.

Mandé un mensaje a mi hermano diciéndole que ya estaba fuera esperándole y, un rato después, salió de aquella casa con una mochila colgando en la espalda.

-¿Cómo te lo has pasado, enano?

Tenía una relación buena con mi hermano. Él me comprendía en ciertas ocasiones y era uno de los pocos que sabía sobre mi adicción a las drogas ya que me pilló un día en casa.

-Bien, ¿qué tal estuvo la fiesta de ayer?

-Como siempre.- le contesté indiferente.

El camino a casa estuvo muy callado. Parecía que a ninguno de los dos le apetecía hablar. ¿Y si le pedía consejo a él? No quería meterle en mis problemas pero ahora mismo no sabía qué hacer.

-Andy, ¿tú crees que si le cuento a papá y mamá mi problema me van a ayudar?

Se quedó un rato pensativo.

-Ya te lo he dicho muchas veces. Ellos te quieren y estoy seguro de que si se lo dices van a intentar hacer lo mejor para ti.

Quizá debería contárselo hoy en la cena. Quería empezar con mi nueva vida lo antes posible. Llegamos en media hora a casa, el problema de no ser mayor de edad es que no podía conducir y tenía que desplazarme en transporte público aunque eso era algo que se arreglaría dentro de poco ya que en 3 meses era mi cumpleaños.

Sparks of summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora