Fui a recepción. No pensaba consumirme los próximos meses en mi habitación sin hacer nada. De camino, me volví a encontrar al chico del jardín. Cuando me vio, me sonrió. Intenté evitarlo, cosa que era imposible porque me siguió hasta que me di por vencida.
-¿Qué quieres?
-Estás bastante estresada, mi proposición de antes sigue en pie, cualquier de las dos.- dijo poniendo sus manos alrededor de mi cintura.
Aquel gesto me recordó a mi compañero de cuarto. Seguía un poco excitada por lo que había pasado hace unos minutos pero cualquier contacto con la persona que tenía delante de mí me desagradaba.
-Ya te he dicho que lo olvides, pierdes el tiempo.- dije quitando sus manos de mí.
-No venía para eso, pero nunca hay que tirar la toalla. Venía a preguntarte si querías contribuir en la despedida de Niall, se va hoy y queremos que al menos tenga algún recuerdo bonito de este lugar.
Asique se llamaba Niall. Sonreí. Ya estábamos igualados, antes se lo quería preguntar pero después de todo lo que pasó se me olvidó por completo. ¿Debería ir? A penas nos conocemos pero parece que eso va a ser lo único interesante que vaya a hacer en todo el día.
-¿Qué tengo que hacer?
-Ir al jardín a las 19:00 , que es cuando está prevista su salida.
-¿Os conocéis mucho?- dije con curiosidad.
-Fui la primera persona que le acogió. Sé que al principio puedes pensar que esto es una mierda, pero te acabas acostumbrando. Hay mucha gente como tú.
-Pues no creo que seas tan buena gente cuando vas vendiendo drogas.
-Tengo mis motivos para hacerlo. Sólo lo hago con los nuevos. Los veteranos ya han aprendido a controlarse, pero de vez en cuando alguna dosis no viene mal.
Resoplé. No me quería meter en su vida, realmente no me importaba.
-¿Entonces sólo tengo que estar en el jardín dentro de una hora?
-Sí. De todas formas la fiesta no durará mucho. Entendemos que Niall se quiera ir de aquí. Será sólo unos bailes y ya está.
Estuvimos hablando durante unos 10 minutos más, tenía que arreglarme un poco para la fiesta. Estaba empezando a cansarme con tantos cambios de ropa. Entré en mi cuarto y vi que ya estaba vacío. La maleta negra que antes estaba al lado de la cama de mi compañero ya no estaba. De repente, sentí una sensación que no me esperaba. Le estaba echando de menos cuando apenas lo conocía. Me cambié rápidamente y me hice la raya. Llevaba todo el día sin maquillarme y ahora verme con un poco de color me resultaba raro. Mi tripa me empezaba a rugir, llevaba casi todo el día sin comer. Quizás en la fiesta haya algo para comer y así poder saciar mi hambre.
Iba a salir de la habitación cuando Niall apareció de repente. Se sorprendió de verme con aquel vestido blanco con tacones del mismo color. Sonrió y acarició la trenza que adornaba mi hombro.
-¿Por qué te has arreglado tanto? ¿Vas a algún sitio?
¿Sabría que en este momento casi todos los pacientes de la clínica le estaban esperando en el jardín? No quería cagarla.
-¿Y a ti que te importa para qué me arregle y a dónde vaya? No tengo por qué darte explicaciones.
Iba a salir cuando me cogió del brazo, impidiendo mi salida.
-¿Qué te pasa? Estás borde.
-¿Y tú qué sabes? No me conoces de nada.
-No. Pero esta tarde hiciste algo que no debiste hacer. Sienta muy mal que te dejen con las ganas.
-Yo a ti no te dejé con nada. ¿En algún momento dije que te iba a besar? Te imaginaste tú las cosas.
-No me toques las narices. Te desnudaste delante de mí, joder. No soy de piedra.
-Estoy en mi cuarto. Hago lo que me dé la gana. Ahora, me tengo que ir. Adiós guapo, disfruta de tu vida.
Me acerqué cerca de su comisura y le besé. Me volví a ir riendo y, mientras me alejaba, escuché un gruñido y un puñetazo contra la puerta. ¿Moriría cuando me volviera a ver en la fiesta? Ya eran dos veces las que me iba dejándole con la palabra en la boca y eso me divertía. ¿Para qué le iba a besar si esta noche se iba a ir de aquí? Llegué al jardín y vi a mucha más gente de la que imaginé. Al parecer, Niall conocía a muchas más personas de las que aparentaba. Pasaron unos minutos hasta que aparecieran Liam, el chico que vendía droga, con Niall. Todos empezaron a silbar y aplaudir pero yo sólo me dedicaba a sonreírle. Nuestras miradas se cruzaron y sentí como me mataba con la mirada. Aquella situación me resultaba divertida, saqué la lengua burlándome una vez más de él, y me perdí entre toda la gente. No me gustaban las fiestas. Si no fuera porque esta es la única cosa que podía hacer en todo el día no hubiera ido. Había mucha gente y no conocía a nadie. Me fui a un sitio donde no había nadie, me relajé. Ya se había hecho de noche y el tiempo se me pasó volando. Supuse que la fiesta ya se habría acabado y volví a mi habitación. Me arrepentí mucho de ir a la fiesta. Antes de subir a mi cuarto, me pasé por recepción. Al llegar escuché unos gritos que provenían de un cuarto de al lado, era la administración.
-Hola, Abby. ¿Qué pasa?
-¿Todo bien?- pregunté preocupada.
-Sí, no te preocupes. ¿Qué querías?
-Nada. Sólo quería preguntar si en este sitio no hay actividades o algo. Saber si hay alguna forma para que el tiempo se te pase rápido en esta cárcel.
-Todos los días colgamos carteles por la entrada con el programa para el día. Hay varias charlas y varios talleres que a lo mejor te pueden llegar a interesar. Mañana a primera hora bajas y los ves. Si tardas mucho lo más posible es que te quedes sin plaza, normalmente las actividades os suelen interesar mucho y se llenan rápido.
-Vale, muchas gracias.
Encima, mañana tenía que madrugar. Subí a mi habitación y me puse el pijama. Antes de dormirme, comprobé mi teléfono. Tenía un mensaje nuevo. Al leerlo el miedo volvió a mí. Eran los chicos que me proporcionaban la droga. Querían que le pagase lo que les encargué o si no tendría consecuencias. Parecía que nadie en mi barrio se había enterado que había ingresado en una clínica de desintoxicación. ¿Qué se supone que tenía que hacer? Tenía unos ahorros guardados en la clínica. No quería que fueran a mis padres a pedirles cuentas pendientes que tenía yo. ¿Se podría salir de la clínica? Claro que no y, aunque lo hiciera, al entrar me cacharían por si metía droga, pero Liam tiene que meter la droga de alguna manera aquí. Mandé un mensaje explicando mi situación. No les alegró mucho la idea, pero no es la primera vez que pasan droga a una clínica. Quedaron en venir a por el dinero al día siguiente. Estaba nerviosa, ¿y si me pillaban? No quería seguir pensando, sólo tenía ganar de dormir y empezar un nuevo día.
El día siguiente se presentó un poco revuelto. A primera hora recibí un mensaje de los chicos que me iban a traer la droga para que me acercase a la valla que separaba el jardín de la calle. Me dieron la droga y se la pagué. Pensé en dársela a Liam para que la vendiera, pero no quería que me preguntara de dónde la había sacado, todavía no confiaba mucho en él. Decidí esconderla en mi cuarto aunque fuera mucha tentación. Después fui a ver las actividades diarias. La recepcionista tenía razón, para cuando quise ir, todas las plazas estaban ocupadas. Sólo quedaban para ir a una charla contra las drogas, actividad que estaba vacía. ¿Realmente piensan que estando aquí vamos a ir a unas charlas para que nos digan que las drogas son malas? Todos somos mayorcitos. Sabemos lo que hacen las drogas y por eso estábamos aquí, para curarnos. A las 14:30 fui a comer y me encontré con Liam. Estuvimos hablando un rato, cada vez me cae mejor, aunque todavía hay cosas que no me encajan mucho. Mi madre me llamó para preguntarme cómo me iba, aunque en realidad lo hacía para cumplir. De fondo escuché a mi madre diciendo que no desperdiciara el tiempo llamándome, que era una enferma y que no merecía compañía ninguna. Andy me lo negó para no hacerme daño, pero sé perfectamente lo que escuché. Más de una vez en el día me plantee probar un poco de la droga que se encontraba escondida en mi cuarto. Aquel día fue uno de los más agotadores de mi vida.
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