Capitulo 6

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Nada más verle sentí una felicidad inmensa. No podía creer lo que estaba viendo. Eso no me lo esperaba para nada.

-¡Enano! ¿Qué haces aquí?

La visita de mi hermano no era algo que estuviera en mis planes. No me gustaba la idea de que una persona tan pequeña estuviera en un sitio así pero, la verdad, me encanta la idea de ver a alguien conocido.

-Quería saber cómo iba tu primer día de infierno.

-No tenías por qué. Esto no está tan mal. Incluso hay momentos en los que se está bien. Hay gente que te entiende y tiene tus problemas y nos ayudamos entre nosotros.

No sabía la razón exacta por la que mentía a mi hermano. Quizá porque no quería preocuparle, quizás porque quería intentar aparentar ser más fuerte de lo que realmente era.

-¿Seguro que estás bien? Tengo poco tiempo, supuestamente estoy en la biblioteca estudiando.

-Tranquilo. Gracias por venir, pero vete ya a casa. No quiero que encima tú ahora tengas problemas con papá y mamá.

Notaba como mi vista se empezaba a nublar. Mis ojos se estaban haciendo agua y no quería que mi hermano me viera llorar. No quería que mi hermano tuviera la certeza de que en las pocas horas que he estado encerrada en esta cárcel haya pensado en hacer muchas tonterías. Me acerqué hasta él y le di el mayor abrazo que le había dado nunca. ¿Por qué tenía la sensación de que esa iba a ser la última vez que le iba a ver?

-Tonta, me estás ahogando. Sé que me odias pero no me mates.- dijo Andy con poca voz.

Sonreí y le miré directamente a los ojos. Sabía que por muchas cosas que hubiéramos pasado ambos nos queríamos mucho. No éramos los típicos hermanos que nos tirábamos de los pelos por cualquier cosa. Nuestra dura infancia nos unió mucho, pero aquella parte de nuestras vidas está enterrada en lo más profundo de nuestras almas y recuerdos.

-Venga, enano, vete ya. Tengo que seguir ordenando algunas cosas.

Suspiró fuertemente y se fue, no sin antes sonreírme de nuevo. Cuando se fue dejó una sensación de soledad que me iba a costar superarla. A partir de ahora y durante los próximos meses esta era mi vida. Yo me la había buscado. Busqué entre toda la ropa que me había llevado a la clínica y decidí ponerme algo cómodo. Justo cuando terminé de cambiarme, me di la vuelta y vi al chico rubio. Mi reacción fue taparme automáticamente, aunque ya estuviera vestida.

-¿Por qué te tapas? Deberías de haberlo hecho antes y así no te hubiera visto las bragas.

Su tono era muy cortante. Sabía que estaba un poco molesto porque todavía no había salido de aquella cárcel y encima se había olvidado el móvil. ¿Sabrá que yo soy consciente de ello?

-Deberías de llamar antes de entrar.

-¿Por qué? Esta es mi habitación.- dijo sentándose en la cama.

-Por poco tiempo. Agradecería que si tengo que pasar por esta mierda encima no tuviera que aguantar gilipollas que se olvidan el móvil.

Mierda. Me había delatado yo sola. Debía de relajarme o volvería a meter la pata.

-Asique sabes que me he dejado el móvil. Espero que no hayas estado cotilleando nada.

-No he mirado nada. Cuando te fuiste te dejaste el móvil y lo vi, sencillo.

El chico se levantó y buscó el móvil con la mirada.

-Bien y, ¿dónde está?

En ese momento reaccioné. ¿Dónde había puesto su móvil? Recordaba que lo había llevado a la recepción cuando pregunté si él se había ido ya de aquel sitio. Miré mi ropa. Claro, estaban en los pantalones que llevaba antes. Mientras que estaba hablando con él los había guardado.

Sparks of summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora